Tun, Tun, Tun. La puerta, estaban tocándola. Otra vez. Carolyn se apoyó sobre sus codos con el sueño aun presente, viendo aun las penumbras de la noche. Ella calculaba que eran alrededor de las 3 o 4 de la madrugada, si no es que más. Su marido aún no se daba cuenta de que estaban tocándola de nuevo, él era de sueño pesado, por lo tanto, no despertaría en un buen rato. Trato de incorporarse pero algo se lo impidió. Le dolía la muñeca, con un poco de esfuerzo, prendió la lámpara de porcelana con dibujos jeroglíficos de antiguos egipcios que estaba en la mesita de noche. Dándole a divisar la imagen de que su muñeca, estaba rasgada. La piel estaba algo sobresaltada por el daño. Pareciera como si un gato enorme – como un león – la hubiera arañado varias veces seguidas. Estas heridas no llegaron a expulsar sangre, pero si dejaría la marca por unos días.
“-¡Yo voy!” Grito una de las niñas, no se había dado cuenta de que seguían llamando. Al ver que nadie atendía, una de sus niñas decidió ir a abrir. La idea la aterrorizo, la persona que estaba del otro lado –cual no sabian quien era aun- podría tener malas intenciones, y no dejaría que le pasara nada a su bebe. Dejando a un lado su “incidente nocturno” se levanto, viendo a Andrea correr por el largo pasillo. “Algo anda mal” se dijo. El piso rechinaba mas de lo que había escuchado hacia un par de horas, las paredes estaban de un color café marron obscuro –anteriormente era color hueso, algo que le extraño demasiado- pero eso no era todo. El pasillo parecía infinito. Al principio eran unos 2 metros o mas, ahora, percia que fuesen 10 o mas. Su hija se veía cada vez mas lejos, no podía creerlo. Empezo a correr un poco, haciendo que el piso resonara bajo sus pies a cada paso que daba. Hasta que la alcanzo. La tomo de una mano y bajaron juntas las escaleras.
-Ve y siéntate ahí cariño, pronto volveré. ¿Vale? –Aseguro tomando por segunda vez las llaves.
-Está bien, madre.
Fue hacia la puerta, teniendo en cuenta el procedimiento de siempre. Eran las 2:47 de la madrugada, según había notado en el gran reloj que tenían en el lado inferior derecho del pórtico. Según le comento su esposo. Suponía que era un niño el que tocaba la puerta, ella no lo creía. Ninguna madre en su sano juicio dejaría a sus retoños salir a esas horas de la noche, y completamente solos. Abrió la puerta, encontrándose con lo mismo que hacia un rato, con la simple luna y los lobos aullando. “¡Mierda! ¿Por qué tocan la puerta así, si no van a estar presentes cuando la abran?” Maldijo para sus adentros.
Tomando en cuenta que no había nada, se volteo a ver a Andrea, aun en la cocina donde ella le dijo que se quedara.
-No hay nadie. Recuérdame que cuando vuelvan a tocar la puerta en la noche, no la abra. –Rodeo los ojos fastidiada por la situación.
- ¿Madre?- Le llamo con un tono casi inaudible.
- ¿Si, cielo?
- Hay algo detrás de ti. – Comento dejándole helada la sangre a la anteriormente nombrada.
Dicho eso, Carolyn dejo su tarea anterior volteándose muy rápido para ver que quería la persona y reclamarle la fuerza que estaba usando al tocar. Las cosas no eran gratis ni baratas para que las trataran así. Se encontró con una mujer vestida de color hueso, sombrero negro que le tapaba parte de la cara –lo único que se le podía apreciar era la boca, perfectamente pintada de un color rojo pasión- portaba unos guantes del mismo color que el vestido, y zapatos de tacón aproximadamente de 10 cm.
-¿Puedo ayudarle en algo, señora? –Pregunto viéndola con cara asombrada. “Se mira una persona decente y de categoría. ¿Qué hace en una casa tan humilde y a las casi 3:00 de la mañana?” Cuestiono en su conciencia.
La mujer solo estiro el brazo, Carolyn miro lo que traía en las manos. Una carta. La tomo en sus manos, viendo si había alguna etiqueta o algún dato de la persona que lo envió. Pero no había nada, solo era el sobre –con la carta dentro por supuesto-.
-¿Una carta? ¿De quién es esta carta?- Dirijio su mirada nuevamente a la mujer. Pero había desaparecido. Saco la cabeza un poco, en busca de la mujer. Pero, pareciera que se hubiera esfumado. Lo que no sabía era, que esa “desaparición” era el comienzo de lo que algún día… Se convertiría en su muerte en vida.
Ese echo fue muy extraño. “¿Seria ella la que estaba llamando hace una horas?” Pensó Andrea.
Hacia horas atrás,- después de que su madre las “acostó”- las 5 niñas se levantaron de sus camas, dispuestas a llevar acabo el juego nocturno de siempre. Ella prendió una vela para que sus hermanas Christine y April no se asustaran.
-Vale, ¿Quién empieza? – Comento Nancy.
- Eh de empezar yo. Yo soy la mayor y tengo mejor memoria.
- Pero si ni siquiera conoces esta casa, Andrea. Déjate de tu lema “Yo soy mayor que ustedes, por cual yo eh de tener lo mejor”. El juego lo hemos creado todas, esta vez me toca a mí. –Replico Cindy, harta del comportamiento autoritario y “superior” de su hermana.
- Cindy tiene razón.
Andrea no tuvo con que contestarles a sus hermanas y/o replicarles, sabía que tenían razón. Hacía mucho tiempo que tomaba su edad a favor, provocando que sus hermanas poco a poco la aborrecieran. Solo esta vez, dejaría que esas mocosas tituladas hermanas, iniciaran.
By: Tabata Tu Escritora