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El hombre ha vuelto, y pide lo mismo que el otro día. Un chocolate caliente, además de una galleta.

Al contacto de sus labios con el brebaje, su expresión no sufre cambios. ¿Le gusta? Y si no le gusta, ¿por qué lo pide?

Ocurre lo mismo que el otro día. Se va sin decir nada, dejandome anonadado. Nunca en todos los años que llevo aquí un chocolate caliente, ese líquido celestial, me ha salido mal. 

Pero las pruebas están a la vista, no parece gustarle.

Chocolate caliente Donde viven las historias. Descúbrelo ahora