Capítulo 6.

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—¡James!—oigo gritar a Alice—¡Dios! Tienes el ojo morado

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—¡James!—oigo gritar a Alice—¡Dios! Tienes el ojo morado.

—Ese idiota te había intentado pegar otra vez, no podía dejarle.

Une los dedos de su mano con los míos y acaricia mis nudillos.

—Dime la verdad, Alice. ¿Cuántas veces te ha pegado?

—Prefiero no hablar de eso, James, es pasado. Tu madre dice que te ha traído Frank desde San Mungo.

Asiento con la cabeza.

—Es culpa mía, nunca debí salir con ese chico.

—No, no, no es tu culpa, Ali. No digas eso, ¿vale? No te mientas.

—Si no habría intentado llamar tu atención con ese idiota, tu ahora estarías bien, quien sabe, quizás no estuviéramos juntos, pero por lo menos no tendrías un ojo morado.

Reí.

—No digas más idioteces, Ali. Estoy bien, sólo ha sido un puñetazo, el ha salido peor.

—¿puedo quedarme a dormir aquí?

—¿qué clase de pregunta es esa, Alice?

Ella río y se puso una camiseta que le quedaba por las rodillas.

—¿por qué hasta con el ojo morado e hinchado te ves sexy?

—Viene en la sangre Potter, nuestro lema es: Sexy hasta con heridas.

Ella río y se tumbó al lado mío en la cama.

—James, James, el día que dejes de ser un egocéntrico me casare contigo.

—¿has dicho casarnos? ¿tu y yo?

—¿qué?—las mejillas de Alice habían cambiado a color rojo tomate.

—Has dicho: el día que dejes de ser un egocéntrico me casare contigo. Lo he oído, y ya no hay vuelta a atrás, Longbottom.

—Es por el cansancio, mi cabeza a estas horas no funciona.

—No pongas excusas.

—No es una excusa.

—En el fondo me amas y no puedes vivir sin mí.

—Claro, James. Piensa eso.

—¿acaso estoy mintiendo, Alice?

—No—dijo rápidamente y en un susurro—Ahora cierra el pico, quiero dormir.

—Perdona, dormilona. Buenas noches, Ali.


Al Carajo La Maldición Potter || Jalice. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora