Salgo de la habitación en busca de algo de comida, Dylan duerme en el sofá iluminado por la tele, ¿acaso no le moleta? Abro la nevera frotándome la cara, ¿un yogurt o un trozo de pastel? El pastel es definitivamente mi mejor opción. Saco el pastel y lo dejo sobre le mesa, cojo una cuchara y me siento a comer mientras veo la teletienda, la parte buena de vivir en un cuchitril es que la cocina siempre es de concepto abierto. La puerta de la habitación de Miranda y Dylan se abre sigilosamente, de esta sale Miranda con un vestido rojo que se adhiere a todas sus curvas y le llega justo por encima de las rodillas, lleva los tacones en la mano, el pelo recogido en una coleta alta totalmente liso y va maquillada bastante extravagante, ojos ahumados, labios rojos y mucho highlighter. Va preciosa no voy a mentir.
-¿Dónde vas? -pregunto con la boca llena.
-Shhh. -dice dando un golpe al suelo con el pie.
Yo levanto los brazos en señal de perdón y me acerco a ella llevando conmigo mi maravilloso pastel.
-¿Dónde vas? -pregunto bajito.
-A una fiesta en Demons.
-¿Qué? -pregunto agudizando mi voz.
-Que te calles. -dice apretándome el brazo y arrastrándome dentro de la habitación.
-Ouch. -muevo el brazo para que me suelte. -Me llegas a tirar el pastel y te mato. -la señalo con la cuchara.
-No entiendo porque no engordas, das asco.
-¿Tú te has visto? Me voy a hacer bollera por ti. -digo sentándome en la cama.
-Levanta porque no tengo tiempo como para que te sientes a discutir conmigo.
-No vas a ir al Demons. -digo firme.
-Si voy a ir, y tú vas a venir conmigo. -dice quitándome el plato de las piernas.
-Tú flipas. Ni yo voy a ir ni tú vas a ir, no pintamos nada en el Demons un domingo.
-Si que pintamos porque nos han invitado, bueno técnicamente me han invitado pero tú eres como mi siamesa así que, vístete y maquillate.
-Que no pienso ir a ese antro de mala muerte y menos un domingo. -me cruzo de brazos.
-¿Por qué no? No va a pasar nada, además vamos a estar con mi amigo.
-¿Qué amigo?
-Edward.
-Ah bueno, mejor me lo pones. -bufo cansada.
-¿Eres mi mejor amiga?
-Claro pero...
-Pero nada, vístete, hazlo por mi, por favor.
Miro el pastel y después miro a mi maravillosa amiga que hace pucheros.
-Voy contigo, pero porque necesitas que te vigilen y porque no me fío del cara bonita.
Ella da pequeños saltitos sonriendo como una niña pequeña.
-Tienes 20 minutos para arreglarte.
-No puedo entrar en la habitación, Mike se despertará.
-Mi armario esta a tu entera disposición y mi maquillaje también, para los zapatos te buscas la vida.
-Menos mal que me he duchado antes de irme a dormir. -digo y ella me señala el armario. -Vale, ya voy, tranquila.
Abro su armario y escojo un vestido negro ajustado y un bolso de mano. En silencio salgo de la habitación y cojo los botines de tacón que están en medio del pasillo, entro en la habitación y me empiezo a maquillar todo lo deprisa que puedo mientras Miranda me dice que Edward ya ha salido de casa y no tardará mucho. No sé como lo hago pero termino de maquillarme en cinco minutos. Me he puesto base, polvos, corrector, eyeliner, rímel y labial rojo. Me pongo las medias, el vestido y los botines. Después me suelto el pelo y me lo peino, me lo planché ayer así que lo llevo bastante decente.
-Lista. -digo sonriendo.
-Muy bien, coge el móvil, el bolso y la chaqueta, Edward ya esta abajo.
Hago lo que mi amiga me dice y sin olvidarnos las llaves salimos del apartamento haciendo el mínimo ruido posible. Chocamos los cinco mientras bajamos las escaleras riendo.
-Intenta no dejarme tirada por cara bonita. -digo y ella me saca el dedo.
-¿Cuándo te he dejado yo tirada? -pregunta saliendo del edificio.
Edward esta apoyado en el coche y al ver a mi amiga sonríe, se saludan con un abrazo.
-Cara bonita. -digo subiéndome al coche.
-¿Por qué me odias? -pregunta y yo río.
Digamos que Edward y yo no empezamos con muy buen pie, pensaba que se había propasado con Miranda y no le hablé demasiado bien, luego todo fue aclarado pero aún así se va a quedar con el apodo.