epílogo.

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Cerré los ojos, liberando mi mente y dejándola ir con la música.

Desde hace cuatro años que había descubierto esa canción, la escuchaba siempre el primero de febrero, en cualquier momento que tuviera audífonos y mi teléfono cerca.

Ese día era primero de febrero, y se cumplían diez años de ese primero de febrero.

El que marcó un antes y un después en mi vida.

Ese día no fue el día en el que la bomba cayó, pero para mí siempre se sintió de esa manera.

No importaba que me hubieran traído a Estados Unidos, ni que me hubieran llevado a los mejores psicólogos de ese país, porque mi trauma seguía intacto.

No podía disfrutar mi cumpleaños normalmente, se me hacía imposible.

De igual forma, no tenía amigos con quienes celebrarlo, así que no representaba un gran problema.

Solo era un día en el que comía pastel con las personas que me adoptaron.

Pero el pastel hacia todo peor.

En mi primer cumpleaños con ellos fue justamente un pastel de chocolate, pero ese mismo día descubrieron el gran error que eso significaba.

Ahora eran de otros sabores, y a veces con helado, pero eso no evitaba que pensara en Louis.

Louis y las estúpidas promesas que no pude cumplir.

La promesa de darle su pastel.

La promesa de estar juntos hasta el final.

Sentí un sonido fuerte a mis espaldas, y chillé mientras lanzaba mis audífonos al otro lado de la mesa del comedor de mi secundaria.

Me voltee y me encontré con Zayn sonriendo inocentemente mientras recogía una caja que se le había caído.

-Perdón, Harry. No fue mi intención hacer ruido- se disculpó.

Todos sabían varios de mis traumas. El que más conocían de todos ellos era el que tenía con los ruidos fuertes, pero Zayn era el único que sabía la razón de ese y todos los demás traumas.

De alguna manera, y aunque no me gustara aceptarlo, me había ayudado bastante que Zayn también viniera de Arabia Saudita a Estados Unidos, porque aunque no hablara demasiado con él - ni con nadie -, él sí hablaba demasiado conmigo, y creo que eso formó una pequeña amistad en la que me apoye mucho.

Asentí indiferente y pause la música- ¿Qué traes?- cuestioné.

Miró la caja y la colocó en la mesa, justo al lado de mi comida que aún no había sido tocada- Algunos libros del año pasado que donaré a un lugar de esos donde ayudan a las personas afectadas por la guerra. Algunos de noveno pensaron que traía bombas en la caja- hizo puchero.

Nadie pensaba que yo fuera árabe porque, primero: no soy árabe, y segundo: no solía hablar, y cuando lo hacía mi acento no era tan marcado como el de Zayn.

Ambos aprendimos inglés con la misma facilidad pero el acento gracioso del moreno siempre se quedó firme.

Miré la caja con cosas llenas para esas personas... Recibí tantas cuando recién había llegado a América.

Zayn disfrutaba hablar como si ninguno de nosotros hubiera tenido contacto alguno con la guerra y eso era algo que yo agradecía bastante internamente.

-Vamos a ir a dejarlas y si quieres te compro algún dulce...- miró fijamente mi cara, esperando encontrar alguna reacción brusca para parar de hablar- Ya sabes, hoy es tu cumpleaños.

no more bombs, pleaseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora