Me di media vuelta, y paré un segundo a verlo por el pequeño espacio que estaba en medio de la puerta y la pared. Javier estaba mirando fuera por la ventana, era una total idiota, una completa y egoísta idiota. Tenía que hacerlo, tenía que mentirle a una de las pocas personas que se preocupan por mi. Algo dentro de mi me decía que tenia que hacerlo. Solo así podré estar más segura de que Eugene me ayude a salir más pronto de aquí.
Tomé un profundo suspiro y traté de relajarme, no tenía ni la menor idea de cómo Javier podría reaccionar, a este punto no sabia qué esperar de las personas, ni siquiera de mi misma.
― Javier, me voy a casar.— Vi como tomó un profundo suspiro y mi miró.― Y no espero a que me apoyes en esto, yo sé que no lo harás. Pero espero y puedas perdonarme.― Me acerqué a él y traté de darle un beso en la mejilla, pero se alejó lentamente.
― Tengo trabajo que hacer, y no tengo la suficiente paciencia para buscar uno nuevo. — Y a los pocos segundos lo miré marchándose por la puerta.
De una manera extraña sentía como mi cuerpo simplemente se volvía frío. Sentí frío hasta el punto de que mis dientes titiritaban y mi cuerpo no para de moverse. Sentía aire frío entrar en mis pulmones, mis manos estaban frías. No lo lograba entender, la ventana estaba cerrada, y no había ni una sólida explicación de cómo es que sentía ese frío tan intenso.
Miraba a Eugene mover su boca, pero no podía entender nada de lo que decía. Sin decir una palabra, simplemente me recosté en mi cama y me tapé con mi cobija. Eugene me miró confundido y se acercó a mi. Con su pulgar rozó mi frente y noté una gota sudor, su cara cambió completamente.
Su mano tocó mi frente y su cara de preocupación apareció. De un momento a otro sentí cómo el aire me faltaba. Traté de hablarle, de decirle que no podía respirar, pero ni una palabra salía de me boca. Miré cómo salió corriendo del cuarto, no tenía ni la menor idea de lo que me esta pasando.
Sentía cómo todo a mi alrededor se volvía negro, quería cerrar mis ojos, pero tenía que encontrar a mi madre, salir de aquí, ayudarla. Tenía que decirle la verdad a Javier. Estaba a punto de cerrar mis ojos cuando vi a Eugene entrar al cuarto seguido de cinco personas.
― Pingüi. ― Eugene se acercó a mi y en ese momento quise arrancarle la cabeza. ― Tranquila amor, mi primo Eduardo es el mejor Doctor de la familia.
Poco a poco abrí mis ojos y lo primero que miré fue una luz brillante, seguida de una voz profunda, muy parecida a la de Eugene. Entrecerré un poco mas mis ojos y noté unos ojos azules de tras de la brillante luz.
― Sus signos vitales están bien, está un poco desidratada así que necesita tomar un poco más de agua.― Eduardo se miraba muy joven como para ser un doctor. Y para el colmo tenía casi las mismas caracteristicas que Eugene, ambos eran atractivos. ― Noté un murmuro en su pulmon derecho así que me gustaría hacer un chequeo más a fondo, solo para estar seguros de que todo esté bien.― Eugene solo asentía a cada cosa que Eduardo decía.
No tenía ni la menor idea de cuanto tiempo había estado inconsiente, Eugene me miró preocupado, Eduardo sólo me dió una pequeña sonrisa y salió del cuarto dejandome sola con Eugene.
― Eduardo ah dicho que estarás bien, y que...
― Si, lo escuché.― Dije interrumpiendole. Me sentía molesta, triste y un poco feliz.
― Todos nos están esperando abajo.― Parecía aún más preocupado de lo normal. no quería bajar, no tenía ganas de ver a nadie.― Solo estubiste inconsiente 15 minutos. Puedo mandar todos a casa si quieres.
Negué con la cabeza y me levanté de la cama lentamente, pocos segundos después sentí cómo todo a mi alrededor daba vueltas.
― No, les diré que no puedes salir. Aquí quedate, duerme un poco volveré en unos minutos. ― Trató de sentarme de vuelta en mi cama pero lo detuve.
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Rapunzel
RomanceUna chica, no tímida pero tampoco extrovertida; su única familia era su madre, sólo eran ellas dos en una pequeña casa; ella la amaba quería lo mejor para ambas. En la escuela no era la mejor ni la peor. Su madre era una prostituta y vendedora de dr...