Capitulo 8

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Al despertar la veo dormir y no sé cómo verla así, me alegra e excita a la vez y de repente se me ocurre una idea.

Estás segura de esa idea.

Por supuesto que sí.

Al poco rato tengo un delicioso desayuno terminado.

— ¿Camila dónde estás? –Oigo a Lauren llamarme.

No me deja contestarle al llegar a la cocina y verme en ella.

— ¿Qué haces en la cocina? –Me pregunta al sentarse en el taburete.

— Me tome el atrevimiento de preparar el desayuno. –Le explico colocando su plato delante de ella.

Lauren me mira con el ceño fruncido.

— Deberías estar descansando Camila. –Me reprende.

— No, porque ya me siento mucho mejor Lauren –Le aseguro al empezar a desayunar.

— Es imposible, la doctora dijo que la recuperación duraría una semana y no ha pasado ni dos días. –Me asegura.

Tomo la jarra para servirle jugó, pero ella me detiene al colocar su mano encima de la mía.

— No quiero que te ocurra nada Camila. –Me dice con cierto temor en su voz.

No sé si es por su temor, pero no me detengo al rozar su mejilla.

— Estoy bien Lauren –vuelvo a rozar su mejilla –. Y todo gracias a ti. –Le agradezco.

Lauren cierra los ojos al sentir mi rose en su mejilla. Y verla así, me permite aclarar muchas dudas.

— ¿Desde cuándo Lauren? –Le pregunto.

Ella abre los ojos al mirarme con cierta vulnerabilidad.

— Desde siempre Camila. –Me responde.

Me sorprendo al escuchar esa confirmación.

— ¿Por qué no me lo dijiste?

Lauren quita mi mano de su mejilla, al colocar toda su atención en degustar su desayuno, hago lo mismo dejando que se haga un incómodo silencio entra las dos.

— Siempre que alguien allegado a mí, como amistades incluso familiares –Levanto la mirada del plato y la miro a ella–. Se enteraban de mi inclinación por las mujeres, me rechazaban y se alejaban de mi con si tuviera una enfermedad contagiosa.... –Lauren se detiene al mirarme–. Luego te conocí a ti, nos hicimos amigas, pero también tenía tanto miedo decirte sobre mí, porque no quería perder tu amistad –sonrió al recordar cuando nos conocimos–. Y cuando al fin te lo dije, me sorprendió la manera en como lo tomaste.

— Porque respeto la manera de amar de los demás, no somos nadie para juzgar. –Le explico.

Ahora es ella la que sonríe.

— Vez, son estas cosas de ti, las que me hicieron sentirme atraída por ti. –Me confiesa al colocarse de pie y recoger los platos.

Trago en seco por esa confesión.

¿Ahora qué rayos debo responder?

Que tu no siente lo mismo.

Necesito cambiar de tema, pero ya.

— Lauren necesitó regresar a trabajar, ya me siento mejor. –Le aseguro. Ella termina con los platos y me mira molestar al cruzarse de brazos.

— Eso no ocurrirá, lo que te debe preocupar en este momento no es el trabajo –Lauren empieza acercarse a mí, hasta detenerse a solos pasos de mi–. Solo tu salud, cuando estés mejor podrás ir a trabajar.

–Me asegura.

Empiezo a sentirme mareada por su cercanía, pero aparto esos pensamientos.

— Me necesitas soy tu asistente y...

— Dinah está ocupando tu lugar mientras te estás recuperando –me acalla colocando su dedo en mi boca–. Y por cierto te envía saludos.

–Me informa.

— Lauren no me gusta estar encerrada. –Le exclamo.

Ella dibuja el contorno de mis labios con el dedo, provocándome ciertos cosquilleos en todo mi cuerpo, cierro los ojos al sentir ese roce.

— Lo sé, pero por ahora estarás encerradas recuperándote –abro los ojos y está mirándome con absoluto deseo–. Estaré en mi despacho, por si me necesita. –Sentencia al alejarse de mí.

Dejándome totalmente perturbada....

Habiendo transcurrido un buen rato, me encuentro sumergida en la biblioteca devorando una historia romántica de la autora Sandi Lynn Recuérdame.

De repente escucho los acordes de una canción que no conozco, salgo de la biblioteca en busca de ese sonido y sale del despacho de Lauren. Entro para ver y la encuentro tocando un gran piano que ahí en una esquina del despacho.

Tú te me quedas viendo y me preguntas.

Si algo me está pasando, y yo no sé qué hacer.

Si tú supieras que me estoy muriendo.

Quisiera decirte lo que yo siento, no.

Pero tengo miedo de que me rechaces.

Y que solo en mi mente vivas, para siempre.

Wooow... Qué hermoso canta, y lo que dice la canción es justo lo que nos está ocurriendo.

Yo quisiera ser ese por quien tú te desvelas y te desesperas.

Yo quisiera ser tu llanto, ese que viene de tus sentimientos.

Yo quisiera ser ese por quien tú despertaras ilusionada.

Yo quisiera que vivieras de mí siempre enamorada.

La canción finaliza y al instante Lauren sale de la burbuja donde había estado, al darse cuenta de mi presencia.

— Camila... –Dice en susurro.

— Que hermosa canción ¿Quién la canta? –Le pregunto.

— Reik Yo Quisiera –Lauren se coloca de pie acercándose–. Siempre he querido ser ese por quien tú te desvelas y te desesperas –su cercanía empieza a nublarme la razón–. Ser ese llanto que viene de tus sentimientos –su mirada no es de deseo, sino de una absoluta vulnerabilidad–. Ser ese por quien tú te despierta ilusionada. – se detiene cerca de mí, al levantar su mano y rosar mi mejilla–. Y que vivieras de mí siempre enamorada.

Jamás nadie había dicho algo así, ¿por qué tiene que ser ella, quien me lo diga?

— Lauren...

Pero no me deja terminar al juntar sus labios con los míos.

Me quedo inerte, pero al instante este deseo por ella toma el control nuevamente y le devuelvo el beso. Coloco mis manos en su cintura y la acerco más, ella me toma el rostro para acercarme todavía más. Lauren me sorprende al hacer ese movimiento con la lengua haciéndome desear más.

— Debo... Detenerme. –Lauren detiene el beso, al dar un paso atrás–. Porque si no te haré mía, y todavía no estás bien.

— Lauren yo...

— Me iré a la oficina, es lo mejor. –Sentencia al salir.

¿Pero qué demonios te está ocurriendo Camila?

No lo sé, jamás había sentido todo esto por alguien.

Sabes que esto está mal.

Lo sé, pero por primera vez quiero hacer lo que quiero...

Por que tu (Adaptación Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora