Capítulo 11

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Pero Karol recordó una cosa.

- Aunque no estaré para estas fiestas, me voy dentro de tres días. - aclaró. - Candelaria, si para entonces tú ya estás en mi casa, confío en que no harás ninguna travesura. - le guiñó el ojo.

- Oh, claro que no. - rio Candelaria. - Si, la verdad, es que si me das esta oportunidad, no voy a desperdiciarla, así que aprovecharé y trasladaré unas pocas cosas mañana mismo. Y menos voy a decepcionarte... No te merecerías eso, en serio, no sé qué haría.

Gracias por ser tan buena conmigo, Karol. Yo intentaré serlo... y no, no haré ninguna travesura. - las dos rieron. - ¿Y dónde te vas?

- Ruggero... quiere que vayamos a Polonia, de vacaciones de Navidad.

- Qué bonito. - sonrió Candelaria, aunque sus ojos cafés se encendieron.

Karol no pudo distinguir muy bien lo que veía allí adentro, en ese color de prado fresco. Pero dedujo... que algo de envidia se escondían tras ellos. Eso la hizo vacilar.

¿Envidia? ¿Le daba envidia que estuviera con Ruggero? Karol dejó correr esa oportunidad, y decidió optar por otra... que se alegraba por ella.

- Cierto, Ruggero siempre ha sido detallista. - Rio - pero solo cuando quiere, para cuando yo lo conocí era un hombre muy frio, parecía hecho de hierro.

- Yo pensé lo mismo. De veras, parecía una persona nula, sin sentimientos.

- Así que a ti y a mí ha sido a las únicas mujeres que les ha abierto el corazón de lado a lado. - dijo con una sonrisa sarcástica. Karol pensó que era cierto. Y le dio algo de rabia que no hubiera sido ella, la única. - pero está bien, espero que aproveches las vacaciones. - le devolvió el guiño de ojo y sonrió. - ¿Vamos? Invito yo.

Karol asintió y siguió a Candelaria hasta la salida. No pudo evitar mirar las esbeltas piernas a las que se aferraba la ropa. Finas, femeninas y bien, muy bien figuradas, terminando en unos pies completamente de mujer, y esos zapatos que la hacían aún más atractiva. Un culo respingón y bien puesto, y la melena, ahora ya no azabache, si no que de un color caoba precioso, caía por la parte trasera, encima de la chaqueta. Estaba segura que cualquier hombre querría acostarse con ella. Incluso Ruggero

Karol llegó a casa.

- Hola. - dijo, haciendo que sonara un eco en la casa. Nadie contestó.

Ruggero aún no habría llegado. Fantástico; tendría un tiempito para relajarse, ella sola.

Dejo el maletín lleno de papeles de la clínica y la chaqueta en el colgador de la entrada. Se fue hacia la cocina y cogió una cerveza. La abrió y dio un trago largo, dejando que el brebaje bajara a toda velocidad, impregnando su garganta de ese sabor agridulce. La volvió a dejar en la encimera. Se sintió mareada. ¿Por qué mierda le había hecho este favor a Candelaria? ¡Que se buscara un hotel! ¿Pero en su casa? En fin...

Karol se volvió a repetir las palabras de que ella estaría por la casa, y que Ruggero y ella estaban enamorados, y que nada podía volver a surgir entre él y Candelaria. Aun que tenía miedo. Ella era una amenaza. O no del todo eso, si no... ¿Cómo lo diría? Sabía que tenía buen tipo, buena cara, demasiado. Era... ¿Cómo una competencia?

Dios, no sabía que pensar.

Se metió al cuarto de baño y se desnudó, encendiendo la sauna junto con la ducha.

Pronto un vapor caliente empañó el cristal. Encendió la estufa de la bañera y se dispuso a entrar. Se relajó, dejando que los largos chorros de agua la mojaran y le recorrieran el cuerpo. Aun que seguía estando tensa. De veras, esas vacaciones que había preparado Ruggero le vendrían de maravilla. Cielos... él era tan... atento. Quería que la pasaran bien juntos, y para nada era aburrido. Era... perfecto.

Protégeme Amándome #2T |Hot/Ruggarol|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora