Capítulo 2

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–Hazlo tú. –Dice Finn.

–No, tú. –Replica Jack.

–Tú.

–¡Que tú!

–¡Pero si tú has sido el que me ha metido en esto! –Gritó exasperado.

Jack soltó un suspiro de resigno.

–Pásame el puto teléfono. –Murmuró pensando en que les iba a decir a sus padres. Finn obedeció con paciencia y se quedó prestando atención a lo que iba a decir.  Lo colocó en altavoz, sonó tres veces y una voz, que se oía apresurada respondió.

–Diga, diga.

–Hola, papá. Es Jack. –Dice frotándose la sien.

–¡Hey! ¿Qué tal, Jackie? –Odiaba que le dijeran así, pero estaba demasiado tenso para replicar algo.

–Todo bien, por suerte. –Murmuró sin ganas.

–¿Qué tal tu hermano? Hace ya unas semanas que no los veo. –Se oyeron unas voces al fondo.

–Bien... Papá necesito hablar contigo. –Logra decir después de quedarse en silencio.

–Dime, ¿sobre qué quieres hablar?

–Papá no puedo decirte por teléfono, ¿qué te parece si nos reunimos para cenar, en tu casa?  –Dijo Jack con un tono de emoción.

–Claro, ¿a las siete?

–A las siete será.

***

Estacionaron frente a la casa de sus padres, donde pasaron su infancia. Se les pasaba por la mente toda clase se reacciones por parte de sus padres al decirles que estudiarían en una universidad distinta a la que habían planeado para ellos.

Tocaron el timbre, frotándose las manos. El rostro de su hermana menor se asomó, y esbozó una sonrisa amplia.

–¡Jack! –Se abalanzó a su hermano y lo abrazó con fuerza, y repitió el proceso con su hermano gemelo.– ¡Finn! ¡Los he extrañado!

–Y nosotros a ti, pequeña. –Respondió Finn con una sonrisa y los ojos cerrados.

–¡Emmy! ¿Quién es? –Una voz femenina resonó dentro de la casa.

–¡Son Jack y Finn, mamá! Vengan, pasen. –Los tomó de la mano aún sonriendo y los llevó al interior de la casa. Su mamá salió con prisa de la cocina, se quitó el delantal dejándolo a un lado y abrazó a ambos al mismo tiempo.

–Mis bebés... –Les plantó un beso en la mejilla a cada uno y miraron a Emmy en busca de auxilio, ella soltó una risita leve–. ¿Cómo han estado?

–Emmm, muy bien mamá. –Logró decir Jack, apenas entendible ya que su cara estaba apretada por el abrazo. Finn sólo asintió debido a que estaba en la misma situación que su hermano. Los soltó, aleluya.

–Vinieron a tiempo, estaba cocinando su comida favorita. Lasagna. –Guiñó un ojo y la siguieron a la cocina–. ¡Cariño, acá están los gemelos! –Le gritó a la nada, y a los segundos un señor se asomó y los saludó animadamente.

Pasaron los minutos, ya cenaban mientras que su madre los saturaba de preguntas, y también un poco de sus proyectos. Al intercambiar miradas, Jack carraspeó.

–Mmm, papá...

–¿Sí, Jack? –Respondió con humor plasmado en su rostro, llevándose un trozo de lasagna a su boca.

–Pedí solicitud en una universidad...

Su padre frunció el ceño, confundido.

–Pero si ya sabes que tengo tu cupo para Manchester.

–Me han aceptado, en Oxford.

Toda la familia amplió los ojos y dejó de comer, encojiéndose para esperar que la tan acalorada conversación prosiguiera.

–Pues que lástima, los planes son otros. –Respondió con firmeza.

–No, quiero estudiar ahí. –Replicó Jack después de haber tragado saliva. Por suerte sonó seguro.

–Sabías desde un principio que queríamos esa universidad para ti...

–Puedo ya tomar mis propias decisiones, papá.

–Ya dije lo que tenía que decir, Jackson.

–Oh, oh. Lo ha llamado por su nombre.

–No. Escúchame: ésta es la universidad la cual siempre he anhelado, no sabes cuán gratificante se sintió ser aceptado en tal prestigiosa facultad. Quiero esto. Quiero mi título desde allí y quiero plantar mi esfuerzo allí. Respeta mis decisiones, papá.

Hubo un silencio sepulcral, los que habían mantenido silencio se miraban unos a otros con incomodidad. Su padre se pellizcó el puente de la nariz, tomando respiraciones profundas en silencio.

–¿Entonces, qué? ¿Mando todos los trámites que hice para incorporarte en esa universidad a la mierda? ¿Todas las libras que invertí? –Replicó con calma, pero su mirada contenía dureza.

–No debiste tomar esa decisión tan precipitada tampoco... –Murmuró Jack con las mejillas enrojecidas.

Su padre soltó una carcajada leve cargada de ironía.

–¿Estás sugiriendo que lo haga, en serio? ¿Porqué no puedes simplemente ir a esa universidad al igual que tu hermano? –Preguntó elevando la voz.

–También me han aceptado... –Se escuchó un murmullo, Finn bajó la mirada. Ahora la mirada de él se posaba en Finn, ya rojo de la furia.

–¿Y yo soy el que toma decisiones precipitadas? Finn, pero si tú ibas a Cambridge.

–También quiero ésto, papá.

–Cariño, si eso es lo que quieren nosotros ya no tenemos autoridad para retenerlos como menores de edad... Creo que se han esforzado bastante en preparatoria como para decirles que no. –Su madre le explicó, con una voz suave."Mamá es la mejor" pensaron.

–Pero es que también van a otro país. Otro continente. Otra gente. Emigrarán, Rebecca.

–¿Y existe algo malo en eso? Se independizarán, Andy. ¿No es eso lo que hemos planeado, también? Conocerán nuevas culturas y visualizarán el modo de vida que quieren.

Su padre suspiró con resignación y miró a los dos.

–¿Prometen llamarme aunque sean dos veces a las semanas por Skype? –Preguntó apenas audible.

–¡Claro que sí! –Una sonrisa leve se dibujó en el rostro de su padre y se dieron un abrazo.

–Siempre he querido, quiero y querré lo mejor para ustedes. –Susurró en el abrazo, y le dieron las gracias a su madre en silencio.

Double Trouble. •Jack & Finn Harries•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora