🌌ʜᴀʟʟᴏᴛᴇᴇɴ🌌

ᴊᴜɴ

La sala de la gran casa era apoderada por los melodiosos sonidos que provenían del viejo y querido piano de Jun.

Su concentración subía a su máximo nivel una vez el tocaba las amorniosas melodías que tanto había practicado en su niñez, sus dedos se movian hábilmente sobre las teclas.

Su ambiente de tranquilidad se vio invadido por los mismo molestos ruidos de siempre, aquellos rezos incesables que siempre echaban a perder sus momentos de entretenimiento.

Que indeseables. Pensaba el joven mientras seguía tocando, cada vez más y más rápido. Procurando ser lo más encandaloso posible.

Los llantos de un pequeño bebé empezaron a sonar, fuertes y con el más profundo miedo del infante.

Jun sonrió con malicia y prosiguió.

"Quién eres? Dinos tu nombre".

Dijo el cura con una cruz en mano, atento esperando una respuesta por parte del ente.

Jun ignoró completamente el hecho de que su propia familia había llevado un sacerdote para hecharlo de su propia casa.

"JunHui.. Se que eres tu".

Susurro su madre mientras abrazaba con fuerza a su pequeño hermano.

¿Debería sentirse mal por atormentar a su familia? Ellos habían cuidado de el en vida, lo amaron y educaron de manera correcta.

El piano cesó.

Nadie podia verlo ya, excepto Yang Yang su hermano menor. El con la inocencia de un bebé podía verlo, y reconocerlo. A pesar del poco tiempo que estuvo junto a el.

Jun no entendía porque se comporto así con su familia, tal vez porque su suicidio se debió a que su padre los había abandonado. Tal vez porque su madre estaba muy estresada cuidando a ambos hijos sola y no tuvo tiempo de prestarle atención, el fue un idiota al creer mejor el hecharle la culpa al resto.

El era el único culpable.

Sonrió sin gracia y dejo un pequeño beso en la frente de su hermano, logrando su este cesase su llanto.

"Sean felices"

Dijo Jun aún sabiendo que nadie podía oírlo, cerro los ojos y volvió a aquel lugar especial para el.

Su paraíso personal. Un lugar precioso donde tendría todo lo que quisiese, un lugar donde podría ver a su familia sin molestarlos.

Una pequeña lágrima escapo sin su permiso, como desearía estar con ellos allá abajo.

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