El Torneo de Quidditch: Parte I

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La noche pasaba terriblemente lenta para ambos, no querían ni verse y tenían que convivir en una cabaña casi por castigo.

Draco no podía describir bien que le ocurría en su interior pero juró que se vengaría de su enemiga, antes o después, él era un animal de sangre fría y le serviría la venganza de igual modo. Algo se había roto en cuanto supo que había sido un títere en manos de la única mujer que había amado.

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Por su parte Hermione se sentía confusa a la par que culpable, porque sabía que lo que habían hecho no estaba bien, debía separarse de él y olvidarlo en todos los sentidos. La situación había llegado peligrosamente lejos y se había dejado caer por el flamante Slytherin como eso....una más en su larga lista de conquistas, quizás eso era todo y una vez ya la había tenido se habría quitado esas ganas.

El rubio seguía plantado frente al lago helado, inhalando una buena bocanada de aire fresco, deseando que sus ideas se aclarasen mientras cerraba los ojos. Las cosas no podían seguir así, Granger no podía ser su futuro y desde luego se estaba encargando de que no fuese su presente.

Lo prohibido....siempre había tenido todo aquello que había querido y ella no iba a ser una excepción.

Hermione salió en busca de un espacio abierto donde poder tranquilizarse y lo vio allí, a unos metros de ella ignorando su presencia, sin saber muy bien si lo hacia aposta o no.

¿Qué se suponía que debía hacer? Su padre era el nuevo Lord Oscuro y aúnque él le hubiese confesado parte de lo que sentía en el fondo ella pensaba que era por estar todo el día juntos.
Ninguno de esos sentimientos habrían florecido si la situación fuese diferente y él fuese poseedor de todas las féminas que desease.

Intentando aplacar esas ganas irrefutables de llorar tomó una buena bocanada de aire sintiendo frío en el instante.

Draco caminó unos pasos rodeando el lago intentando conocer más sobre el lugar, allí se disputaría el torneo al día siguiente y a pesar de estar bien ocultos tenía un mal presentimiento.

Hermione lo vió rodear el borde helado del lago y sin ser dueña de sus actos dió unos cuantos pasos. No había rastro del rubio pero casi que lo prefería asíque se paro en seco, dándose media vuelta para intentar que la noche pasase lo mas rápido posible.

Vio crepitar lo que anteriormente fue el fuego que ella misma creó y se sentó junto al mismo, prendiendolo en el acto. Se estremeció al notar el calor del las llamas inundar su cuerpo.

Tenía sueño, y lo sabía por el modo en el que sus párpados caían con peso, costándole horrores volver a abrirlos, intentando no preocuparse por el rubio entró de nuevo en la cabaña, dejando la hoguera encendida.

Se acurrucó debajo de las mantas en cuanto se puso su pijama y cerró los ojos, durmiendose en el acto.

El chico seguía explorando el oscuro lugar, saber que al día siguiente estaría todo peligrosamente concurrido de magos no le calmaba el ya alterado ánimo. No pudo evitar que en su mente se formase la imágen de su castaña enemiga y no pudo sentiese más miserable.

No sabía que decisión tomar una vez tuviese elección porque... ¿Acaso la tenía?

Temía por su incierto futuro, negarlo sería negar lo evidente, sabía que en algún momento se tendría que enfrentar a su padre y a todas las gilipolleces que había hecho por una chica que no sentía nada por él. Un sudor frío le recorrió la frente al pensar en ello.

Debía descansar y aclarar la mente ante tanta oscuridad. Pegando una patada a una piedra se fue camino a la tienda de campaña rezando por que a Hermione se la hubiese tragado un gnomo. Añoraba más que núnca la soledad.

Criada de un MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora