Parte 3: Flowers

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La rubia apartó la mirada del cielo en cuanto oyó una voz que provenía de su izquierda, ladeó la cabeza y su mirada se encontró finalmente con la dueña de aquella voz. —Madi, no te alejes demasiado— Enunció bajando del todoterreno donde se encontraba sentada y dirigiéndose a la parte trasera de este para guardar su libreta. La niña corrió entre los árboles y se detuvo observando algunas de las plantaciones que habían realizado días antes. Las pequeñas hojas color verde brotaban de aquella tierra removida, resultaba particularmente emocionante ver nacer alguna forma de vida cuando alrededor era todo destrucción. La ola de muerte que se extendió por todo el planeta dio como resultado que la superficie se transformara en un suelo reseco y cubierto de cenizas. Clarke pudo recorrer bastante distancia y el paisaje se mostraba desolador a cualquier lugar que se dirigiera. Los campos, la vegetación, los animales, todo reducido a cenizas. Aún le parecía irreal haber dado con aquella pequeña porción verde en la que actualmente se encontraba. A sus ojos aquello era un milagro, y no solo porque le significaba la oportunidad de comenzar de nuevo, sino por lo que encontraría allí. La pequeña natblida que actualmente tiene once años de edad fue encontrada por Clarke a los seis años. Desde entonces, y por el resto de los días que vinieran, viviría para cuidar de aquella pequeña. Ambas se ocupaban de trabajar la tierra y cuidar aquella "mancha verde" como la llamaba la niña. La relación entre ambas se fue tornando maternal, la rubia se encargó de cuidarla en todos los sentidos. Le enseñó a cultivar la tierra, le enseñó a curar heridas, le enseñó a disparar y, sobre todo, le contó acerca de su propia vida. Durante las noches Clarke solía contarle alguna historia de cuando se encontraba en el espacio o de lo que había acontecido en la tierra. Le contó de sus pérdidas, tal vez como una forma de no olvidar lo sucedido o tal vez como un recurso para lidiar con sus propios sentimientos. Durante años habló de casi todas las personas que había conocido, excepto por una. Evocar su recuerdo seguía siendo demasiado doloroso para la rubia, era como si una pequeña parte dentro suyo se negara a hablar de Lexa en pasado. Sin embargo las preguntas por parte de la menor llegaron, sobre todo al ver aquel nombre grabado en el rifle de la rubia. Necesitó reunir todas sus fuerzas para hablar de ella, por primera vez dejó salir todo lo que sentía. Le contó a la niña la historia de principio a fin, le contó de su primer beso, le contó de sus peleas y le contó de la forma en que la perdió. Los azules ojos de la skaikru se llenaron de lágrimas inevitablemente, no existía un día en el que no la echara de menos. Madi realizó muchas preguntas, después de oír tanto sobre Lexa podía sentir que la conocía aunque tan solo había visto dibujos de ella. La pequeña la consideraba algo así como una heroína, era la mujer que había logrado unir a los clanes y que había muerto defendiendo sus ideales. Lexa era la combinación justa entre determinación y compasión. Poco a poco el cielo comenzó a cubrirse de nubes oscuras, era cuestión de tiempo para que comenzara a llover. La niña se acercó hasta donde la rubia se encontraba y le mostró unas flores color carmín. "¿Crees que a Lexa le gustarían?" Cuestionó la menor haciendo que a la rubia se le erizara la piel con tan solo oír el nombre de la castaña. —Estoy segura que si, cariño. Recoge tus cosas, debemos irnos— Respondió apartando la mirada. La niña se alejó para encaminarse hasta el gran árbol donde muchas veces Clarke se había encargado de contarle las historias. Recogió varias piedras del suelo y tras hacer una pequeña pila colocó las flores sobre ellas. Fijó su mirada en ellas y sonrió antes de alejarse hasta donde la joven de hebras doradas se encargaba de recoger sus pertenencias. Con el rifle colgando de su hombro se volteó para observar a la niña que regresaba apresurada y frunció el ceño. —¿Qué estabas haciendo? — Cuestionó la ojiazul pero solo obtuvo un "nada" por parte de la menor. No le dio demasiada importancia, la prioridad ahora era regresar al laboratorio antes de que comenzara a llover.






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