Capítulo 3.

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-¿Esta contigo? -pregunto en cuánto me descuelga.

-Sí, acaba de dormirse. -susurra.

-Pero si son las ocho de la mañana y os fuisteis de la fiesta a las tres.

-Estuvimos buscando a Miranda.

-¿Y la encontrasteis?

-Sí, estaba en tú apartamento con el tonto de turno.

- Dime que ella se quedó fuera. -digo nervioso.

-Si, le dije que se quedase fuera vigilando la moto.

-¿Le has dicho lo que te dije? -pregunto parado frente a la puerta de la mansión en la que vive Kriss.

-No he podido decírselo tio, dame un par de días.

-Está bien hermano, ya hablamos. -cuelgo.

Guardo el móvil en el bolsillo trasero de mi pantalón y me adentro en la mansión, por lo que me ha dicho Paula, la mujer que cuida de Kriss y la casa, mi novia sigue durmiendo, al parecer anoche lo hizo largo. Yo ni siquiera he dormido y me muero de ganas por darme una ducha y meterme en la cama. Subo las escaleras y entro en la habitación, la morena yace en la cama, enredada con el edredón, con el pelo deshecho y la boca entreabierta. Hago el mínimo ruido posible cogiendo ropa de la pequeña parte que ocupo en su vestidor y tras coger una toalla me meto en el baño.

Me ducho bastante rápido porque no quiero despertarla, aunque dudo que vaya a hacerlo. Salgo de la ducha y me seco, tres secarme meo, porque me estoy meando, por último me pongo mis boxers y tiro la ropa para lavar, la casa de Kriss es prácticamente mi casa y la mía es la suya.

Salgo del baño y me meto en la cama, abrazo a la morena y cierro los ojos.

Por más que lo intento no me la consigo quitar de la cabeza, lleva el pelo un poco más corto con mechas azules y debo admitir que le queda genial, estuve a punto de acercarme a ella pero no pude. No puedo hacerlo así que estoy utilizando a Louis para ello. Yo no puedo defraudar a Kriss pero necesito saber de ella y quizás Louis sea mi único pasaporte.

Kirss se gira y me abraza, apoyo la barbilla en su cabeza y aspiro su olor. La quiero. Tengo que quererla.

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El olor a bacon me despierta, al abrir los ojos veo a Kriss dejando una bandeja repleta de comida sobre la mesita.

-Buenos días. -sonríe.

-Buenos días preciosa mía. -digo y me acerco al borde de la cama para poder besarla.

-He preparado esto. -señala la bandeja. -Yo sola, lo prometo. -dice y yo sonrío.

Hace unos días me prometió que aprendería a cocinar, en realidad a mi es algo que me da igual, yo sé cocinar y puedo cocinar para ella pero su orgullo y su ego hicieron que me prometiese aprender a cocinar. Así que me lo tendré que comer todo por verla sonreír.

-A ver, déjame probar ese bacon. -digo cogiendo un trozo y llevándomelo a la boca.

Para no saber cocinar el bacon le ha salido bastante bueno, cojo una de las tostadas y sobre ella pongo un trozo de tortilla y un poco de bacon.

-¿Te gusta? -pregunta ella tras el primer bocado.

Yo asiento con la boca llena. Está muy bueno.

-Está genial cariño. -ella me besa sonriendo.


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