Treinta Y Uno.

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Ayer, cuando llegamos al hotel me metí en la cama y al momento me dormí.
Creo que todas las emociones me pasaron factura por la noche, porque cuando me desperté a las 2 de la madrugada a beber agua, creí ver por la ventana un acto sexual masivo, tipo orgía, no sé, la noche me confunde.

Ahora estamos bajando Eva, Clara, Vicky y yo a desayunar.

Cuando llegamos al comedor vemos a Tyler, Eliza, Theresa y a Cata terminando ya casi su comida, y después de coger la nuestra, nos sentamos con ellos.

-Lydia, perdona a Dylan ya, por favor. -dice Tyler de repente.- y antes de que preguntes por qué, te lo voy a explicar. Se ha pasado toda la puta noche lloriqueando e ideando maneras de que le perdones, y ni Ray ni yo hemos podido dormir.

-¿Quién es Ray? -pregunta Eva mientras se bebe el zumo de piña.

-Nuestro compañero de habitación. -contesta el moreno.- ¿no lo conocéis? - negamos con la cabeza.- es un chico que tiene una herida muy característica en el labio.

-Seguimos sin saber quién es.

-El de la enfermedad del beso, el que no puede besar a ninguna chica.

-¡Aaaaaaah! -exclamamos todas a la vez.- ¡el leproso!

Tyler pone los ojos en blanco y nos ruega que no nos pasemos con él.
¿Qué le vamos a hacer si ese es su apodo? ¡nosotras no se lo hemos puesto! Fueron las Alexas, Alexa 1 y Alexa 2, las personas más plásticas y falsas de todo el campamento.

-En fin. -dice Eli.- Nosotros nos tenemos que ir. Terminad de desayunar bien, luego nos vemos. -y Tyler y ella salen por la puerta.

-Cata y yo nos vamos ya. -habla Clara repentinamente.

-¿¡Ya has terminado!?

-Yo sólo desayuno una magdalena, ya lo sabes Vicky.

Cuando abandonan el comedor, justo entran Max y Jona, y les hago un gesto para que se sienten con nosotras.

-Chicas. -comienzo a hablar cuando se colocan.- ellos son Max y Jona, la mejor pareja del campamento.

-¿Jax? ¿Sois vosotros? -pregunta Eva emocionada.

-Los mismos. -contesta Max orgulloso.

Terminamos de desayunar tranquilamente, conociéndonos unos a otros y aprovechando los últimos 4 días que nos quedan juntos.

Eso sí, sin rastro del chico de los lunares, ese idiota no sabe controlar sus emociones.

Cuando terminamos de desayunar, me acerco al tablón de actividades a mirar qué actividad tenemos en el día. Hoy nos toca clase de actuación con el grupo... 11. ¡Bien! Así veré a Dylan y podré hablar con él.

Subo a la habitación, que como todas las mañanas está vacía, me lavo los dientes, y me dirijo al salón de actos.

Cuando llego, veo que Vicky y Theresa me han guardado un sitio a su lado.

-Hola chicas. -saludo.

-Hola Ly. -me responden al unísono.

-me siento junto a ellas y siguen su animada conversación dejándome a mí un poco a parte. Mejor, así puedo buscar a Dylan.

-Hola. -oigo un susurro en mi oído.

-Hola, emmm... Te estaba buscando.

-Yo igual... Sólo quería pedirte perdón por todo.

-Yo también me quería disculpar... Por enfadarme tanto. Si no me lo querías contar sería por alguna razón, y yo no lo respeté.

-Lydia, no tienes nada por lo que disculparte. Fui yo el que te mintió.

-¿me puedo sentar allí? -digo tímidamente señalando el asiento a su lado.

-Claro, linda.

-Hoy vamos a hacer clases de improvisación. -comienza a hablar el monitor.- Para empezar, necesitaré dos voluntarios.

Dylan y yo nos miramos y casi a la vez, levantamos la mano enérgicamente.

-Vosotros dos. -nos señala.- subid al escenario.

Cuando estamos andando por el pasillo oigo como nuestros amigos nos vitorean. Qué tontos.

-Bueno chicos, ¿cómo os llamáis?

-Yo soy Lydia y él es Dylan.

-Estupendo. -inmediatamente el monitor se pone a pensar.- Sois dos amantes. Os queréis, locamente, pero no podéis estar juntos, porque tú, Dylan, estás comprometido con la hermana de Lydia. Veamos qué sale de aquí.

-Lydia, yo... -inicia la escena él.

-No digas nada, por favor. Necesito aclarar mis ideas.

-¿por qué? ¿No estamos bien así?

-¡Estás comprometido con mi hermana! ¡No PODEMOS estar bien, VOSOTROS tenéis que estar genial! -hago una pausa.- ¿Sabes qué? Debemos terminar con lo que sea esto, no nos conviene a ninguno de los dos.

-¿esto? -exclama él casi al borde de las lágrimas.- a lo que tú llamas esto, se llama amor. -y entabla un monólogo impecable. Se mete en el papel a la perfección y actúa de manera inmejorable, tanto que cuando termina, todo el mundo se pone en pie y aplaude muy sonoramente.

-Ese es mi chico. -le digo al oído mientras saludamos.

-Esa es mi enana. -contesta él.

El Campamento. {Dylan O'Brien} Donde viven las historias. Descúbrelo ahora