Una mañana lluviosa de Octubre de 1988, Bill Denbrough construía un barquito de papel a su hermano menor Georgie.
—¿Seguro que no me meteré en problemas, Bill?
—No seas cobarde—respondió mientras terminaba de doblar el papel.—Iría contigo si no me estuviera muriendo
Bill tosió y Georgie le respondió que no lo estaba haciendo. El mayor le pidió que buscara la cera para que el barco flotara.
—¿Al sótano?—preguntó con miedo.
—Quieres que flote, ¿no?
El niño aceptó, agarrando su walkie talkie. Bajó por las escaleras, pasando por la sala, en donde pudo ver a su madre tocar su querido piano. Abriendo la puerta del sótano, intentó prender las luces de este pero no funcionó. Se recordó a sí mismo que era valiente y descendió, escuchando como la madera crujía.
Solo con mencionar que estaba lleno de cosas viejas y casi a oscuras, ningún niño querría entrar allí. Georgie se apuró a encontrar la cera, y cuando lo hizo, un par de luces pequeñas captaron su atención. Asustado, prendió su linterna y suspiró aliviado al darse cuenta que eran unas cosas de metal. Pero escuchó un ruido fuerte que lo aterró y subió corriendo nuevamente a la habitación de su hermano.
Bill terminó el barquito de su hermanito y él le agradeció con un abrazo, agarró su piloto amarillo y sus botas de lluvia a juego para salir a la calle y jugar con el agua.
—Ten cuidado—le dijo por su walkie talkie, lo que no sabia era serian las ultimas palabras que le diría al pequeño Georgie.
En la casa de la esquina de la calle Jackson, Bethany Redmayne se encontraba haciendo uno que otro garabato. A la rubia le encantaban los días de lluvia; todos dormían y ella hacía cualquier cosa para mantener su mente ocupada.
Miró por su ventana y sonrió al ver a Georgie Denbrough corriendo por las calles solitarias. No lo volvió a ver hasta que escuchó un "¡No!" salir por sus pequeños labios. Saltó sorprendida de su asiento y verificó que el niño estaba bien. Recuperó el aliento y fue a la cocina, donde se sirvió un vaso de agua.
Mientras volvía escuchó otro grito acompañado de la gran tormenta que se avecinaba y golpeaba su ventana. No vio al menor en la calle, por lo que agarró la chaqueta más cercana y corrió hacia afuera.
Lo que vió la dejó con una marca en su memoria.
Un rastro de sangre se expandía por la esquina de la calle Jackson, y la lluvia lo arrastraba hacia la alcantarilla.
Un par de gritos por su parte despertaron a la mayor, Michelle pero la sangre ya se había ido. Eso se la llevó, al igual que a Georgie. Esa tarde, la policía llegó a comenzar la investigación de la desaparición del menor. Pero no pudieron encontrar nada.
La vida de Beth cambió esa mañana. Quizás la de todo el pueblo también.
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FEAR [Richie Tozier]
Fanfiction¿Quien diría que Maine seria la cueva de un demonio capaz de convertirse en la peor pesadilla para los niños de Derry? Beth no lo creyó hasta que la desaparición de su novio cambió su vista por completo al tratar de enfrentarse junto a los perdedore...