Capítulo 9

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Mónica se había convertido en una buena amiga para mi, ella como yo también tenía cáncer o bueno en realidad ella ya no lo tenía.

Por azares del destino ella se curo.

Dio una dura lucha pero al fin lo venció, había tenido un osteorscoma en uno de sus pies, pero lo lograron extirpar y con eso curarle su cáncer.

Estaba realmente feliz por ella, sufrió bastante, bueno eso sé, por lo que me contaba, venía a mi casa en los días que podía y platicábamos de cosas de niñas.

A diferencia del día en que la conocí, ya podía andar por sí misma, el cabello ya le comenzaba a crecer, lento pero lo hacía, y su piel ya tomaba un poco de color, lo cual hacía que ya no pareciera un cadáver andante como yo.

Jugábamos con mis muñecas y me platicaba por las cosas que había pasado.

Era bueno conocer alguien como yo.

Solo que a veces sentía la melancolía de que yo no podría curarme como ella, pues mi enfermedad se encontraba en todo mi cuerpo.

Pero trataba de no perder la esperanza.

Victoria estaba con nosotros en la sala, jugábamos, reíamos, veíamos televisión y comíamos galletas, era divertido estar con ellas dos, Mónica tenía más amigas y ella decía que quería que las conociera, para tener más personas con las cuales jugar y algo así por el estilo.

Acabando la película de bob esponja, fuimos a mi cuarto para ir por más juguetes.

En cuanto entró a mi habitación lo primero de lo que se percato era que tenía un hámster, mi precioso Sísifo, el cual con todas la energía del mundo, corría en su rueda.

Mónica camino lentamente hacia el para no distraerlo pero en si para verlo más de cerca, a pesar de su lentitud, mi bebe Sísifo se percató de su presencia y se postró en el vidrio de la pecera, observando a mi amiga

-Ana es precioso- dijó Mónica ¿crees que yo pueda cargarlo?

-Claro- le conteste

Mónica con delicadeza lo tomo entre sus manos y Sísifo movía su narizita

-Le caes bien- le dije

-¿tu crees? me pregunto

-Sip claro-

-Yo también tengo uno- me dijo ella

-Enserio wow- le conteste emocionada ¿y como es?

-Es algo viejo se llama Max-

Max jajaja es un lindo nombre-

-Sip y al menos no tan raro como Sísifo

-No es raro

-Claro que si- me contesto ella- ¿porque el nombre? Me dijo intrigada

-Pues me lo regalo Victoria, después de salir del hospital por mi cumpleaños, estuve ahí después del funeral de mi padre. Elegí ese nombre pues por mi padre el nombre de Sísifo habla acerca del hombre como autómata en la sociedad; del incesante quehacer rutinario, y de la absurdidad del hombre...

Mónica me miraba confundía intentado articular una respuesta. -Ana la verdad no entiendo nada

-Es una leyenda- -Verás Sisifo fue un rey de una de las numerosas islas griegas, era toda una ficha, tramposo y cruel. Fue capaz de encadenar a la muerte cuando esta fue a buscarlo.

Sisifo fue condenado a efectuar un trabajo consistente en subir una roca hasta una alta cima, al dia siguiente la roca aparecia al pie de la montaña y nuevamente debia subirla.

Esto signifca que el hombre esta condenado a cumplir rutinas, de las que dificilmente se puede liberar.

Proseguí. -Bueno la moraleja podría ser que existe un momento en el que Sísifo ve rodar la roca hacia abajo, no tiene que hacer nada, sól contemplarla, un breve instante en el que está liberado, y por ese instante vale la pena todo el sufrimiento sin sentido.

-Y cual es la relación con tu padre? me pregunto ella

-Pues supongo con que el no quiso subir la piedra nuevamente sino sólo contemplarla y ya no pudo más y se suicido.

-Yo le hubiera puesto Harley- me dijo

-¿Como el de fuerza G?

-Si jajaj- me respondió con una carcajada

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Una semanas después:

Mi madre estaba bastante nerviosa con lo de la cirugía sabía que no había vuelta atrás que mi deseo no cambiaría y que tenía riesgo desde quedar completamente ciega hasta perder la vida.

Sólo de pensar en eso me ponía a llorar.

El tulipán holandés aguardaba junto a mi en la sala de espera, mi madre con toda la pena del mundo le había pedido que si me hacía compañía mientras a ella le practican unos estudios, el hombre gustoso acepto. Victoria no había podido venir porque tenía que ir al bachillerato.

El tulipán holandés aguardaba un tanto preocupado como yo. Y para liberar tensión me dijo que si gustaba algo de la cafetería. asentí, a los pocos minutos regresó con pastel y galletas, yo escogí la oreo, yo amo esas galletas.

Mi madre salió después de dos largas horas, el tiempo a veces pasa rápido pero también pasa lento, y en otras ocasiones se cógela.

Ella venía a paso lento por el pasillo, en cuanto me vio se agachó a abrazarme y acto seguido al señor Van Tulp.

Después ambos me miraron sonrientes
-Ana, querida te tenemos una sorpresa...

Una aflicción imperialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora