Capítulo 7

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—Encontramos inaceptable y por tanto intolerable la falta de las reglas dentro de la universidad —explicó el rector Wallaby por enésima vez.

—¿Reglas? —preguntó confundida y apenada Astra.

—Reglas -sentenció en voz firme el hombre de edad avanzada frente a ellos—. Y no hagan que desconocen, porque puedo apostar todo lo que tengo a que ustedes, los cuatro, tenían clara la regla de no ingerir licores dentro de la facultad. Y también, la prohibición de los alumnos en otras habitaciones ajenas a ellos después de la media noche —todos miraban con los ojos amplios... Estaban derrotados, sabían que él tenía la razón.

— ¿Y hay alguna manera de remediarlo? —articuló Finn apenado, luego de haber aclarado su garganta.

—Oh, claro que la hay. Incluso ya la conocen muy bien —dijo en un tono burlón e hizo que los cuatro tomaran una actitud bastante expectante—. Su muy buen amigo, el trabajo social —todos resoplaron al unísono, sabiendo cuan tedioso era el trabajo social.

— ¿Y cuántas horas vendrían siendo? —preguntó Ariadne con perceptible temor.

—Cuando mucho, unas sesenta. A la semana —ella amplió sus ojos e inmediatamente reaccionó.

— ¿Y qué tiempo nos quedaría para estudiar? —preguntó de nuevo, ésta vez con prisa de saber la respuesta.

—Tendrán que arreglárselas. Así como se las arreglaron para pasar inadvertido los licores, como hicieron que olor no se filtrara al exterior... —y así ennumeró varias cosas insignificantes para ellos con una sonrisa de suficiencia, ya que solo se les pasaba por la cabeza la magnitud del lío en el que se habían metido.

***

El día de clases transcurrió normalmente para los gemelos, aunque había mucha tarea acumulada y exámenes para los que estudiar. Jack se fue a Starbucks como de costumbre y Finn se encaminó a ver a Ariadne, la cual le había dicho que estaba en su habitación. Paseaba por los pasillos mientras cantaba una melodía de Lifehouse hasta que una voz chillona y fácil de reconocer se hizo escuchar por detrás de él.

—Hola, Finn —la voz de Bonnie tuvo un matiz de vergüenza fingida.

Finn se volteó lentamente mientras luchaba con sus voces interiores.

— ¡Bon! Hola —hizo un intento fallido de no estar al tanto de como la había dejado abandonada el día anterior—. ¿Qué tal todo?

—Súper bien... ya sabes. Aunque algo triste; reprobé una calificación de tipografía —comentó en un tono todo menos correcto.

Y Finn se preparó mentalmente para comenzar a actuar.

— ¡Oh! Eso... —soltó una risita fingida—. ¿Sabes? Se me hizo difícil ir, por que... Tenía bastantes cosas que estudiar, sí. Y para más, me metí en problemas —no fue del todo mentira.

Bonnie lo miró con duda rebosando de sus ojos.

—Vale... pero me han dado oportunidad de otra prueba —y se acercó un poco mas a él mientras su voz disminuía—. ¿Me podrías ayudar con eso? —preguntó con voz asquerosamente melosa para Finn. Y para cualquier oído.

Sintió la estúpidamente cierta culpabilidad y después de un suspiro accedió.

—Claro, Bon. Tú solo dime cuando y donde —masculló con una sonrisa, obviamente fingida.

—Puede ser hoy...

-Claro, lo haré -le dedicó una sonrisa.

— ¡Bien! Te veo a las siete en tu habitación, para que se te haga mas fácil —dijo entre risitas y antes de que que se diera cuenta Bonnie le había plantado un beso en la mejilla lo cual hizo que se Finn se sonrojara (y que obviamente la mirara extrañado). Luego emprendió camino hacia la habitación de Ariadne.

Double Trouble. •Jack & Finn Harries•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora