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La mañana siguiente, a las 9:34 am, se encontraba sentado frente a una hoja de examen de química, preguntándose por qué no había podido caer encima de su brazo derecho y no izquierdo. Maldecía en su mente antes de poner su nombre y la fecha. ¡Ni siquiera sabía la fecha! Suponía que todos ya iban por la segunda parte del examen y el todavía estaba ahí, fulminando la hoja con la mirada esperando que esta desapareciera y no tuviera que presentar el examen. Diciendo lo mucho que odia a esa profesora, ese colegio, las personas de ese colegio y a su padre por inscribirlo ahí. Sí, estaba exagerando, solo era un examen, pero ¿se imaginan cómo reaccionaría Ámbar si se encuentra con una baja calificación de parte de su único hijo? Lo mataría y no lo dejaría salir nunca. Joder, qué mal día.

Esa mañana había llegado tarde, pero tenía la justificación del médico, pero justo tuvo que utilizarla en clase de química, ¿no? Deseaba haber tropezado con las escaleras y fracturarse la rodilla, o cortarse con la hoja de papel las venas. Pero se encontraba ahí, la hora de salida al recreo casi llegaba y el no había escrito una sola palabra.

—Señor Robinson, ¿hay algún problema con la prueba escrita? — preguntó la vieja profesora que odiaba sin razón alguna Zack — Llevo rato observándolo y no ha escrito ni siquiera su propio nombre.

—No, no tengo ningún problema es que estoy mareado, olvide ponerme anestesia esta mañana y me duele, y el dolor sega y duele, duele mucho — chilló, toda la clase se volvió para verlo.

—Esa no es excusa, Zack, ve a dirección.

—¿Usted planea enviarme a dirección todo el tiempo? — cuestionó Zack levantándose de su asiento y recogiendo sus cosas para ir con la directora Olivia.

—Mientras me de más razones... — se encogió de hombros y se dirigió a abrirle la puerta.

Zack salió por ella y estuvo a punto de ir a la dirección pero se dio cuenta de que no quería así que fue al jardín a escuchar música hasta que se haga la hora de recreo. Cuando sonó la campana se quitó los auriculares y buscó con la mirada alguna cara conocida. La primera cara que vio fue la de Stacy, y por suerte ella también lo vio a él así que trotó hasta el árbol donde se encontraba sonriendo.

—¡Zack! ¿Cómo te sientes del brazo? — dice y le acaricia la mejilla, iba a hacerlo con el brazo pero debía dolerle así que cambio de lugar rápidamente.

—Me siento bien, no duele, solo cuando trato de moverlo — contesta encogiéndose de hombros causándole un ligero dolor en el brazo izquierdo.

—No lo muevas.

—Grandiosa idea, no lo había pensado antes — dijo sarcástico y Stacy ríe nerviosamente —. ¿Qué harás al salir de la escuela?

—Iré a casa, supongo — se encoge de hombros lentamente y pone una cara triste, pero la quita al instante.

—¿Quieres ir por un helado?

—Sería maravilloso.

Zack asintió con la cabeza, no sabía por qué no lo había hecho antes, era tan sencillo. Maya, Evan, Paige y medio mundo tenía razón respecto a eso, él era el único que no entendía, hasta ahora. La relación que llevaba con Stacy estaba en perfectas condiciones, ambos eran amigos, el único problema era que ella tenía un tabú con la edad. Pero eso es algo que se resolverá después. Mientras tanto, Zack solo tratará de enamorarla antes de la graduación, y posiblemente ir al baile con ella. No estaría mal.

—¿Ya está todo listo para el concurso? — preguntó para romper el silencio.

—Sí, de hecho las inscripciones ya están cerradas, los participantes tienen tiempo de practicar toda esta semana y la siguiente. ¿Maya ya está preparada?

Solo Bésala ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora