Eran uno de esos típicos días de verano donde los rayos del sol provocaban el sudor en la frente. Los perdedores se encontraban en las alcantarillas, tratando de encontrar algún rastro de Georgie. Bill los convenció de que allí podría estar escondido, aunque estaba un poco triste por lo que su padre le dijo al mostrarle su teoría de Los Barrens.
Bill el Tartaja tomó la delantera, seguido de su fiel compañero Richie, mientras que Eddie miraba con total repugnancia las aguas color gris y marrón, teniendo al lado a Stan con una cara similar.
— ¿No van a entrar?—preguntó el de gafas y Eddie negó.
—No, son aguas grises.
— ¿Qué diablos son las aguas grises?
—Es básicamente pis y mierda, así que solo les digo que están caminando entre millones de litros de orina de Derry. Así qu- ¿Es en serio? ¿Qué estás haciendo?—preguntó asqueado al ver a Tozier oler con un palo con el contenido de las aguas contaminadas.
—No huele a caca para mí, señor. —respondió con una de sus tantas voces.
—Puedo oler eso desde aquí. —se quejó
—Seguro es tu aliento que vuelve a tu cara.
Y así fue como otra pelea entre ambos amigos comenzó, pero fue interrumpida por Bill, quien había encontrado un zapato entre los desechos.
— ¡Ch-chicos!—llamó su atención.
— ¡Mierda! No me digas que es de-.
—No, G-Georgie usaba botas de agua.
—Entonces, ¿De quién es?
—Es de Betty Ripsom. —respondió Richie al leer el nombre dentro del calzado.
—Diablos, oh mierda —Eddie maldijo—. No me gusta esto.
— ¿Cómo crees que Betty se siente? ¿Corriendo por estos túneles con solo un zapato?—se rió de su propio chiste mientras los demás lo miraban serio.
— ¿Qué tal si ella sigue aquí?
Ante la pregunta de Stan, Bill se adentró aún más por las cloacas con la esperanza de encontrar a su hermanito, seguido por Richie.
— ¡Vamos Eddie, entra!
—Mi madre se infartaría si se entera que estuvimos aquí. Es en serio. —habló desesperado— ¿Bill?
—Si fu-fuera Betty Ripsom, querría que me encontraran. G-Georgie también.
— ¿Qué tal si no quiero encontrarlos?—preguntó y todos lo miraron atentos —. Es decir... No te ofendas Bill, pero no quiero terminar como Geor- —se detuvo al ver la dolida expresión de su amigo—. No quiero desaparecer también.
—Él tiene razón. —opinó Uris.
— ¿T-Tú también?
—Es verano, deberíamos estar divirtiéndonos. Esto no es divertido —Richie miró a Denbrough y levantó sus hombros, sin saber que hacer—, es aterrador y desagradable.
Por uno de los tantos caminos del pequeño rio que se conectaba a las cloacas, la nueva víctima de Henry Bowers caía desangrándose. El chico nuevo, Ben Hanscom.
Por otro lado estaba Patrick Hockstetter, quien buscaba al chico nuevo por orden de Bowers. Intentó seguir su rastro, llegando a la entrada a las alcantarillas.
—Te escucho, tetitas. —habló mientras se adentraba allí —. No pienses que puedes quedarte aquí todo el maldito día.
Hockstetter siguió el camino en el que se escuchaban pisadas, sacudiendo su aerosol y prendiendo su encendedor para generar fuego y ver en los oscuros túneles.
—Nos encontraste, Patrick. —susurró una voz. El mencionado se acercó a la zona proveniente a esta. — Nos encontraste, Patrick.
Él prendió una llama para iluminar el camino, encontrándose con unos rostros putrefactos que le sonreían de manera demoníaca. Sus ojos azules se llenaron de pánico y terror mientras un grito ahogado salió de su garganta abruptamente. No dudó ni un segundo en pensar qué hacer y salió corriendo en dirección contraria, tratando de salir por donde entró.
Corrió tan rápido que se tropezó con, seguramente, un pedazo de mierda, cayendo de cara a las aguas grises. De tantos nervios que recorrían por su cuerpo, Patrick no podía pararse, hasta que lo logró después de dos intentos más.
Se tomó medio segundo para mirar atrás y contemplar las sombras que se veían en las alcantarillas gracias a la poca luz solar que ingresaba. Eso bastó para que Patrick volviese a girar y se encontrase con que su salida estaba obstruida por unos barrotes. Él podía jurar que entró por ese hueco. Se giró otra vez para saber si lo perseguían, pero se encontró con un globo frente a él, a unos pocos centímetros. El globo rojo que decía "I Love Derry" crecía y crecía hasta romperse, dejando ver a una persona vestida de payaso, con un líquido rojo cayendo de su boca y con una risa tétrica. No tuvo tiempo de gritar, porque el payaso se acercó hacia él muy rápido.
La rubia y la pelirroja caminaban y se reían a la vez. Era la primera vez en mucho tiempo que Beth no se reía tan seguido. Recorrían las calles de Derry como si fuesen amigas desde hacía mucho tiempo. Bev palmeó sus bolsillos buscando sus amados cigarrillos, hasta que sus ojos se desviaron hacia la mano de Beth.
— ¿Quieres? —preguntó la rubia con un cigarrillo blanco entre sus dedos pálidos.
—Gracias—respondió y lo tomó vergonzosamente.
Se toparon con la farmacia de Derry, la más grande de Maine. Beverly apagó el cigarrillo de Beth y lo dejó a un lado de la farmacia. Le dijo Beth si la podía esperar ahí afuera y entró. Ella se apoyó a un lado de la farmacia y encendió un cigarrillo, le quedaban sólo dos más.
Relajada y disfrutando del tabaco, la rubia escuchó una voz reconocida, una voz de un chico joven. La voz y las expresiones de Richie eran inconfundibles para cualquiera. Beth se asomó lentamente al pasillo estrecho y allí estaba él con un chico que, por su expresión en la cara, se veía adolorido. Era su oportunidad para disculparse y agradecerle por el hecho reciente de su novio y su amigo en el cine.
Se acercó confiada y notó que el niño sentado tenía algo marcado en el lado izquierdo de su vientre en forma de H.
— ¿Henry Bowers te hizo eso?—preguntó algo estúpido y lo sabía, pero quería saber la respuesta para despejar sus dudas.
—S-si —contestó tocándose el estómago.
Beth miró a Richie, que parecía atontado por su belleza.
—Estás rojo—dijo tocándole el hombro ya que no parecía respirar —, y duro.
—Como mi pene —dijo Richie bocazas, no podía faltar su comentario fuera de lugar. Ben chocó la palma de su mano con su frente mientras Beth tenía una mirada de asombro e incomodidad.
Sintió otras presencias que se acercaban a ella. Eran Eddie, Bill y Stan con un equipo de vendajes y gasas entre sus manos y acompañados de Beverly.
—Ah, aquí estás —suspiró aliviada Beverly—. Ya que estás aquí, quiero presentarte a Los Perdedores.
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FEAR [Richie Tozier]
Fanfiction¿Quien diría que Maine seria la cueva de un demonio capaz de convertirse en la peor pesadilla para los niños de Derry? Beth no lo creyó hasta que la desaparición de su novio cambió su vista por completo al tratar de enfrentarse junto a los perdedore...