4.

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Cuando le pregunté a mi mamá por qué estábamos ahí me respondió que nunca podrían bombardear ese lugar, debido a que era del ejército del país que nos atacaba, y que nos mantendrían vivos para usarnos en contra de Yemen.

Cuando me dijo eso, no entendía la mayoría de las cosas que me intentó explicar, solo que estaría en contra de Yemen y... solo imaginar que me pidan humillar a mi país y hacerlo quedar mal para poder sobrevivir me daban náuseas.

Pero se suponía que eso significaba estar a salvo, así que estaba bien.

Entonces, cuando ya llevaba unos tres días ahí y comenzaba a acostumbrarme a algunas muertes diarias a cambio de comida, comenzaron a caer bombas.

La idea de estar ahí era estar a salvo de las bombas, pero no, ni siquiera de esa manera.

Yo dormía tranquilamente, y entonces comenzó, y yo entré en pánico.

Estaba cansado de las bombas, estaba cansado de no poder estar tranquilo sin sentir que alguna explotaría a mi lado.

No quería sentir más miedo de cualquier mínimo sonido, ni quería sentir mi corazón dispararse al escuchar el sonido de los aviones.

Salí corriendo del lugar, sin saber si alguien me seguía o no... Solo quería huir del sonido de los aviones.

Escuché gritos después de unos segundos, así que supuse que sí habían personas huyendo junto a mí.

Cerré los ojos cuando la primera bomba cayó.

Nunca sabía si estaba a salvo o no hasta un par de segundos después, y entonces seguía corriendo, pero esos dos segundos eran... Tensos, demasiado.

Estaba corriendo en dirección contraria a las bombas, así que luego de algunos segundos me quedé quieto... Bueno, dentro de lo que se puede decir.

Estaba temblando, soltando quejidos aterrorizados y mirando a todos lados.

No sabía dónde estaban mi mamá o Louis, que eran las únicas personas con las que me sentía seguro en ese lugar, y Gemma seguía sin aparecer.

—No más bombas, por favor— murmuré tapando mis oídos.

El pitido era más fuerte después de cada bombardeo, y no había logrado acostumbrarme.

El odioso sonido que no desaparecía ni cuando me tapaba los oídos me molestaba demasiado, y hacia que toda la situación fuera aún más desesperante.

Todos habían parado de correr, así que suponía que estaba bien, y me senté en el suelo.

Escondí mi cara entre mis rodillas y comencé a sollozar.

—No más bombas, por favor, no más bombas— gemí.

Una mano se posó sobre mi hombro.

—Está bien— me tranquilizó una voz rota.

Me limpie las lágrimas y miré a quién pertenecía esa voz.

Los ojos azules de Louis me miraban, intentando transmitirme tranquilidad, pero me desespero ver el dolor en ellos.

Estaban brillantes, pero también estaban llorando.

—Tus ojos están brillando, ¡incluso cuando están llorando! ¿Son estrellas, o algo así, Louis? ¿Son las estrellas que debo seguir para no perderme en esta oscuridad?— cuestioné, y no supe de dónde salieron de esas palabras, porque yo no las procese.

Louis sonrió, y se sentó a mi lado.

—No llores, Hazz. Tu mamá está bien— me avisó.

Asentí.

no more bombs, pleaseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora