Capítulo 1

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Bien... Mi nombre es Anna un nombre común para una niña normal soy exactamente como los demás rio, lloro, hablo, canto, juego, leo, exactamente como los demás niños de mi edad, 7 años de edad, una pequeña persona considerablemente normal solo con un pequeño detalle, leucemia.

Me la diagnosticaron cuando tenía apenas 5 años de edad, mis padres quedaron perplejos con la noticia y mi madre ante semejante noticia  simplemente no podía parar de llorar.

Yo honestamente no podía comprender porque todo ese alboroto, que pasaba, que tan mala podría ser esa enfermedad, para que mis padres reaccionaran así, para que mi madre no parara de llorar y para que mi padre se quitara la vida.
Y entonces yo me preguntaba a mi misma
¿Por qué el estaba muerto? ¿Era mi culpa acaso?

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Mi padre murió unos meses después de enterarse sobre el Cáncer y bien lo que puedo decir acerca de esto es que me dolió bastante, no sabía que mi padre moría por mi culpa, o bien al menos así lo sentía yo, no sabía que mi estado crítico y mi enfermedad acabaría con alguien mas que no fuera yo.
Duramos meses buscando tratamientos, alternativas curativas, brujos, magia de todo. Yo luchaba día a día contra mi enfermedad pero a pesar de todas esas alternativas y los medicamentos que constantemente consumía no podían controlar el cáncer.
Ante la situación continúa de estar en hospitales y no recuperarme, mi padre calló en una depresión severa, de saber que mi enfermedad no tenía cura y que la espera por ver a su hija en buen estado seria tardía o que quizás, jamás llegaría.

Comprendo que es bastante duro para los padres ver a sus hijos morir y es que, cuando mueren tus padres eres huérfano, cuando muere tu esposo o esposa eres viudo o viuda, pero cuando tu hijo muere no hay un nombre que lo describa.

<<<<El día en que mi padre murió>>>>
Les contare un poco sobre lo que ocurrió aquella noche...

Sabía que las cosas andaban mal, pues un día después del trabajo mi padre me pidió que subiese a mi cuarto, y me dijó que el en un momento más subiría a darme las buenas noches, le obedecí y me fui a mi cuarto.

Pero aunque obedecí y fui a mi habitación, yo podía perfectamente escuchar lo que se acontecía en el piso de abajo, para colmo de los colmos mi padre había perdido su trabajo, mi madre que era una persona callada no dejaba de gritar -¿pero qué rayos ha pasado? ¿porque te han despedido de tú trabajo?- notaba en su voz una desesperación inmensa.

Mi padre solo gritaba continuamente que estaba harto de todo, harto de perder el trabajo y harto de verme enferma, harto de no tener dinero, harto de la vida, de los hospitales, de los doctores, de no poder hacer nada bien, pero mas que todo harto de luchar una batalla perdida contra una enfermedad sin cura.

Mi madre gritaba y lloraba demasiado, y simplemente por mis mejillas unas lágrimas rodaron, no quería ser una carga para ellos, no quería que ellos estuvieran así y bueno es que tener esa enfermedad no era mi culpa, yo hacía lo que podía por dar las menos molestias posibles, por no pedir nada que otros niños de mi edad pedían, porque yo bien sabía que mis tratamientos eran bastante caros y aunque asociaciones continuamente nos ayudaban, el dinero no era suficiente. Y ahora sin el trabajo de mi padre las cosas se pondrían aún peor.

La cosa es que solo nos sustentábamos con el trabajo de mi padre puesto que mi madre no podía trabajar tanto, pues ella tenía solo un ojo y el que tenía no era muy bueno que digamos usaba unos enormes lentes para poder ver un poco y esos lentes eran horribles pero eso no ocultaba que mi madre era tremendamente bella y su forma de ser y sus sentimientos la convertían en alguien perfecta.
Al no poder tener una buena vista las oportunidades de trabajo eran muy pocas pues en la mayoría de los lugares se requería una salud buena, nada de enfermedades, nada de problemas en fin mi madre no gozaba de la dicha de una buena vista para trabajar así que todo dependía de papá.
Los trabajos que mi madre tenía eran trabajos temporales donde no se ponían tan exigentes pero la paga era muy poca así que nos daban unos pocos ingresos pero estos apenas y bastaban.

Una aflicción imperialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora