Complaceme

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—Complaciendo a tus subscriptores con tu voz sensual, ¿He? —preguntó con una voz profunda que me estremeció por la sorpresa.

Estaba en un pequeño receso del livestream, pues había ido a comer algo y ya estaba de vuelta en mi habitación para continuar con la transmisión.

—E-em.. ¿Si? —respondí dudoso, tomando el mouse para quitar la pantalla de fondo y que se visualizara mi rostro.

—¿Y que tal si a mi me complaces con un par de palabritas? —preguntó de regreso, quitándome el mouse de entre mis pezuñas.

—Doc, más te vale no intentar nada o...

Me dió un beso en los labios, tomándome por sorpresa.

—¡Doc! —lo separé de mi—, ¡Ahora no, estoy en un livestream!.

—¿Y acaso eso es impedimento? —preguntó coqueto, acariciando mi mejilla.

—¡Si! —grité exasperado.

Sin darme tiempo a reaccionar, ya me había vuelto a besar y había comenzado a acariciar mi miembro dormido, despertándolo de inmediato por la adrenalina que recorría mi cuerpo.

—Vamos, Chiquito, sólo gime un poco para mi...

Comenzó a besar mi cuello mientras movía más rápido su pezuña sobre mi miembro despierto.

—¡Doc!, ¡B-basta! —pedí en una súplica, tratando de alejarlo de mi al poner mis pezuñas sobre su pecho.

¡¿Cómo es que hace ésto en medio de un livestream?!, ¡¿Y si nos ven?!, ¡¿Y si nos escuchan?!.

Por instinto mi mirada fue a parar a la pantalla del programa que usaba para transmitir, verificando que la cámara y el audio del micrófono estuvieran silenciados.

—Aun no te escucho gemir...

Tras esas palabras, le ví deslizarse por mi cuerpo. No tuve que esperar mucho para descubrir a dónde había ido a parar.

—D-doc... ¡A-ahh!...

Me cubrí el rostro con mis alas, sientiéndome arder de la vergüenza, mientras le sentía probando mi intimidad.

—¡Ah-ha!, ¡Ngh!... ¡Ahh!...

Mi corazón me ensordecia con sus veloces latidos, haciendo que temblara momentáneamente, y que terminara por llegar a mi orgasmo rápidamente.

—¡D-doc!, ¡Ahh!...

Mi cuerpo se puso totalmente rígido para después relajarse y dejarse caer a sus anchas sobre mi silla giratoria.

—Lindos gemidos, Chiquito —dijo besando la punta de mi miembro.

—A-ahh...

—Ya puedes seguir con tu livestream —comentó, al retirar mis alas de mi rostro con sus pezuñas—, tomatito.

Lo miré a los ojos irritado, pues sabía perfectamente que mi rostro estaba ardiendo y totalmente rojizo por lo que había hecho.

Me intenté calmar poco a poco, dejando que mi sonrojo se fuera diluyendo par retomar el livestream, pero al final opté por desactivar la cámara y jugar un rato para distraerme.

Estúpido Doc...

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