Abrí los ojos, descubriendo que no había nadie a mi alrededor.
Me senté, aún adormilado, y me pase el dorso de mis manos por los ojos.
El hecho de que el único sonido que lograba escuchar era el del viento me ponía nervioso, así que me levanté, preparado para buscar a mi familia.
Me limpie el pantalón, aún cansado, convencido de que no había dormido del todo bien, y me dí la vuelta, encontrándome con Louis.
Solté un jadeo sorprendido, ya que no había notado su presencia.
—Encontramos un lugar, y Gemma se siente un poco mal, así que le dije a tu mamá que fueran a que la sanarán y cuando te despertarás yo te llevaría— explicó aunque yo no se lo pidiera.
Asentí distraído, rascándome la mandíbula.
—Es aquí, cerca— añadió.
Lo miré.
No sabía si él estaba cansado de esperarme, si lo más correcto era entrar pronto a aquel lugar, o si podía tomarme mi tiempo.
—¿Vamos ya?— cuestioné.
Me devolvió la mirada— ¿Quieres descansar un poco más del estrés?— cuestionó— Podemos quedarnos unos minutos aquí, pero mamá se molestará.
Notaba a Louis más serio de lo que hubiera sido ayer antes de esas explosiones, y usaba palabras que yo no conocía.
Asentí de nuevo, y me acerqué al pequeño muro donde él estaba sentado para sentarme yo también.
A pesar de que estaba un poco triste, recordé sin motivo alguno cuando Louis y yo le dimos de comer a un perrito de la calle, la manera en que nos movió la cola y lo bien que me sentí como persona.
Sonreí.
—Louis— lo llamé.
Me miró, preguntándome con la mirada qué quería.
Me dí cuenta de que estaba un poco más feliz a su lado, sin importar lo que estaba pasando, y estuve seguro de que quería mantener ese sentimiento, sin importar qué.
—¿Cuánto tiempo pasará esto?
Hizo una mueca— No lo sé.
Bajé la mirada— Sin importar cuánto duré, ¿estarás siempre a mi lado?
Lo escuché suspirar, y lo miré con miedo de que me respondiera con un no.
—Claro, Hazz— me miró y alzó su dedo meñique—. Por la garrita.
Sonreí entusiasmado.
Louis siempre sabía cómo renovar mis ánimos.
Junté mi dedo meñique con el suyo.
Me devolvió la sonrisa y me abrazó alegremente, ambos estábamos felices como si no tuviéramos hermanos enfermos y casas destruidas.
—¿Hay ducha?— pregunté separándome de él, refiriéndome al lugar que habían encontrado.
Negó con la cabeza— Es un hospital, pero solo le dan comida y oportunidad para ducharse a los enfermos.
Hice puchero, sintiendo mi estómago gruñir.
Ví a mi mamá salir del hospital, seguida de Johanna y Lottie, Doris, Daisy y Phoebe, y al vernos suspiraron aliviadas.
Mi mamá corrió hacia nosotros, mientras las demás solo la seguían tranquilamente.
—¿Cómo estás, bebé?— preguntó tomándome de las mejillas y besándome la frente.
—Con hambre— dije rápidamente, esperando que tuviera algún chocolate para mí.
Su semblante alegre desapareció rápidamente.
—En el hospital están llamando a lugares que nos quieran donar, todo estará bien si permanecemos ahí— me aseguró.
Bueno, no tenía que hacer mucho más que permanecer en el hospital y esperar a que alguien me quisiera dar comida, así que me encogi de hombros y comencé a caminar en la dirección que me indicaron, pero pare en seco.
Comencé a escuchar de nuevo el sonido de los aviones.
Levante la vista hacia el cielo, aterrado, comenzando a escuchar gritos de desesperación que no me ayudaron a mantener la calma.
—¡Van a bombardear el hospital!— escuché que mi mamá decía.
La desesperación era palpable en su voz, y quería ayudarla, pero no podía dejar de mirar esos aviones que estaban apunto de terminar con unas cuantas vidas.
Mi mamá no sabía si huir conmigo o buscar a Gemma, pero cuando la primera bomba cayó, me sostuvo con fuerza del brazo y comenzó a correr.
Yo ni siquiera estaba corriendo, o caminando, solo estaba siendo arrastrado por mi madre, mientras intentaba analizar todo.
Si el hospital estaba siendo bombardeado, ¿dónde debía estar mi hermana? Nadie podría ser tan malo como para lanzarle una bomba a una niña tan buena como ella, ¿cierto?
Ella sacaba buenas notas, me regalaba chocolates y leía libros.
Sonreí, porque estaba convencido de que no habían matado a mi hermana ya que no lo merecía, y probablemente parecía un maniático sonriendo en medio de todo ese lío, con todas las personas a mi alrededor llorando y corriendo y con varias explosiones a mis espaldas, pero si mi hermana estaba bien, yo estaba bien.
∆∆∆
Esa vez caminamos mucho menos que en el último bombardeo, solo dos horas.
Seguía pensando que mi hermana estaba bien, pero no sabía dónde se podría encontrar.
Jay y mi mamá lloraron mucho, por bastante tiempo, y los hijos que quedaban de Jay también.
Sentí lástima por Louis, ya que sus hermanos no habían sido tan buenos como Gemma y seguramente habrían muerto.
Me convencí de que mi mamá era una mujer muy empática con Jay, porque sus hijos estaban bien y ella lloraba solamente por los hermanos de Louis.
Cuando nuestras madres parecían un poco más calmadas comenzaron a hablar y a hablar, cambiando la dirección en que nos dirigíamos y pidiendo mucho silencio cuando escuchaban el sonido de un televisor o una radio.
Supongo que todo eso fue para buscar lo que en esos momentos tenía al frente: varios carros en los que gente que estaba sucia y triste se montaba.
Me monte con la familia Tomlinson y mi madre en un mismo carro, además de dos militares que estaban en el asiento del conductor y del copiloto.
Estaba sentado en las piernas de mi mamá, y Louis estaba a mi lado, así que apoyé mi cabeza en su hombro.
Por alguna razón, ya no me sentía tan esperanzado como antes.
—Mami, ¿dónde está Gemma? ¿Estamos yendo a buscarla?
Esa pregunta hizo que Jay volviera a llorar, y sentí a mi mamá temblar un poco.
—Ella está bien, la verás pronto— aseguró.
Desde entonces, mentir era parte de su rutina.
ESTÁS LEYENDO
no more bombs, please
Short Story"-Tus ojos están brillando, ¡incluso cuando están llorando! ¿Son estrellas, o algo así, Louis? ¿Son las estrellas que debo seguir para no perderme en esta oscuridad?" Louis y Harry son dos pequeños mejores amigos de Yemen, un país árabe del oeste de...