Indesición

III- Encuentros Cercanos

—Hey, tranquila, ¿está todo bien? —pregunta Leo, detrás de mí. Me giro hacia él y observo que trae puesto un disfraz de gladiador romano, sus músculos descubiertos ligeramente tonificados y una espada corta, la cual ruego sea falsa, cuelga de la cinturilla de cuero con tachas.

—Sí, claro —asiento algo confundida y vuelvo mi mirada hacia el árbol donde hace unos instantes se encontraba David.

— ¿Segura? —pregunta esta vez algo desconfiado agachándose frente a mí, mirándome fijamente, buscando hasta el más mínimo rastro de mentira.

—Sí, Leo. Muy segura —respondo mirándolo fijamente. Aun así, asiente no muy convencido.

Leo se sienta al lado mío y rodea mis hombros con su brazo. Bebo la mitad del vodka que queda en mi vaso y lo tiro al césped.

—Liz, vamos a bailar —se levanta de un salto Luna de su lugar, seguida de Franco.

—Vamos —me dirijo a Leo con una tímida sonrisa.

—Sabes que no me gusta bailar, Lizzy —dice aburrido.

Miro a Luna quien me observa amenazante. Y decido hacer algo que después tendrá sus consecuencias, estoy segura.

—Pues yo iré —y antes de que pueda oponerse y decirme que me quede con él. Tomo la mano de Luna y me alejo rápidamente con ellos a la pista de baile.

Nos adentramos al centro de la pista y pierdo de vista a Leo.

—Va a matarme —comento a Luna levantando la voz para que pueda escucharme por sobre la música.

—Tu solo diviertete —me sonrie, restandole importancia —,que se atreva a tocarte un pelo, y sabrá con quien se metió —comenta esta vez seria.

Le devuelvo una sonrisa en agradecimiento.

Comenzamos a bailar al ritmo de la música, saltamos, gritamos y cantamos. A los pocos minutos me siento sofocada por la marea de adolescentes que me rodea, necesito una bebida y tomar un poco de aire lejos del tumulto de jóvenes.

—Voy por un par de bebidas —le susurro a Luna al oído.

—Tráeme daiquiri de durazno, por favor —me pide. Yo asiento en respuesta.

Me alejo de ellos dos en camino a la barra, me acerco y le pido al barman las bebidas.

—Al parecer alguien esta con mucha sed —comenta alguien a mi lado, reconozco su voz.

— ¿Acaso me estas siguiendo? —interrogo sin mirarlo.

—Que sea la única barra en esta fiesta no es mi culpa —me giro para encararlo, sonríe arrogantemente. Mientras el otro barman le tiende su jarra con cerveza.

— ¿Siempre eres tan insoportable? —le pregunto.

—Depende de que concepto tengas tu sobre ser insoportable —toma un sorbo de su bebida, lo miro impaciente y comenta —, tranquila, Evans. Solo estoy jugando —sonríe

— ¿Tregua? —sugiero.

—Tregua —afirma él —David Ponce —se presenta tendiéndome su mano libre.

—Lizeth Evans, aunque eso ya lo sabias —comento aceptando su presentación y tomando su mano brevemente.

—Así que, Evans, ¿tus amigos te esperan? —pregunta, más para sacar un tema de conversación que por curiosidad.