Los endemoniados nubarrones invernales acechaban el país y Slaine seguía hundiéndose cada día más en su dolor, el frío del invierno que azotaba contra su piel no era nada en comparación con el hielo de su corazón, porque sabía cual era su castigo, pero incluso él, una vez cansado de lamentarse, cuando dejo de arrepentirse se olvido incluso del porqué estaba ahí, ignoraba todo, él soltaba constantemente las sensaciones, aquellos sentirés que en otro tiempo le hicieron ser él, se estaba perdiendo.
Inaho volvió a visitarlo, llevaba bajo su brazo un tablero de ajedrez y pareciera mostrar inconformidad ante su nula cantidad de suéteres, porque no se abrigó y eso parecía no gustarle al contrario, pero todo era tranquilo, la brisa entraba y enfriaba los alrededores, las luces apagadas y el ambiente tan triste, pero tranquilo, reconfortante, para Slaine aquello era uno de los únicos placeres que podía permitirse, tranquilidad, una vez armado el tablero y con las piezas en sus respectivas posiciones todo estaba en orden para comenzar a jugar.
El encuentro duró hora y media —y aún no concluía—, largos minutos para Inaho y un quedo suspiro para Slaine quien ahora solo vivía.
—Como me gustaría estar vivo —susurro quedamente dejando expuestos sus deseos al castaño, mientras movía al caballo de posición.
Inaho observó la cara sin expresión contraria, trato de encontrar algo en los ojos vacíos, sin éxito alguno, parecía que en verdad todo se había ido al demonio, Slaine se perdía, dejó ir sus dolores y arrepentimientos, pero también su sensación, su conciencia seguía ahí, pero se fragmentaba día con día, momento a momento, con cada respiro, con cada idea.
—Estas vivo ¿no?
El contrario abrió ligeramente los ojos, exaltado de haber sido sorprendido con aquella frase inculpatoria entre sus labios, pero era egoísta desde su punto de vista, estaba dejando atrás aquel recuerdo de Asseylum, podría correr detrás de él, alcanzarlo, pero no quería, lo miraba, cada día se alejaba más y él lo permitía, por eso era una mala persona, dejaba ir lo que le recordaba sus crímenes y todavía se permitía anhelar, egoísta.
—Una cosa es estarlo, yo... quiero sentirlo.
De nueva cuenta su mente y su cuerpo se unían para traicionarlo, su propia lengua se enredaba confundida entre la maraña de sentimientos e ideas que era su mente, estaba sin defensas y sin poder hacer nada para evitarlo los penosos deseos se escapaban de entre sus labios, no merecía vivir, ¿por qué pensaba en el porvenir? Solo se torturaba, su mente jugaba con él, se sentía un gran idiota.
—Podrías comenzar intentando, ¿no?
El conde río de manera cínica, tan fuerte y profundo que juraba que los guardias que hacían sus rondines escuchaban sus carcajadas.
—Afuera es un asco.
Se instaló el silencio, la incomodidad de la calma forzada, sin decir o siquiera dirigirse la palabra continuaron su juego tranquilos, la mente de Inaho trabajaba, implacable tratando de llegar a aquella solución, Slaine era un enigma, un verdadero problema y el le prometió a Seylum ayudar ¿cómo iba a ayudar a aquel que no quería ser ayudado?
—¿Por qué es un asco?
Un nudo comenzó a crecer en la garganta del más alto, se deslizaba como un gusano por su tráquea, se expandía, la fricción imaginaria de aquella cosa en contra de la mucosidad de su esófago se sentía asquerosa, Slaine quería llorar, otra vez y él creía a esas agónicas sensaciones desligadas de su corazón.
—Me enferma mi vida.
Otro silencio, dos, cuatro, ocho movimientos en el tablero, ambos en un armonioso pero indeseado silencio, cada uno tenía suficientes problemas como para pensar en aquel que se abría paso frente a ellos, era como si se ignorarán mutuamente, pero aunque Troyard ignorará al chico de ojos granate, el castaño no podía ignorarle a él, porque él era precisamente su problema.
—¿Por qué bat?
Aquel tedioso cuestionamiento de nuevo, no quería que indagará más allá, pero tampoco tenía motivación alguna para negarse, el conde era más susceptible aquel día, porque aunque alejará al mundo, aunque dijera que debía sufrir, no lo quería en verdad, de forma inconsciente buscaba ayuda, para su sorpresa sin aquel motor analítico en el ojo, el Kaizuka era un completo idiota hablando de emociones.
Suspiros quedos escapaban de los agrietados labios del conde y una idea se instalaba en la mente del castaño.
—Porque odio que a pesar de todos mis errores, mi vida sea tan buena.
Eso dejó sorprendido a Inaho, tal revelación seguramente salía de los rincones más oscuros del mismo Slaine.
—Todos cometemos errores.
El rubio cenizo rió con sorna.
—¿Y casi conquistan un universo?
El piloto de la unidad de entrenamiento casi ríe ante aquello.
—Eso es un beneficio que solo pocos gozan bat.
Se miraron a los ojos, el turquesa contra el café, se desafiaron con la mirada, pero terminaron riendo, Kaizuka Inaho estaba riendo y eso era sorprendente para Slaine.
—Creí que tu risa sería más singular —confesó Troyard.
—¿Esta mal? —cuestionó el castaño con la seriedad de vuelta en su rostro.
—Es perfecta.
Otra afirmación que hizo que los ojos granate se ampliaran sorprendidos.
—Vámonos juntos.
La repentina pregunta dejo exaltado al contrario, pero habría cierta euforia corriendo por su torrente.
—Es una mala broma orange.
Slaine se dio la vuelta dejando a la vista únicamente su espalda.
—Lo sería si estuviera bromeando.
Ahora los orbes aguamarina eran los que se ampliaban en sorpresa, la mente de Inaho trabajaba ¿qué mejor remedio para calmar a alguien...?
Inaho abrazo a Slaine.
El rubio cenizo no podía procesar los sucesos, pero sentía el calor ajeno contra su fría piel, sentía la honestidad y peso de las palabras del Kaizuka.
Y en aquel abrazo reapareció aquello que creía extinto, su dolor, su remordimiento, aquellas culpas tormentosas que escapaban por sus ojos en saladas cascadas, correspondió al abrazo del castaño y lloro en silencio contra su hombro, permitiéndose la gracia de ser consolado.
Después de llorar por un tiempo considerable Saazbaum se había calmado lo suficiente e Inaho seguía para su compañía, reapareció otra sensación perdida.
Vergüenza.
El rostro hinchado del mayor se tintó de rojo y entre tartamudeos trato de decir a Inaho algo que siquiera el castaño logró comprender, solo observó la hora en la pantalla de su celular.
—Tengo que irme Slaine, te veré después.
La cara del chico se volvió más roja, le llamó Slaine y una sonrisa boba pintó su cara, por primera vez en semanas, meses, por primera vez sonreía sinceramente, veía la espalda contraria alejarse y por impulso de nueva cuenta, sintió la necesidad de decir solo una frase.
—Gracias.
Inaho se sorprendió ante aquello, pero dejó que una sonrisa casi imperceptible pintará su expresión sin emoción, una sutil sonrisa que el contrario noto, dio una reverencia antes de salir.
Y Slaine volvió a envolverse en la gracia de la soledad.
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Heartless
Fanfiction無情な | Cuando Slaine se dió cuenta de que falló a todo aquello en lo que alguna vez creyó, no tuvo razón alguna para continuar, sin embargo, ¿por qué Inaho se está esforzando tanto por él? Orangebat. ─────────────────── Art in cover by vennieandroxie...