Veintisiete.

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La noche va llegando poco a poco a la gran ciudad, Dylan y yo llevamos caminando todo el día y el cansancio se va notando.

-¿quieres que paremos en algún sitio? -¡claro! -respondo ya más animada al saber que vamos a descansar.
-Okey, pero espera aquí un momento por favor. -me dice. Le hago caso y veo cómo se dirige a un estanco que hay en la acera de enfrente. Cuando ya ha comprado lo que quería, vuelve a mi lado sacando un cigarrillo de la caja.

-Espero que seas como Augustus y solo sea una metáfora.
-Lamentablemente no. -enciende con un mechero el cigarro y le da la primera calada.- empecé con 15, hace tres años. Iba muy mal en el instituto y me juntaba con malas compañías.
-¿tus padres lo saben?
-Por supuesto, fueron los primeros en enterarse. - se mete el objeto en la boca y expulsa el humo lentamente. Seré sincera, se ve tremendamente sexi así. ¡Lydia no! ¡No pienses eso! ¡El chico tiene un problema serio!

Seguimos paseando y después de unos minutos, me coge de la mano mientras con la otra sujeta el cigarrillo.

-¿algún día me dejarás probar, señor peligroso?
-De ninguna manera, linda. -suelta la última calada y tira el cigarro ya terminado al suelo.- No permitiré nunca que te maltrates así. Te quiero demasiado.
-¿has dicho que me quieres?
-Más de lo que debería.

Dicho esto, y bajo la luz del crepúsculo, me toma la barbilla y se aferra a mí todo lo que puede. Su respingona nariz roza con la mía, sus suaves palmas masajean mi espalda, mis manos acarician su suave pelo, y tras unos segundos de tortura, por fin termina con el poco espacio que quedaba entre nosotros.
Sus labios saben cómo llevarme al cielo, y aún siendo el segundo chico al que beso, sé que es el mejor de todos.

-Yo también te quiero, Dylan. -esto es tan precipitado... Pero se siente tan insteso...

Sonríe de lado, me vuelve a coger la mano, y nos dirigimos hasta el Vips más cercano.

-¡Lydia! -me grita una voz tremendamente familiar desde la mesa de al lado del gran restaurante.
-¿Pablo? ¡Qué sorpresa! ¿Qué haces aquí?
-Estoy de vacaciones con mi familia. ¿Y tú?
-Estoy en un campamento con Vicky, y hoy nos han dejado el día libre aquí. -oigo un fuerte carraspeo.- Perdón. Pablo, este es Dylan. Dylan este es Pablo, un compañero de clase.
-Encantado, soy su novio.

Ese comentario me hace escupir el refresco que me había bebido.

-¡Lydia! ¿Enserio tienes novio?
-Sí. - sonrío tímida. No se me da mal esto de actuar.- Dylan tiene 18 años.
-¡Wow! ¿No es un poco mayor para ti?
-No. Solo son 3 años, no es nada. -responde el chico de los lunares por mí. -Bueno, Lydia y yo deberíamos irnos, tenemos que estar en media hora en el otro lado de la ciudad. Encantado de conocerte.
-Bueno Pablo, ¡ya nos veremos en el instituto!
-¡adiós! -responde él aún asombrado.

El resto del camino lo hacemos en silencio, oyendo el sonido de los artistas callejeros y los cláxones de los coches.

-Siento haber dicho que era tu novio, nena.
-No pasa nada, O'Brien, todos cometemos errores.
-Quero ser tu novio, créeme, más que nada en el mundo, pero quiero pedírtelo de una forma inolvidable.
-No te preocupes, eperaré lo que sea necesario.

El Campamento. {Dylan O'Brien} Donde viven las historias. Descúbrelo ahora