CAPÍTULO 3

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CAPÍTULO NARRADO EN PRIMERA PERSONA, POR CORDELIA.

No, no, no, no. No puede estar ocurriendo. Yo no soy una bruja, si lo fuese, seguramente lo supiese.

“MATAD A LA BRUJA”

Poco a poco se van acercando más, poco a poco mi corazón palpita más y más. Necesito echar a correr, necesito pedir ayuda,  a alguien que no dé por hecho que soy una bruja.

“MATAD A LA BRUJA”

Empiezo a correr, empiezo a huir, a escapar. Noto un poco de sangre bajando por mi pecho, lo noto, noto que la herida se está abriendo. Y duele, duele mucho.

“MATAD A LA BRUJA”

Escucho al bullicio acercarse. Están muy cerca, me pisan los talones, tengo que coger fuerzas y aguantar, por mucho que duela.

“MATAD A LA BRUJA”

Mis ojos se entrecierran. No, no. No puedo tener sueño ahora. Miro mis vestimentas, un vestido verde oscuro con una especie de mandil atado a mi cintura, con algunos estampados bordados a mano.  Me mantengo seria mirando mis ropas, mientras que sigo huyendo de la multitud.

“MATAD A LA BRUJA”

¡CRASH! Mi vestido empieza a teñirse de rojo, un rojo oscuro parecido a… ¡a la sangre!

“MATAD A LA BRUJA”

Noto como si mi pecho se estuviese abriendo tanto que mis órganos fuesen a salir al exterior.

“MATAD A LA BRUJA”

Las lágrimas empiezan a recorrer mis sucias mejillas, sucias mejillas de bruja. Sí, tal vez soy una bruja, una bruja mala, una bruja de Salem.

“MATAD A LA BRUJA”

Siento como si mis piernas estuviesen rotas de tanto correr, ya no puedo más.

“MATAD A LA BRUJA”

Noto un agrio sabor subir por mi garganta, y de mi boca sale… sale sangre. Sí, no me lo creo ni yo. Y es asqueroso, necesito parar y descansar. Mis ojos piden horas de sueño, mis ojos y todo mi cuerpo en sí.

“MATAD A LA BRUJA”

Pues ya está, que me maten.

Me paro en seco, y me arrodillo en el suelo.

-          ¡Matadme, soy una bruja! – Digo a gritos.

De repente, una grave voz suena a mi lado.

-          Ya he terminado su tarea, mi ama. ¿Qué desea, mi ama?

No.

No es él.

-          ¿Qué desea, mi ama? – Dice de nuevo.

-          Yo, eh… yo quiero que acabes con todos ellos.

-          Sí, mi ama.

Se acerca  a ellos, a los que me persiguen, y empieza a pararlos a puñetazos, pero más de uno logra escapar de él y vienen a por mí.

Tal vez uno solo no sea suficiente…

Cojo la otra bolsita, la abro y la lanzo al aire.

-          ¡ACABA CON ELLOS!

Aprovecho para salir corriendo, y tras unos diez o quince metros, una vieja y arrugada mano me para.

-          Vamos, Cordelia, yo te protegeré.

Es la mujer del otro día, parece ser que quiere salvarme.

-          Confía en mí-. Me dice-. Soy tu mejor opción.

Miro por un momento su cara, tiene unos pequeños ojos azules, y pelo negro y canoso. Se nota que ha llevado una dura vida en su vieja y arrugada carita. Parece un ángel, uno caído del cielo.

-          Sígueme.

Empezamos a huir las dos, y llegamos a una parte del bosque en la que nunca había estado.

Entramos a una cueva un poco extraña y la señora del bosque hace algún tipo de gesto raro y hace cerrar la entrada de la cueva.

-          Aquí estaremos seguras-. Me dice mientras que enciende una hoguera, la cual ilumina gran parte de la cueva.

La enorme luz que desprende me hace ver unas piernas de alguna mujer de unos 23 años clavadas en una mesa.

-          Oh, todavía no he terminado de cosérselas al cuerpo, sin querer la descuarticé-. Me dice y se rie, como si fuese algo normal.

-           Quiero irme-. Le hago saber.

-          No te puedes ir ahora, después de ella te toca a ti.

Witch Among UsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora