XIV: "I'm used to it"

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Claro que estaba acostumbrada, y hasta podía llegar a pensar que todos lo estábamos, parecía que Corbyn ya no vivía en la casa, la pasaba con Christina, o al menos eso le decía siempre a Zach pues había dejado de dirigirme la mirada hace ya mucho tiempo y por aquello, me limitaba a creer lo que le decía al más chico del grupo.

Cada día la idea de ver a Corbyn llegando a casa iba desapareciendo con la atracción que sentía por él a la par. Ya había pasado más de un mes y la mitad, aveces desayunábamos los seis los fines de semana, pero fuera de ahí sólo éramos cinco la mayor parte del tiempo. A pesar de ello, todo ha ido bien, me siento contenta aunque aún no me siento de todo como en casa. Los chicos y yo hemos formado una amistad bastante fuerte desde que les he contado acerca de mi mejor amigo y algunas cosas más, hacíamos junta de películas cada sábado por la tarde y por la noche solíamos ir a algún lugar divertido juntos, sin Corbyn.

Por un tiempo pensé que me miraba hasta con odio, pero con el paso del tiempo dejé de fijarme en detalles como esos. Veía a Hayes más seguido que nunca, pero había dejado muy en claro que entre nosotros sólo había amistad, y todo iba de maravilla con él. Se sentía bien no sentir que le debo de rendir cuentas de mis acciones a alguien, o tener que esperar algo de alguien más que no soy yo, estaba viviendo justo ahora para mí, para mi familia, fans y amigos, y se sentía realmente como en el justo paraíso. El estudio me tenía ocupada, pero supe organizarme y me da tiempo para todo la mayoría de las veces, y cuando no, Jonah y Daniel siempre son los más indicados para ayudarme con las tareas.

Todo aquello comenzaba a forzarme en pensar en una razón, podría mentirle a todos los demás,  ver a Corbyn cambiar de un día para otro quemaba mi alma en fuego intenso, todas las noches me cuestionaba ¿será que hice algún gesto desagradable a Christina la última vez que hablamos? Al final de la noche todas las culpas comenzaban a caer sobre mí, no sólo había perdido a la persona que era dueña de mis sentimientos, también se sentía como haber perdido a un amigo, a un dedo, a un brazo entero.

Era un Domingo aparentemente normal, parecía que todos estábamos en casa, sin embargo apenas a las primeras horas del día ya tenía cinco llamadas perdidas de nuestro mánager, David. Me tallé los ojos y volví a mirar la pequeña pantalla del celular para verificar que fuera mi mánager quien llamaba porque si lo era, había una probabilidad bastante grande que estuviera en problemas. Presioné para regresar la llamada y volví a acostarme con los ojos cerrados mientras esperaba que el tono de llamada dejara de soñar y David contestara.

— ¡Maggs, por fin contestaste! — se oyó por el otro lado de la línea.

— Mhm — contesté en forma de quejido intentando volver a dormir.

— ¿Estabas dormida?

— Mmmm, no — dije mientras abría los ojos y me incorporaba.

— Bueno, realmente no importa — dijo ignorando mi respuesta — necesito que estés en mi oficina en veinte minutos, te tengo una gran noticia.

— ¿Ve-veinte? — dije apenas me di cuenta de lo que acababa de decirme.

— Sí, siento no avisarte antes — se quejó — te mandaré el Uber en quince.

— ¿Necesito ir presentable? — dije mientras miraba mi ropa en el clóset.

— No, lo normal, no preocupes — se rió un poco — Corbyn te está esperando para que se vayan, corre.

— Sí — alcancé a gritar y corrí.

Tomé una toalla, abrí la llave del agua caliente, me deshice de mi ropa lo más rápido posible, dejando lo cuidadoso hasta China y me metí al chorro de agua sin pensarlo dos veces. Un pequeño grito de doler se escapó de mi boca al momento que mi espalda entró en contacto con el agua fría, se iría calentando con los minutos, pero no tenía ni dos segundos de sobra. Tomé el shampoo, presioné hasta que salió un poco y lo puse en mi cuero cabelludo, rápidamente lavé mi cabello, me pasé el jabón en barra por todo el cuerpo y salí volando de la regadera.

Después de cerrar la llave corrí a lavarme los dientes, tomé un pantalón negro, una camiseta blanca que solía ser de Hayes, mis zapatillas Nike AF 1 en blanco y una chaqueta de mezclilla claro. Me vestí sin antes haber puesto crema en mi cuerpo, sabía que después sería un problema porque mi piel es demasiado sensible, pero de verdad ya no me daba tiempo. Miré al reloj, faltaban ocho minutos para que él Uber llegara según lo que había dicho David, me apuré a cepillar mi cabello completamente mojado, acomodé mis cejas y tomé un gloss labial.

Guardé el gloss y mi celular en una bolsa para después salir corriendo de la habitación. Bajé las escaleras sin pisar todos los escalones y me encontré con Corbyn a un lado de la puerta principal abierta, lo ignoré por completo y salí a la calle, donde el auto ya estaba con la puerta abierta.

— Buenos días — le dije al conductor malhumorado.

El sólo asintió levantando su ceja izquierda y volvió su mirada al frente, a los segundos entró Corbyn mientras se colocaba una hoodie.

Sabía que no me hablaría, intentaba convencerme que no quería llorar, él se veía mal, parecía no haber dormido, sus ojeras parecían a punto de penetrar sus pómulos. No podía sacar fuerzas para hablarle, o más que ello ¿era mi propio orgullo? Tenía miedo que si intentara entablar una conversación me respondiera seco, todo eso afectaría más que el quedarme callada y no intentar nada.

Miraba como rebasábamos los autos a nuestro lado, las calles aún estaban bastante solitarias, sólo una que otra alma intentando ejercitarse corriendo por las calles de Los Ángeles, a pesar de ello, el día lucía lindo, intentaba centrar mi atención en ello. Coloqué mi brazo por encima de la ventana y recargué mi cabeza sobre él, no miraba en realidad lo que estaba frente a mi, sólo buscaba una manera de dejar de pensar en Corbyn.

Lo miré de reojo, parecía vivir su vida como siempre a pesar del notable malestar en su rostro; me tenía jodida. Aún mi alma quería saber la verdad, ¿todo aquello que me dijo el día de la playa, el día del aeropuerto, en realidad eran ciertas? Cerré los ojos para intentar seguir pensando en aquellas cosas, pronto recordé aquella canción que había escuchado aquel día con Corbyn mientras íbamos al aeropuerto, ojalá hubiera durado más que una eternidad.

Escuché unas voces, el chico que me tenía tan mal platicaba como en cualquier día soleado con el conductor, vaya, ¿acaso era la única de los dos que estaba tan mal? Sí, Maggie, mientras tú no puedes disfrutar la mayoría de las cosas como antes sin pensar en Corbyn, mientras tú intentas convencer que no lo necesitas, mientras tú no quieres quebrarte, Corbyn va caminando como el más inocente.

Entonces paré, mi cabeza dio un giro de 360° al escuchar lo que ahora sonaba en el estéreo del auto, no podía ser otra más, "Gorgeous" de Mansionz, aquella canción que no he podido sacar d e mi mente desde que la escuché y canté con Corbyn, parecía como si la letra hubiera tomado vida desde que la escuche salir de aquellos labios que parecían darme vida siempre que los veía.

¿Por qué me haces sufrir así?

36O DAYS » R E E S C R I B I E N D O Donde viven las historias. Descúbrelo ahora