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Sí, se dieron cuenta, y me obligaron a ver a un doctor. Accedí. Le conté mi pesadilla, mi recuerdo. No dije quién lo había hecho, no dije que lo veía cada domingo y en el asado familiar. Más doctores me revisaron y todos acordaron que no había señales de violación. Les repetí que estaba dormida, que por eso no me resistí.

-¿Y si estabas dormida cómo sabés que paso?

-Me desperté y me hice la dormida.

-¿Por qué no te resististe?

-Estaba asustada.

No me creyó. No me creyeron. Nadie me creyó. No le veían la lógica a que un extraño me haya atacado mientras dormía en mi propia casa y nadie lo hubiera notado. Yo no les había dicho que no había sido en mi casa, que no había sido un extraño. Dijeron que solo fue una pesadilla y que había desatado una somnífobia, fobia a dormir. Que estúpido: yo no tenia miedo a dormir, tenía miedo a lo que pudiera pasar mientras dormía. Pero igual me mandaron a terapia y me medicaron.

-Vas a dormirte enseguida, sin sueños.

De nuevo no me resistí. Acepté la medicación. Y la tomé.

PesadillaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora