Capítulo 3

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Este es un poco más corto, pero quería profundizar en los sentimientos de Lovi en cuanto a todo. Espero que lo disfrutéis, prometo que el próximo será más largo. Sería genial si me dejaseis algún comentario sobre cómo he tratado el tema sentimientos, me gustaría aprender más. Gracias por leer 💕

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Lovi llegó a casa en breve porque prácticamente había huido de los brazos del ruso. Aún después de entrar en casa, notaba sus mejillas rojas como uno de esos tomates que tanto le gustaban, y se empezó a enfadar consigo mismo por sentirse así.

¿Por qué? ¿Por qué...? ¿Solo porque alguien le estaba haciendo caso? ¿Tan triste era su vida? Seguro que era eso. Confundía el cariño con amor. No era precisamente una cosa nueva en su vida. Cuando alguien le hacía mísero caso, se sentía bien, muy bien, incluso emocionado. Pero solo era eso, caso. No amor. Al amor le cuesta mucho más que una simple tarde juntos.

Tenía que haberle pedido el dinero del tour y haber acabado con esto, no se aguantaba a sí mismo.

Su abuelo ya había vuelto, y él, que era mucho más animado que Lovi, le saludó cuando le vio entrar. Pero Lovi estaba tan cabreado consigo mismo de golpe y porrazo, que ni siquiera le dio las buenas noches. Se cogió una ensalada de la nevera y se subió a su cuarto, pegando un portazo.

Julius simplemente dejó escapar un suspiro. Él no sabía qué le pasaba a Lovi en este justo instante, pero sí se castigaba por una cosa. Por no haberle dado una vida mejor. Por, sin querer, o sin darse cuenta, haber querido más a uno de sus nietos. Le habría gustado entender a Lovi, apoyarle, ser más cercano a él. Pero ahora era demasiado tarde, él mismo lo sabía, o se había autoconvencido de ello. 28 años humanos eran demasiados siglos respirando, ya no había nada que él pudiese hacer.

Mientras, Lovi simplemente se tiró en la cama y encogió las piernas, empezando a pinchar la lechuga y los tomates de la ensalada, comiéndoselos. Simple y llanamente él, en su cuarto, con la espalda apoyada en la pared, sentado en una de las esquinas de la litera que antes él y Feliciano compartían.

Es cierto. Feliciano se había mudado. Había continuado con su vida, sin depender de nadie, sin preguntarle a nadie. Vamos, lo normal, lo que suele hacer la gente. Menos él. Porque él se ve incapaz de ello. ¿Encontrar un trabajo? ¿Cual siquiera? ¿Cara al público? Imposible. ¿Artista? Dios, ni siquiera tiene talento. ¿Una oficina? Los ordenadores durante muchas horas hacen que le duela la cabeza y se sienta deprimido, mejor que no. ¿Algo que conlleve esfuerzo físico? Dios, no. No valía para nada.

De más jovencito incluso había contemplado el desaparecer, pero ni para eso tenía agallas. Tampoco es que pudiese, es la maldición de representar un país. O, en su caso, un cacho. Esos recuerdos florecían de nuevo.

El pensar que solo dos personas -su abuelo y Feliciano, y porque son familia- le echarían de menos, y que con el tiempo simplemente sería olvidado. Mientras que otros cientos de personas, en realidad, vivirían mejor. Sin sus constantes insultos y broncas. Todo eso le hacía sentir rabia. Otros muy queridos y otros tan poco.

Pero la pantalla de su teléfono se iluminó, y eso le hizo dejar de pensar en todo aquello tan turbio. Dejó el bol con la lechuga sobrante en la mesita al lado de la litera y cogió el móvil, tumbándose esta vez contra la pared, ligeramente encogido.

Era solo un estúpido correo, spam. Por un momento hasta se había emocionado, pensando que podría ser de Ivan. Entró a WhatsApp, donde únicamente tenía un chat, el del ruso. Pero ese chat llevaba horas sin ser usado ya que bueno, Ivan ya tenía lo que quería, ¿no?

El ruso quería una visita guiada por Roma, Lovi se la había dado completa, y encima había sido tan gilipollas de habérsela dado gratis. Tendrá cojones. ¿Por qué iba el ruso a mandarle otro mensaje? No tenía sentido.

Por desgracia, así va el mundo. Quien no quiere algo a cambio, no va a preocuparse por ti.

Bloody Mary (FINALIZADO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora