Capítulo 1.

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N/A: Todo aquel que tuvo una muerte fea en el libro esta vivo. (Ya le escribí a JK Rowling sobre aquello 77) A excepción del señor oscuro y todos los mortifagos que se pudren en azkaban. Dada la aclaración, a leer.

Aún no entendía cómo se había dejado influenciar por aquel viejo mequetrefe.

"Veraneando ¿Yo?, Já "

Se paró frente a la puerta de la oficina del Director y golpeó una vez.

La puerta se abrió de inmediato, dejando sonar un leve chillido de la vieja puerta. Se adentró a la oficina con paso firme, caminando directo al escritorio donde se encontraba el anciano sentado.

- Vengo a decirte que me retracto-. Dijo cruzando los brazos. - No pienso estar lo poco que queda de vacaciones con una banda de mocosos zanahorios.

El anciano bajó la cabeza, y lo miró entre sus pequeñas gafas medialuna. Estudió su mirada por unos minutos para luego acomodarse en la silla y soltarle una leve sonrisa.

-Mi querido Severus... ¿Entonces estás dispuesto a quedarte en este frío castillo solo?

El maestro de pociones lo miró desafiante. "¿Acaso se estaba burlando de él?". Siempre se sintió cómodo en su fría mazmorra y mucho mejor si estaba solo. Era su hogar. A diferencia de su muggle casa paterna, que ya se caía a pedazos.

-Seré buena compañía para Filch. -Se excuso diciendo lo primero que pasó por su mente. -Además le seré útil para limpiar el castill....-

El chillido de la puerta de la oficina lo interrumpió. Ambos giraron a la vez para ver de quién se trataba.

Era el señor Filch con una maleta en una mano, y su gata, la sra Norris en la otra.

- Ya estoy listo señor. Dijo esbozando una gran sonrisa mostrando sus feos y amarillentos dientes. - Será divertido castigar a esos niños bajo el agua.-

Severus sintió caer la mandíbula al ver el atuendo de Filch. Una sudadera blanca sin mangas, un short corto amarillo con palmeras verdes y moradas estampadas, al más puro estilo Hawaiano, calcetas negras y sus viejos zapatos.

El anciano director se levantó de su asiento caminando pasivamente en dirección a Severus.

-Cómo verás hijo, nadie estará en este desolado castillo.- Dijo Dumbledore. Poniendo una mano en el hombro de Snape. - Si hasta Minerva ya a guardado sus mejores trajes de baño en la maleta-

El profesor no pudo evitar sentir escalofríos al imaginarse a Mcgonagall tomando sol en bragas. Al contrario de Filch que también se la imaginó y no pudo más que agrandar su sonrisa.

Dumbledore se acercó a su escritorio y reposo su arrugada mano en un pequeño dulcero, miró a Filch de reojo quién al notarlo se acercó también para imitar la acción.

-¿Y entonces, que opinas hijo? Dijo Dumbledore acercándole la mano al profesor.

- Esto será tan divertido- decía Filch. - Es tiempo de unas vacaciones Sra Norris-

Severus miró la mano del anciano vacilar, moviéndose al compás del ronrroneo de la gata.

- Esta bien- dijo el profesor a regañadientes. -Si no me siento cómodo volvere a mi fría mazmorra.

Se acercó al escritorio y de un plop desaparecieron los tres. Dejando un seco silencio en la oficina.

Sintió un ligero mareo y luego todo se detuvo. La brisa revoloteo su grasiento cabello tapándole la cara. Abrió los ojos y vio al señor Filch corriendo unos pasos más adelante.

- Sonríe Severus. Será un verano de adicción.- Dijo el anciano para comenzar a caminar entre la hierba hacía la madriguera.

***

Addicted to LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora