Capitulo 4 (Ella)

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Cindy le pidió a Andrea que le vendara los ojos con un pañuelo que tenían en el baúl. Donde guardaban cada una sus cosas. A decir verdad, la habitación era bastante grande, a comparación de las demás, era la mayor. Contada con un gran pasillo, al topar con la pared había un gran ventanal con las rejas oxidadas por el tiempo y el uso, del lado derecho había una cama, pegada contra la pared dando la parte donde se posan las almohadas arriba y en donde descansan los pies, dando hacia la puerta. Esta cama era igualada por la otra, cual era un poco mas pequeña.

Paso seguido las niñas hicieron una cuenta regresiva.

-¡10…9…8…7…6…5…4…3…2...1…0!- Las demás niñas se fueron a esconder en alguna parte de la casa u habitación.

Cada una escogió su escondite, Andrea empezó a palmear sus manos, para así darle la pista Cindy del lugar donde se encontraba. Lo cual a ella le favorecía, nadie conocía la casa, pero ella…Si.

“Eh de estar loca –se replico- ¿Por qué siento esto? Yo nunca eh estado aquí…Es realmente extraño. Esto es una idiotez.”

Sacándola de sus pensamientos escucho que tocaban la puerta, seguido de gritos entre sus figuras paternas. Los aplausos de apagaron y los pasos se dejaron de escuchar. Andrea, aun en su escondite –cual era un gran armario lleno de ropa vieja, que de seguro los anteriores miembros la habían abandonado ahí. O simplemente olvidado-  le dio una gran curiosidad el saber por se habían detenido.

Pocos segundos después, palpo una mano sobre su boca. Andrea lanzo un grito ahogado, trato de morderle la mano a su atacante, fue en vano.

-¡Chssst! Nos va a oír. – Le soltó.

-¿Qué te ocurre, Christine? ¿Por qué dices eso? – Exaltada y un poco preocupada, abrazo a su hermana.

- Es ella, Andrea. Es ella. – Andrea sentía las lágrimas de Christine mojando su camisola. Sin embargo, no le importo.

- Tranquila, ¿sí? Todo está bien.- La separo un poco y le miro a sus pequeñas orbes cafés.- No pasara nada. Ve, y diles a las demás que ya es hora de dormir. No queremos que mama nos descubra levantadas a esta hora.

- Esta bien…

Rato depsues, Christine llego con las demás. Ninguna dijo una palabra, cual cosa que ra realmente extraño. “Seguro es por que cancelamos el juego” pensó Andrea. Todas se acostaron en sus camas y durmieron un poco, o al menos, no todas.

Pasadas las cinco de la mañana, Christine empezó a soltar pequeños quejidos. Acomodándose en la acogedora cama, su pie, alguien lo había jalado.

-Mh… No… Es gracioso, Nancy.- Musito con todo el sueño encima y con los ojos aun cerrados.

-¿Qué?

-Deja mis pies en paz.- Sus voz a esa hora era áspera y rasposa, pareciera su padre por la noches en las que se emborrachaba gracias aun problema con su madre, pero después llegaba y se disculpaba, entre cada palabra saltaba un pequeño “hip” pues el alcohol tenia esos efectos en cualquier persona.

-Agh… -Dijo con fastidio, colocándose la almohada sobre la cabeza.- Cállate, yo no te eh echo nada.

- Si, claro.

-Silencio, déjame dormir.

(...)

Dias que se convirtieron en semanas pasaron. Carolyn ya había conseguido un colegio para sus niñas, los “incidentes” nocturnos ya no estaban. Era de noche, el silencio dominaba la habitación, era un silencio absoluto. Pero, algo interrumpio.

-¡¡¡Ahhh!!!

Sus hijas.

By: Tabata Tu Escritora

El Conjuro [La Verdadera Historia]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora