Capítulo 7

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Capítulo 7

Ada

Me tomo por sorpresa, sabía que esa pregunta me la iba a hacer en algún momento. Pero nunca pensé que tan rápido.

-Bien –Dije frotándome las manos. Miro a Carlos con mi hijo en brazos, se ven tan tiernos ambos.

-Sé que me pase al preguntarte y puede ser un tema difícil de hablar. No hace falta que me lo digas. – Dice el, con un gesto comprensivo.

-¿Enserio? –dije, esperanzada de no tener ahora esta conversación. La evite por meses con mi abuela, puedo evitarla en esta cita.

-No- Dice burlón.- Sabes que puedes contarme y que sea lo que sea te voy a entender. - Me dice mientras le sonríe a mi hijo.

-Lo sé, Carlos...- dije – Bien, es una historia larga, pero resumiéndolo el papa de mi hijo es un chico llamado Alexander, él era un compañero mío , del primer secundario al que fui.- Explique brevemente.

-¿Te cambiaste de colegio por que estabas embarazada?- Me pregunta.

-No, me cambie de colegio mucho antes de saber que estaba embarazada. Y fue mejor así, nadie de mi vieja escuela se enteraba.-Dije tomando un trago de gaseosa.

-¿Por qué?-Me pregunta. Mientras acaricia la cabeza de Ariel.

-Porque esas personas me dañaron. Y no quiero que Alexander conozca a mi bebe.-Dije con el ceño fruncido. Me miro con la cara con la que me ve mi abuela de" Sos una soquete".

-Pero sabes que es su padre y tiene derecho a saber que tiene un hijo. –Me reprocha, lo cual me callo como un balde de agua fría.

-Ese idiota no tiene derecho a saber que tuve un hijo suyo, si supieras lo que me hizo entenderías.- Bufe.

Su cara cambio, pude ver como se le tensaba la mandíbula y apretaba los dientes.

-¿Qué te hizo?-Dijo enojado.

Acaricio la cabeza de Ariel, la camarera que nos atendió apenas llegamos trajo nuestra comida. Ninguno de los dos la miramos nos estábamos viendo a los ojos. Me sentía nerviosa. No es algo que se cuenta en la primera cita, pero tampoco se lleva a tu hijo a la primera cita.

-Bien te lo diré.-Dije al fin.

Mientras almorzábamos, le conté como empecé a salir con Alexander, como en el partido me mandó un mensaje diciéndome que fuera a los vestuarios, le conté sobre el video.

Solté algunas lágrimas, el permaneció en silencio.

Terminamos de comer, sin hablar desde que le conté todo lo que sucedió hace tiempo.
Se lo que debe estar pensando, que se quiere alejar de una loca como yo. Tantos dramas que tiene mi vida madre soltera, papas que me echaron de la casa y una inexistente relación con el padre de mi bebe.

Al terminar de comer y de estar un rato sentados, nos vamos nos despedimos de Luciano y prometimos volver otra vez. (Cómo va la cita, creo que nunca.)

-Trajiste el coche ¿no?-Me pregunta el, saliendo del restaurante, no hacia tanto frio pero si como para usar una campera, tome a Ariel y lo tape con otra mantita. Sería un desastre si se enfermara, no puedo pedir más días libres.

-Sí, lo habíamos guardado en el baúl del auto.-Le digo con una media sonrisa.

-Bien –Se acerca al baúl saca el coche y lo arma.

Pongo a Ariel en el coche, sus ojos azules me miraban curiosos y bese su frente. Lo tape con dos colchitas una polar y otra de lana, no quiero que se enferme.

-¿A dónde vamos?-pregunte cuando veo que toma el coche y empieza a caminar.

- A caminar, cerca de aquí hay un parque, y no hace tanto frio y se nota que está muy calentito. – Se rio un poco y comenzó a caminar.

-Dale está bien.-Dije mientras lo sigo.

Empezamos a caminar los dos en silencio ¿Qué estará pensando? Me muero por tener el poder de Edward Cullen.

- Sabes lo que pienso. -Me dice el como si me leyera la mente. –Pienso en donde estará el padre de Ariel así voy y le rompo la cara con mi puño, es lo que estuve pensando desde que me lo contaste. – Me dice muy serio.

- ¿Solo en eso pensaste?-Pregunte sorprendida.

-Si, como algún chico sería tan idiota de té, se merece dos golpes, no mejor cinco.-Dice molesto.

-¿Por qué cinco?-Pregunte riéndome

-Le voy a pegar uno por dejarte embarazada, otro por dañarte y lastimarte y los otros tres porque se me pego la gana. –Dice enojado, parece el oso gruñoncito.

-Alto ahí Maidana. –Le digo riéndome. Me parece tierno su lado protector.

-Obviamente sí, soy alto boxeador. Dice haciendo es el que lucha tirando puñetazos al aire. Cualquiera que lo viera pensaría que luchando con el hombre invisible.

Me empiezo a reír, que tarado que es este chico. Llegamos un parque, no había casi nadie, será porque esta nublado, pero no hace tanto frio.

-Sabes, Ada te admiro muchísimo. – Me dice con una vos más calmada y suave.

Lo miro a los ojos y no puedo evitar sonreír, ni sentir un revoltijo de mariposas en mi panza.

-No te creo. – Dije sorprendida.

El me tomo de las manos, me dio vuelta para que lo mirara no pude evitar perderme en esos ojos marrones tan cálidos.

Enredo sus dedos con los míos y me miro, pero no una mirada común si no una llena de sentimientos flamantes en su interior. Me hizo sentir una calidez inexplicable.

- Ada, te admiro no sabes cuánto. En estos dos días de conocerte me has hecho ver que una chica joven como tu puede ser tan responsable en cuidar a su hijo casi por completo sola. Y además superar un corazón roto... -Dice el, apretando sus dientes, pero luego volvió su cálida sonrisa. – Me dio un gusto estar contigo y con Ariel, los tres, fue una sensación tan cálida, salvo la charla de tu ex y los idiotas de tu compañeros. –Dice con una mueca.-Pero comencé a sentir algo por ti y no puedo evitarlo.

Él se acerca para me, pero esquivo sus labios. Tome el coche y empecé a caminar hacia otro lado escuchaba que Carlos me llamaba, pero no quería estar cerca suyo en este momento.

Antes de que el me alcanzara, en una esquina vi un taxi corrí hasta el, saque a mi bebe del coche con una velocidad increíble, me doy vuelta y veo a Carlos a unos metros de mí.

-Espera Ada.- Me rogó, pero no puedo quedarme. Subo al taxi y cierro la puerta.

-¿Hacia dónde?-Me pregunto el taxista. Le digo la dirección y arrancamos alejándonos de Carlos.

Con mi hijo en brazos, pienso.

El me confeso sus sentimientos, fue sincero y también quiere a mi hijo pero no puedo...

No puedo volver a sufrir por alguien, no soy una niña para estar triste por un chico ahora tengo un hijo, no puedo estar pensado en algo tan egoísta como el amor.

Solo tengo que pensar en mi hijo y solo en él.

Llegamos a mi casa, y le pago al taxista el cual no me tuvo paciencia en sacar el coche.

Entro a mi casa y cierro con llave. Es extraño como me siento segura dentro de estas paredes.

Tomo a Ariel y lo subo a su cuarto, lo pongo en su cuna, en donde se abraza a un osito y se duerme, le saco las zapatillas y el gorrito su pelo quedo todo desordenado.

Lo tapo y lo miro dormir, no puedo permitir enamorarme solo tengo que cuidar de él, no quiero sufrir más por amor.

Escucho que golpean la puerta de la entrada, resignada voy a abrir la puerta...

-Quiero que hablemos. –Dice agitado,Carlos.

-No quiero hablar contigo. –Le digo intentando cerrar la puerta, pero él pone su mano evitando que cierre la puerta.

-Lo tendrás que hacer, Candy.- Dijo con la voz decidida.

Mí jefe, el papá de mí hijo [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora