Capítulo dos.

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Los tres siguientes días pasaron igual que siempre.

Ya era viernes y Frank no estaba feliz, claro que no, a él le daba lo mismo si era viernes, sábado, domingo, Navidad o su cumple años.

Pensó que sería un día corriente, pero no fue así.

Esa mañana le sorprendió el no encontrarse a Eleanor en los pasillos antes de clases. Sintió un alivio al entrar a su clase sin toparsela.

No abrió la boca más que para comer en el almuerzo ya que el gato risón no se apareció en todo el día.

Llegó a su casa y su madre estaba dormida, trabajaba doble turno para poder mantenerlo y pensaba que quizá ella hubiera podido rehacer su vida con otra persona, trabajar menos, vivir tranquila, si no fuera por él, era su culpa. Su madre siempre le decía que no repitiera eso, pero Frank nunca dejaba de pensarlo.

Su papá murió cuando el tenía nueve años, eso hizo que su mamá tuviera que buscar empleo para poder mantenerlo. Desde la muerte de su padre, la mamá de Frank trabajaba doble turno, y teniendo a un hijo pre adolescente nuca tuvo tiempo de hacer una familia otra vez.

La tarde en que murió era la tarde que Frank jugó baseball. Le rogó que cambiara sus citas para que pudiera ir a verlo y lo consiguió. Murió saliendo de su oficina, cuando una bala perdida le impactó en el corazón.

Estaban robando la tienda de en frente.

El pequeño Iero era muy buen jugador. Su entrenador dijo que era una lástima que no volviera a jugar nunca más.

Pero para Frank era aún peor que su padre haya muerto por su culpa.

Subió a su habitación y arrojó su mochila a una esquina.

Su habitación estaba repleta de pósters de bandas, discos, libros y ropa por todas partes.

Seguramente sus compañeros de clase no se creerían que esa fuera su habitación, Frank Iero era sinónimo de orden, o al menos eso creían. Pensaban que era muy tranquilo, estudioso y que escuchaba música cristiana, no hablaba con nadie porque era tímido. Si, como no.

Las apariencias engañan.

No sabía que hacer, se quedó de pie en medio de su habitación. No quería ver tele, no tenía ganas de escuchar música, hacer su tarea, obviamente menos, la haría el lunes antes de entregarla. Y lo peor es que tampoco quería no hacer nada.

Entonces su mirada descansó en su guitarra. La conectó a su amplificador y bajó el volumen para no despertar a su mamá que dormía.

Era bueno con el instrumento, casi tan bueno como era con el baseball, pero no hacía nada por formar una banda y tocar con ellos, no hacía nada por nada.

Elévame (My Chemical Romance)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora