Capitulo 2/Mis Ojos En El Espejo

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Sentir miedo a lo desconocido puede ser normal, cuando te enfrentas a cambios en tu vida sin importar cuan grandes o pequeños sean; tienes sentimientos encontrados y miles de preguntas sin respuesta aparente.

-¿Por qué a mí?

-¿De quién es la culpa?

-¿Que hay después de la muerte?

-Voy a morir sin haber vivido lo suficiente, era el pensamiento que rondaba en la cabeza de aquella mujer, que sentía que el destino le había jugado sucio.

¡Comadre!

Se escuchó una voz que venía de afuera de la casa, se trataba de Teresa, amiga de Sofía y vecina desde hace muchos años. Teresa era todo un personaje, era una mujer que vivía fuera de su época, con pensamientos liberales y con un estilo de vida distinto al de Sofía.

Aquella mujer venia vestida muy glamurosa y con unas enormes gafas de sol, la cual usaba sosteniendo su hermosa cabellera negra.

-comadre he llegado hasta aquí para invitarle a un pasa dia en casa de la familia de Carlos, a lo que no aceptaré un no por respuesta, así que termine lo que hace y arréglese lo más que pueda para que me acompañe.

Carlos era el esposo de Teresa, la comadre y vecina de muchos años de la familia.

-Al escuchar Sofía a su comadre le respondió- comadre perdóneme pero no tengo ánimo para fiesta, en verdad me encantaría pero voy a preparar la ropa de Alejandro, porque mañana será el primer dia en la universidad y quiero que su camisa este bien planchada.

-Comadre, Alejandro ya no es un niño, deje que el prepare su ropa, dele la oportunidad de que aprenda a vivir por si un dia usted le falta, decía Teresa con voz autoritaria.

-Hay comadre no puedo hacer eso, usted y sus ocurrencias.

-Alejandro ha sido un muchacho bueno y se esfuerza mucho en sus estudios, mi deber es apoyarlo y ver que él se enfoque en su universidad, si Dios lo permite Alejandro será un gran Doctor, decía Sofía con gran orgullo.

Teresa ponía la mano en su cintura y con voz autoritaria decía:

-¿Comadre Sofía, hace cuanto no se ve usted en un espejo?

-Sofía abría sus ojos como plato y la expresión en su cara era la de una persona que no entendía lo que Teresa quería decir con su comentario.

-Comadre, es usted una mujer joven, ha estado mucho tiempo sola, se ha olvidado de usted y ha dedicado su vida a sus hijos y al trabajo con la excusa barata de que no tiene tiempo – dime Sofía cuando fue la última vez que has visto tu cuerpo al espejo, y ¿dime que has vito?

Seguía preguntando Teresa

Sofía, con un cuerpo desgastado por el trabajo y el paso de los años, miraba con asombro a la mujer que tenía en frente, que aparentaba tener una gran diferencia de edad en cuanto a ella. Solo que no era cierto, Teresa y Sofía eran de la misma edad, solo que había en ellas un estilo de vida diferente.

Teresa también tenía tres hijos, dos varones y una hembra, a menudo se le escuchaba decir que ella estaba criando seres independientes, no parásitos que vivieran de ella. Vivía una vida sin prejuicios, no podía faltar a sus noches de carta y al té con sus amigas; cada noche procuraba no perder el tiempo en preocupaciones vanas, siempre decía que el dia de mañana traería su propio afán, así que vivía el hoy a plenitud, esta mujer era todo un personaje para aquella época.

Siempre tenía tiempo para disfrutar junto a su esposo de las fiestas, estaba como prioridad en su agenda.

Sofía veía a Teresa como una madre despreocupada y envuelta en si misma.

Siempre decía- mi comadre piensa que es joven tiene que saber que ya no es una adolecente, ahora le toca el turno a sus hijos.

Sofía reprochaba la vida de su comadre Teresa pensando que su vida era desorganizada y que gastaba mucho tiempo en cosas vanas.

Convertirse en marioneta del tiempo es dejarse manipular por el mismo, creyendo que el dejar de hacer lo cotidiano cambiará el curso de la viada

Teresa pensaba de Sofía que era una mujer reprimida, que no valoraba el arte de vivir de acuerdo a lo que tenía, que a pesar de demostrar fortaleza, era en el fondo una mujer débil y sin amor por sí misma.

-Comadre, exclamaba Teresa, no ha vuelto usted a saber de él.

-De quien comadre?, respondía Sofía con asombro.

-Del padre de los chicos.

-¡noo! decía con aspecto entumido.

- Bueno comadre no quiero forzarla, pero ya tengo que irme, no quiero perderme el festejo en casa de la familia de Carlos, saludos a los chicos.

-ahh, y comadre tenga un poco de cuidado de usted, la estoy mirando un tanto desmejorada, fueron las últimas palabras de Teresa antes de salir de la casa de Sofía.

En el silencio de la noche y en la tranquilidad de su habitación, los pensamientos llegaban a la mente de Sofía como el desborde de un rio.

-Nunca he ido al cine, nunca he disfrutado de vacaciones, no se bailar, mi paladar no conoce el sabor de un vino, me case cuando aún era muy joven y nunca supe si era amor lo que sentía por Alejandro, ese era el nombre del padre de los hijos de Sofía, aquel hombre que un dia se marchó y nunca nadie volvió a saber de él.

¿Cual es el sabor de un beso deseado?

El rose de unas manos tibias sobre tu cuerpo, despertar y sentir que hay al alguien a tu lado, pero ya no puedo pensar en eso –decía Sofía ya no tengo tiempo ni edad para esas cosas, pero nuevamente llegaban esos pensamientos los cuales parecían incontrolables he involuntario-¿cómo es bailar con una persona amada?

¿Cómo es el amor?

Todas estas preguntas rondaban en su cabeza, Sofía hacia la peor de las cosas que un ser humano puede hacerse a sí mismo, mentirse

Para aquella mujer todo lo que tenía era suficiente, pero era mentira y su interior lo sabía y su piel se lo gritaba en el silencio de la noche.

-mi sueño era ver mis hijos convertirse en hombre y mujeres de bien y que no tengan que pasar vicisitudes como la que he pasado yo, para ellos quiero que todo sea diferente- susurraba Sofía en voz baja, -bueno mi tiempo ha pasado si lo aproveche o no ya no importa, el poco tiempo que me queda quiero dedicarlo a ellos, en especial con mi pequeña caracolito, era el nombre que usaba para referirte a Charlotte.

-los días en la fábrica se tornaban largos y cada vez más difícil, a pesar de que Sofía trataba de disimular muy bien su enfermedad cada vez se tornaba más débil, el cáncer avanzaba y con él, la huella del deterioro de aquella mujer, que había vivido con muchas limitaciones y muy reprimida por una sociedad a la que entendía que tenía que complacer-.

- Me temo que moriré sin haber conocido el mar, sin tener un baile y ver el atardecer a la orilla de la playa- se repetía Sofía una y otra vez.

Marionetas del tiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora