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Vuelve. Pide lo mismo, coge un periódico y empieza a leer. Cuándo llega su chocolate, pide un muffin de acompañamiento. ¡Un muffin! ¡Si ya ni me acordaba de ellos!

—Lo siento, no quedan —Informo desde la barra.

Señala la carta que está colgada en la pared. Con el dedo índice, elige unas galletas.

Se las llevo, e impaciente, espero a que termine. Esta vez, no llega ni a la mitad, y se vá con un gesto de desaprobación en el rostro, dejando unas monedas encima de la mesa.

<<Mierda>> Pienso para mi mísmo.

Chocolate caliente Donde viven las historias. Descúbrelo ahora