Capítulo 1: Sólo un cigarrillo...

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De nuevo me encontraba en la misma esquina de siempre; esperando por los mismos clientes de siempre, teniendo los mismos precios y la misma mala calidad de siempre.

Ya eran exactamente las 4:00 am y mis ojos comenzaron a cerrarse de poco a poco; estaba cansada y lo peor de todo era que no tenía que regresar a casa hasta que toda la mercancía se hubiera ido y con el dinero completo. Mi madre me golpearía de nuevo si llegaba a casa con algo de mercancía y con el dinero incompleto.

Caminé unas cuantas cuadras; las calles estaban totalmente solas, la única sombra que se podía ver era la mía y la de los árboles que sólo tenían pocas hojas. De tras de mi noté luces color rojo y azul, los colores de la ley. Traté de mirar a atrás pero pronto noté el coche a un lado mio.

- Buenas noches, está usted perdida señorita?- Preguntó el oficial de más o menos 40 años.

- No, mi casa queda a unas pocas calles más.- Agaché la mirada, y lo miraba de reojo de vez en cuando nerviosa.

- Bien, la puedo llevar; no hay problema. Suba al carro.- Ordenó de forma cortés.- No debes regresar a casa con mercancía; y si éste señor me descubre que vendo drogas iré directo a la cárcel.- Pensé.

- No gracias; puedo caminar, no se preocupe.- Di mi mejor sonrisa falsa, esperaba que así se fuera y me dejara en paz.

- No le pregunté si quería o no. Suba al carro.- Volvió a ordenar. Lo miré disgustada, y fruncí el ceño.- Señorita si no lo hace tendré que llevarla a la estación de policía. Esposada.- Amenazó. No quería problemas así que simplemente subí al carro y éste arrancó. Dije la dirección de dónde vivía y en menos de 5 minutos llegamos; ya podía sentir el cable en mi piel y el maldito dolor que causaba.

- Gracias oficial por traerme a casa.- Di una vez más mi mejor sonrisa y bajé del carro; noté que el venía de tras de mi.- Sé dónde vivo; puede marcharse.- Negó con la cabeza y apuntó a las escaleras.

- Te llevaré hasta tu departamento; sube.- No dije una palabra más y ambos comenzamos a subir las escaleras. Ya en frente de la puerta del departamento el oficial tocó varias veces; nadie abriría, estaba segura de que ella no estaba en casa.

- Qué jodidos quieres?- Gritó mi madre al abrir la puerta, lo cual hizo que ambos saltáramos de un susto. Estaba despeinada y olía a alcohol y un poco de marihuana. Al notar al oficial de tras de mi trató de acomodar su postura y su cabello para parecer ''más responsable''. Lo cual fue intento fallido.- Lo siento, buenas noches oficial; qué se le ofrece?- Habló con tono amable, algo que nunca había escuchado de ella.

- Buenas noches; ésta joven es su hija?- Ella asintió, notablemente nerviosa.- Bueno, la eh encontrado en la calle sola. Hay muchos locos sueltos y nunca sabe lo que le podría pasar a ésta niña.- Mi madre sólo asintió. Me tomó del brazo y me jaló adentro del departamento bruscamente.

- Muchas gracias oficial, yo me aré cargo de mi hija; buenas noches.- Cerró la puerta fuertemente en frente de la cara del oficial. Me miró furiosa, y mi cuerpo comenzó a sentir el miedo, más de 10 años con lo mismo y jamás me eh acostumbrado a los golpes.

- Tienes el dinero completo?- Pregunto furiosa. De mi suéter saqué el dinero que tenía y se lo mostré; lo colocó en la mesa y comenzó a contarlo.- Está incompleto maldita idiota!- Me gritó en la cara; sentí más su olor a alcohol y me dieron ganas de vomitar.- Ponte en la pared. Quítate la blusa y el brasier.- Ordenó. Ya venía la peor parte.

- Por favor mamá; ahora mismo regreso y vendo lo de más. Por favor, no me golpees.- Rogué casi poniéndome de rodillas.

- No tienes mi dinero completo; sabes lo que pasa cuando no me das mi dinero completo. Son reglas; ahora ponte en la pared.- No discutí más y hice lo que me pidió.

RapunzelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora