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La rubia frunció el ceño, ¿los perdedores? Pensó en reírse al escuchar tal apodo pero no lo hizo por respeto a los niños que le salvaron

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La rubia frunció el ceño, ¿los perdedores? Pensó en reírse al escuchar tal apodo pero no lo hizo por respeto a los niños que le salvaron.

- Beth, un gusto conocerlos. —solo dijo.

- ¿Ben?—preguntó la pelirroja al reconocerlo — ¿Estás bien? Parece que eso duele.

- Estoy bien, solo me caí.

- Si, sobre Henry Bowers y sus orangutanes—respondió Richie y Beth sonrió un poco.

- Cállate, R-r-richie—dijo Bill.

- ¿Qué? Es la verdad.

- Déjame ayudarte.

La rubia ayudó a Eddie a curar al pobre Ben, Michelle la había enseñado como hacerlo. Beverly miró la hora en el pequeño reloj que reposaba en su muñeca, ya era demasiado tarde para quedarse con ellos.

- Mierda —exclamó —, se me hace tarde.

- ¿Tarde? Pero si son sólo las seis —preguntó Eddie —. Aunque, a decir verdad, también se me hace tarde.

- Ma-a-añana iremos a la cantera, por si quieren venir con nosotros. —ofreció Bill. La mirada de Beth reflejaba confusión, a pesar de que habló con él dos veces solo podía pensar en el pequeño Georgie.

- Sí –respondió confiada -, por supuesto.

- ¿y-y-y tú, Bev? –preguntó Bill con un rayito de esperanza en sus ojos.

- Sí –palmeo sus muslos como si no tuviese nada que hacer -, tal vez vaya.

Los ojos de Bill y los perdedores se iluminaron al recibir tal respuesta. No raccionaron a la despedida de Beverly ni la de Beth, sólo se quedaron allí, detrás de la farmacia, mirando el final del pasillo estrecho.

- Wow, se me paró –exclamó Richie de repente, interrumpiendo la paz y la tranquilidad de los chicos.

Era uno de esos días de verano en donde no te importaba salir a la calle completamente desnudo o desnuda con tal de recibir un poquito de brisa para refrescarte. Richie, Eddie, Ben, Bill y Stan estaban frente a frente con un enorme acantilado, teniendo como riesgo un salto casi mortal, pero con la gran recompensa en ese día: un refrescante chapuzón en un lago, sólo para ellos. Ese lago estaba un poco alejado de Derry, por lo que lo hacía más exclusivo y más personal.

Los Perdedores se miraron mutuamente, primero a la izquierda y luego a la derecha como un partido de tenis. Nadie tenía el coraje de saltar primero, sólo se limitaban a mirar. Se miraban mutuamente de arriba abajo, algunos con ganas de ver alguna erección dentro de los calzoncillos.

- ¿Quién irá primero? –preguntó Eddie un poco preocupado, mientras se tapaba la cara para no extrañar su inhalador.

- Yo no –contestaron al unísono.

Del ambiente silencioso donde sólo se hablaban los pájaros, una voz femenina inundó el escenario, trayendo alivio y un poco de inquietud de ellos a la vez. Tenían hasta temor de darse vuelta, pero sabían que no estaban solos, así que se dieron vuelta al mismo tiempo. Sus bocas se abrieron de par en par al ver a Beth desvistiéndose, provocando la erección de algunos. La rubia no estaba sola, sino que a su lado estaba Beverly, con una sonrisa igual de juguetona, excitando aún más a los chicos.

Se formó una pasarela directo al acantilado, dejando a Stan y a Eddie a la izquierda y a Ben y Bill a la derecha. Las chicas se miraron y decidieron mediante miradas que Beth salte primero y luego Bev. Los ojos de los chicos casi salían de sus ojos, no lo podían creer. La novia de Patrick prefería estar con ellos y no con su novio pasando una tarde calurosa.

Conforme pasaban los segundos, los Perdedores entraron en confianza y decidieron saltar. Uno después del otro. Chapoteaban y hacían guerra de agua sin perder la sonrisa ni las carcajadas y mucho menos los comentarios fuera de lugar de Richie.

Beth se sentía contenta, como con ganas de reír. Su sonrisa se borró lentamente cuando escuchó de una esquina del lago su nombre. Juraba que no había tomado ni fumado nada. Ella se acercó a la voz, se dio vuelta para ver si alguien la estaba viendo, pero nadie lo hacía. Siguió y siguió.

- Una tortuga –dijo una voz a lo lejos provocando la mirada de Beth -, me mordió una tortuga.

Ella no le hizo caso y siguió. Sintió comezón en sus tobillos, hasta que unas manos la tiraban hacia el lago, lo profundo del lago. La muchacha no podía gritar y veía todo oscuro, se dejó llevar, levándola a lo más profundo.

Gritó y gritó hasta que el agua era mucho menos que el cemento que había. Sentía olor a mierda y se escuchaban a las ratas ir de un lado a otro. Levantó su cabeza para observar el ambiente y se preguntó cómo llegó a unas alcantarillas. Miró a su alrededor y estaba en un dilema si gritar o no, pero decidió al cabo de unos segundos no hacerlo y tratar de encontrar la salida por su cuenta. Escuchaba risas, pero no risas comunes de niños o de grandes, sino una risa aguda que combinaba la diversión y el sufrimiento.

Beth sentía pánico, pero la sangre se le heló al ver la sombra de un payaso de dos metros acercándose a ella con un globo en su mano derecha. No podía respirar, y como un acto de defensa, comenzó a correr en sentido contrario. Se escuchaban las voces de niños susurrando "tu también flotarás" cada vez más cerca de ella. Después de darse cuenta de que estaba corriendo en círculos, decidió darse vuelta para saber si ese maldito payaso la seguía; pero no. Respirando, Beth se calmó, hasta que enfrente suyo estaba él, con una mano ensangrentada en la izquierda y un globo rojo en la derecha y una sonrisa macabra pero con rasgos infantiles, casi como los de un bebé.

- ¿Flotamos? –preguntó y al terminar comenzó a reír, provocando un grito desgarrador de la chica, un grito que esperó mucho tiempo sacar de su cuerpo. La chica tropezó con una roca al tratar de hacer marcha atrás, haciendo que se desplomara en el piso lleno de mierda.




- Beth, Beth –llamaba una voz.

- Despejen, le voy a hacer respiración boca a boca.

- Puaj, cállate Richie.

- A ver, oblígame niño de mamá.

- Ya verás... -seguían gritos que ella no comprendía. Sentía el pasto que estaba en su alrededor y, al abrir los ojos, sentía alivio de ver a su amiga allí, al igual que a los Perdedores.

Beth se agarró la cabeza, mientras trataban de decirle que se calme.

- ¿Cómo era ese payaso? –preguntó Ben inquieto.

- ¿p-payaso? –contestó desconcertada Beth.

- Sí, no parabas de decir que un payaso te perseguía –dijo Stan cruzado de brazos.

- N-no me acuerdo –mintió -. Me-mejor me voy a mi casa.

Se levantó sin decir nada, agarró su ropa y se subió a su bicicleta en busca de tratar de dormir un poco para poder despejarse. "me ahogué" pensaba mientras pedaleaba. Al llegar a la esquina de su casa, un oficial junto con una patrulla estaba en la puerta.

- ¿Señorita Redmayne? –preguntó el oficial.

- S-sí. ¿Por qué? –tenía miedo, pero no sabía por qué. Ella no hizo nada, y eso la calmaba

- Queremos hacerle unas preguntas.

- ¿Sobre qué?

- Sobre Patrick Hockstetter. Desapareció.

FEAR [Richie Tozier]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora