DishXDoc

Ducha

—Uff... hoy fue un día bastante cansado... Bueno, menos mal que tengo un baño caliente esperándome.

Caminé hasta el cuarto de baño de mi habitación con toda la intención del mundo de dejar de lado el estrés del día, me senté en la tina y simplemente me dejé llevar por el alivio que el agua caliente a mi lado me daba.

̶—¡Ah!, esto es la gloria —suspiré aliviado, en verdad necesitaba relajarme un poco.

Cerré mis ojos y simplemente me relajé con el agradable silencio que había a mi alrededor. Mi mente se desconectó por un momento de mi realidad... hasta que un extraño movimiento en el agua me hizo abrir los ojos.

Parpadeé un par de veces antes de caer en cuenta de que un par de ojos color cielo me observaban con un sus parpados ligeramente caídos, dándole un aspecto sensual al pony que le pertenecían.

̶—¡¿D-doc?! —grité de la sorpresa.

̶—Hola, Shiquito... ¿Tomamos una ducha juntos o tienes mejores planes? —preguntó con su voz sensual de siempre mientras subía y bajaba sus cejas un par de veces.

̶—¡F-fuera!, ¡Largo! —grité alarmado, aún sin poder procesar lo que estaba pasando.

̶—Oh, vamos... no me digas que no te gustaría hacerlo con el calor y la humedad del agua —reforzó sus palabras al acariciar el agua con su casco.

Me sonrojé al ver como se acercaba lentamente a mí.

̶—Y-yo...

Bajé mi mirada avergonzado al sentir como mi corazón latía tan rápidamente por sus acciones, antes de pudiera decir algo más, sentí como uno de sus cascos comenzaba a acariciar mi pierna, haciéndome brincar de la sorpresa; lo miré un tanto sorprendido... pero la mirada del Doc simplemente brillaba con un deseo oscuro que lentamente me estaba comenzando a contagiar.

̶—D-doc...

̶—Tranquilo, Shiquito, será una experiencia húmeda... y caliente —comentó sensualmente.

Sus labios capturaron los míos, haciéndome perder ante el deseo que sus cascos sobre mi cuerpo provocaban... inconscientemente pasé mis cascos por detrás de su cuello, rompiendo el beso para tomar aire; nos miramos a los ojos y con esa simple mirada bastó para que volviera a besarme y comenzara a frotar su miembro contra el mío.

̶—Te ves lindo cuando te sonrojas.... quiero ver este par de mejillas igual.

Con una caricia en mi trasero, comenzó a introducirse en mí... dando comienzo a otra de nuestras noches pasionales.

—¡D-doc, espera-ahh! —intenté detenerlo, pero ya había sido demaciado tarde, pues su miembro estaba dentro de mi.

—Relájate...

Comenzó a besar mi cuello mientras se movía lentamente dentro de mi. Inconscientemente mis ojos comenzaron a llorar, pues estaba tan apretado y tan lleno que no podía hacer algo más que no fuera disfrutar.

—D-doc...

Se acomodó mejor en la tina, sentándome sobre él, haciendo que mi lengua saliera de mi boca automáticamente.

Por los cielos... está tan adentro...

—¡Ahh-hha!, ¡D-doc!... —gemí en alto, abrazándolo con mis alas mientras lo sentía acariciar mi trasero al hacerme subir y bajar.

—D-dish...

Otro gemido se escapó de mis labios al sentirlo besarme en mi pecho, bajando hasta mis costillas, erizando mi piel al sentir su aliento tibio.

—D-dish...

—¡Ahh!

Gemí en alto al sentirlo morderme suavemente mi costado derecho, haciendo que mi cuerpo se pusiera más sensible y que terminara por alcanzar el orgasmo al sentirlo morderme e incrustarse dentro de mi de nuevo.

—¡Do-ohc!, ¡Ahh!...

Para mi sorpresa, ambos llegamos al mismo tiempo, pues sentí su miembro liberar su semen dentro de mí.

—Te amo, Dish...

Me sonrojé por sus palabras, pero le correspondí besando su frente, pues se me dificultaba decírselo con palabras.

Al final de la noche nos duchamos los dos juntos, aunque él fue muy amable al ofrecerse a ducharme para limpiar esos lugares sucios, terminó por ganar su pago al acariciarme más de lo debido al tallar mi intimidad.

—¿Me quieres? —preguntó estando detrás de mi, frotando mi espalda.

—Ya sabes que si —respondí con una sonrisa.

—¿Más que al huesudo?.

Me reí un poco, pues él siempre pensaba que me gustaba más Sans que él.

—Si, mucho más que al huesudo —respondí alegre, girándome para verlo y abrazarlo por el cuello.

—¿Y tú me quieres a mi? —pregunté inocentemente.

—Te quiero tanto como para comerte en un plato de peras con mantequilla...y aún así te pondría más atención a ti que a ellas —declaró seductor, sonrojándome y ganándose de nuevo mi corazón.

Mi respuesta fue darle un beso en los labios, pues sabía que así no le quedaría duda de que lo amaba y que lo quería de la misma forma en que él a mi.