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Han pasado tan sólo tres semanas después de Michael y yo no reconciliamos, cada día que pasa me siento más enamorada de él y sus cosas. Siempre anda molestando, abrazándome, diciéndome cada vez que puede que es lo mejor que le ha pasado en su vida. Le creo, sé que es así, porque también causa ese efecto en mi. A veces tiene momentos en que tiene que salir de viaje días, y lo extraño, lo necesito y deseo estar con él, pero cuando vuelve, el amor se vuelve más intenso entre nosotros.

A veces retrocedo mi casette hacía el pasado y me pongo a pensar e imaginar ¿cómo es posible que me haya enamorado de alguien, cuando me juraba a mi misma no hacerlo jamás en mi vida? Pero aquí estoy, feliz y dichosa de la vida. 

En ocasiones discutimos porque quiero trabajar pero él a veces se niega en darme ese permiso, me dice que estoy en todas las comodidades ya que en Neverland no me falta nada y es cierto, no me falta absolutamente nada, si quiero un vestido, rápidamente él saca la tarjeta y me dice que lo compre cuando sea posible. Pero también quiero tener un poco de la independencia con la que siempre he sido criada desde que nací en mi querida Francia.

Mi hermano José, me ha contado que está saliendo con una chica llamada, Valentina. Es latina, se fue a viajar a Francia por cuestión de estudios, ya que fue transladada y mi hermano, fascinado. Luego me contó con Chloe fue corrida de la empresa donde anteriormente había trabajado por haber hecho un robo y eso me tomó bastante por sorpresa, sabía que Chloe era una arpía ¿pero tanto? no lo podía creer. 

Mi mamá siempre me pregunta que cuando le voy a dar nietos, y no es que no los quiera, pero me siento aún muy joven para tener niños ahora. Quiero un poco más de mi libertad antes de agarrar una responsabilidad tan grande como un bebé. Está noche saldré con Michael a celebrar nuestro quinto mes de ser novios, y estoy muy emocionada, porque me ha dicho que habrá una sorpresa muy especial para mi. Me he colocado un vestido color negro de encaje  y falda larga pero descotado por la espalda, algunas joyerías para no dejarlo tan simplón y me hecho un recogido. Me maquillé conforme a la ocasión y salí disparada hacía el restaurante donde quedamos. 

Cuando llegué, vi que no era un "restaurante" lo que él me había mencionado, de hecho era una terraza, donde había un mesa adornada con una mantel color beige y velas con una botella de Champage al lado. Cuando avancé unos cuantos pasos alguien cubrió mis ojos y mandé mis manos hacía ellos, y ahí, sentí el tacto cálido que me tapada mi vista. Luego él se acercó y me murmuró cerca del oído.

—Te ves preciosa y sexy con ese vestido. 

Giré sobre mi talones para darle la cara y me encontré con la sonrisa más hermosa que pude y siempre presenciaré todos los días de mi vida. Lo abracé por el cuello, rodeando su nuca y clavé mi cabeza sobre su hombro inhalando su rico y exquisito aroma a vainilla y lavanda. 

—Oye, pero que bien hueles. 

—No más que tú, chiquita mía. 

Sonreí levemente y él empieza a menearse junto conmigo, poco a poco y muy lentamente cierro los ojos y me dejo llevar de su ritmo, que me lleva a la octava maravilla: El estar con él. Cuando me giro dándole la espalda pero él aún abrazándome y clavándome su cabeza sobre mi hombro, vuelve y murmura muy cerca de mi oído.

—Abre los ojos.

Sin pensarlo, los abro y me encuentro con una magnifica sorpresa. Un gran cartel que dice: "Marry me?". Rápidamente poso mis manos sobre la boca en señal del asombro y sin aviso, un par de lágrimas recorren mis mejillas. Sin más, me giro y grito mil veces que sí. Me recreo por dentro, repitiéndome que soy la mujer más feliz del universo entero y que haber conocido a Michael fue una de las cosas más hermosa que me ha pasado en mi vida. 

Cuando estoy más calmada, nos dirigimos hacía la mesa, él jala la silla para mi y después se inclina, cubro mi rostro con las manos y me repito para mi misma: "No puede ser que esto, esté pasando".

—¿Estás nerviosa?

—Un poco, sí... 

—Dame tu mano... 

Se la ofrezco y en eso, mete su mano hacía su bolsillo derecho y saca una pequeña cajita. Ahí, me muestra ante mi, un maravilloso anillo. Extiendo un poco más la mano y éste coloca el anillo en el dedo correspondiente, y seguido de esto, da un beso corto sobre los nudillo de mi mano. Más después se sienta y llama al camarero, ahí, nos sirven un poco de Champage y al rato, trae los platillos. Él levanta la copa y yo imito su acto, contenta.

—Brindo por ser la persona más afortunada, porque encontré el amor de mi vida. La compañera con la que quiero compartir mis aventuras, mis secretos, mis tormentos y mis triunfos.

En ese momento, se me hizo un gran nudo en la garganta de felicidad. Dicen que la probabilidad  de ser golpeado por una estrella fugaz es de diez mil millones. Haber encontrado a Michael fue un milagro más grande que ese. No quería que se acabara, era perfecto su compañía, me daba una grata paz y tranquilidad. Siempre andaba con sus pequeñas bromas y chistes pero también era serio e inteligente a la hora de platicar. Era algo así... como: "Perfecto". 

Cuando acabamos la cena, que estuvo realmente deliciosa, nos dirigimos hacía una discoteca, mover el esqueleto podría haber sido otra opción muy buena para cerrar con broche de oro una noche tan mágica como la que estaba teniendo en este momento. Llegando, nos sentamos en una de las mesas, ahí pedimos algunas bebidas y empezamos a tomar. Pasadas dos horas, sentía que ya la cabeza, me daba algo de vueltas, así que preferí salir y darme unos cuantos pasos en la pista. Mientras no perdía de vista a mi chico de cabellos rizados, él me observaba con una enorme sonrisa de oreja a oreja mientras seguía moviendo mis caderas, en ese instante, alguien se acercó y me tomó de la cintura.

—Hola, preciosa, ¿Estás libre, esta noche?

—¿Qué?  

No podía coordinar bien mi cuerpo, sabía que en cualquier momento saldría disparatada directo al suelo, pero mis oídos aún no me fallaban, así que pude escuchar claramente un estruendo y vi que alguien cayó bruscamente sobre el piso y justo, me giré, era Michael quién me observaba con sus ojos tan penetrantes que echaban chispa a la vez que miraba al tipejo ese que se me había insinuado. Así que Michael me tomó en brazos y me sacó de aquel lugar y me metió inmediatamente al carro.

  —Vamonos Bill, no tenemos nada más que hacer aquí.

Michael tan rápido como dio órdenes Bill arrancó el auto directo hacía nuestro hogar, mientras yo estaba recostada sobre el hombro de Michael y mareada hasta donde no más. Mientras eso, él acariciaba cada hebra de mi cabello hasta que algo captó mi atención y me alarmé inmediatamente. Tomé su mano y lo miré asustada.

—¿Qué te pasó?

—Tuve que darle una paliza a alguien, porque se estaba propasando con mi chica. 

Dice mientras sonríe de medio lado y me da un pequeño beso en la punta de la nariz.

  —Anda, descansa. 

Añade mientras se saca la chaqueta, la pone sobre mi y posa mi cabeza nuevamente sobre su hombro. 

¡Chicas! Por fin les traigo capítulo y lo sé, estaba algo ocupada, el mes pasado sucedieron un montón de cosas... Que próximamente quizás revele por medio de una novela que tengo planeada, subir... No tiene nada que ver con Michael Jackson, digamos que es algo más personal mío, pero si desearía que me apoyaran como lo han hecho en todo este tiempo. Gracias por leer. No olviden votar y comentar. Eso me hace saber que les gustó. 

Love in France © {TERMINADA}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora