VI. Lejanía

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Podían sentir sus cuerpos tan cerca, pero Inaho sabía que la mente y el corazón de Slaine se encontraban perdidas en algún otro lugar.

Consumido por la lejanía, por un segundo deseo ayudar, aquel chico de piel lechosa, ojos aguamarina y mirada de fuego, le hacia sentir tantas cosas, le hacía querer protegerlo, reunir cada una de sus piezas y repararlo, pero, ¿cómo?

Ese día ambos despertaron y no dijeron nada, la manta del silencio absoluto los arrullo, se lanzaron miradas durante el desayuno, tratando de alcanzarse y decirse todo aquello que querían, pero no se atrevían, no encontraban el valor perdido dentro de sí para decir lo que querían, para cuestionar y aclarar.

—Orange... —susurró Slaine—, gracias.

Confundido, el chico de ojos marrón rojizo le miró, Slaine le había mostrado un nuevo enfoque en la vida, ¿era necesario que fuera él quien agradeciera?

—¿Por qué?

—Por hacerme anhelar, anhelar la vida... —susurró avergonzado, mirando su plato vacío sobre la mesa.

—Gracias a ti —correspondió el castaño.

—¿Por qué?

—Por enseñarme un nuevo enfoque.

Slaine sonrió levemente e Inaho hizo el amago de una sonrisa, pero aunque su expresión no lo denotará, el brillo de felicidad en sus ojos hablaba por sí sólo, ¿eso era? Slaine esperaba que lo fuera, sus labios curvos le dieron una partida.

No todo era malo.

—Iremos a ver a Seylum —decreto el chico, sus nervios se crisparon, ¿escucho bien?—, necesitas saber que ella no te responsabiliza de nada.

Comenzó a hiperventilar, no hablaba enserio, ¿verdad? No podía ver el cielo de sus ojos, su linda cara de tez blanca y sus largos caireles rubios cual cascadas. No podía ver a Asseylum, la muchacha lo traía loco, la culpa ascendió como arcadas amargas por su garganta, calor, orange lo había abrazado, de nuevo, y el reconfortante contacto le hizo olvidar aquello que le aquejaba. Decir orange era recordar la guerra, y aunque le costara tenía algunos buenos recuerdos de la misma..

—Voy a acompañarte —soltó orange

—Gracias... —susurró de nuevo.

El agarre a sus costados se afianzó y se embriagó en el aroma contrario, si Saazbaum tuviera que determinar a qué olía su acompañante diría que olía a verano.

Y Slaine amaba el verano.

HeartlessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora