CAPITULO 8

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POV Félix:

El día comenzó bien. Desayunamos con Sean en silencio. Y en cuanto acabamos, fuimos con el celador. Da la casualidad de que es el mismo que nos recibió el primer día.

-Ah, chicos, esto suele pasar seguido. Por ahora solo los puedo proveer con bolsas de dormir. Lo lamento -no parecía preocupado en absoluto, pero al menos no dormiríamos contra el piso, ahora habría una fina capa de tela.

-¿No va a hacer algo con la gente que nos hizo esto? -Sean, otra vez con su maldito temperamento.

-No puedo hacer nada más por ustedes chicos -Vi como el irlandés suspiró con rabia. Le tomé el hombro, y volteó a mirarme. Le hice la seña con los ojos, para que se calmara. Se sacudió para que sacara la mano de su persona, tomó la bolsa de dormir que le correspondía, y se alejó, dejándome a solas con el celador, que sonreía, como esperando que dijera algo más. Quizás no era su intención caer mal, pero carajo, parecía que lo hacía a propósito. Le sonreí, falsamente, tome mi bolsa y salí detrás de Sean. Lo encontré en la habitación, sentado, descansando la espalda contra la pared. Entre, e hice lo mismo, a su lado.

-Oye, calma esas aguas, McLoughlin.

-Y aun tenemos seis meses que aguantar aquí, sueco infeliz.

-Estamos juntos en esto, Sean. No vamos a resolver nada poniéndonos en planes caprichosos y problemáticos. ¿Entiendes eso? -Sean asintió, mas calmado.

Nos pusimos en campaña a arreglar y rehacer nuestra habitación. Nos entendimos bien, repartimos nuestros espacios. Y todo venia demasiado bien, con nuestro silencio, hasta que llego el otro imbécil con su grupo de descerebrados.

-Y acá tenemos a las putas del pueblo –los demás rieron al unísono. Me levante para cerrar la puerta, pero el otro puso su pie, trabándola. Y empujó con su humanidad, carajo que tenia mas fuerza de la que me esperaba. –-Más respeto, niño bonito.

-Andate a la mierda –dijo Sean, acercándose a mi. –Te dijimos que nos dejes en paz, ¿o acaso la única neurona que tenés ya se te apago?

-Vaya, la perrita menor ladra, ¿quien lo diría?

-Sean... -trate de apaciguarlo.

-Todos te tendrán miedo en este lugar, pero a mi no me vas a tratar como a un boludito mas.

-¿Un boludito mas? Oh, no. Tu vas a ser mi tesoro... -hizo una seña con la cabeza e irrumpieron en nuestra habitación, cerrando la puerta detrás de ellos. Agarraron a Sean de los brazos y a mi me tiraron al suelo, inmovilizándome.

-¡Sean! –grite, y el me observo. Realmente no tenía una pizca de miedo en su mirada.

-Ahora vamos a ver de que eres capaz, bonito –una sonrisa maliciosa se le asomo al rostro, mientras bajaba el cierre de su pantalón. Pusieron de rodillas a Sean, agarrando su cabeza para que quedara posicionada frente al miembro de su represor, quien comenzaba a masturbarse. Me removí debajo de los hijos de puta, y saque fuerza de donde no conocía. La adrenalina corría por mis venas, golpee en la cara a los dos que me tenían reducido, y luego voltee al maldito frente a Sean, y cabecee su nariz, haciendo que sangrara y se tirara al suelo retorciéndose de dolor. Los otros dos soltaron al irlandés. Mala idea, pues Sean se levanto en medio segundo, estampando la cabeza de uno en la pared y al otro le calzo un rodillazo en la ingle.

Adoloridos, y uno sangrando, abrieron la puerta de nuestra habitación y salieron, no despavoridos, pero si maldiciendo. Mire a Sean, quien tenia la respiración agitada, y los ojos algo vidriosos, pero no soltaba lagrimas.

-Gracias –esbozo, mientras me miraba. Asentí, y cerré la puerta de la habitación, asegurándola con el pasador.

POV Sean:

Félix me había salvado el culo. Literalmente. No podía pronunciar palabra. Todo este tiempo fuimos enemigos, y ahora, nos cuidamos la espalda. Le agradecí, pero en ningún momento mostré signos de debilidad, ni ante el ni ante el otro hijo de puta.

Me acosté sobre mi bolsa de dormir. Con un brazo atravesando mi vista y el otro en mi abdomen. Solo escuchaba que Félix acomodaba cosas. Y yo tenía en la retina la imagen de la pequeña verga del otro. No se de que se vanagloriaba. Y, también pensé en la mirada de Félix, en su reacción por protegerme y hacer quedar como unos debiluchos a todos los malnacidos. Sonreí un poco, pero el otro se dio cuenta.

-¿De que te ríes, maldito irlandés? –parloteó, en tono divertido.

-¿Tu de que crees?

-Tu reacción fue lo que menos espere.

-¿Me hablas de reaccionar cuando te quitaste de encima a dos monos con el doble de tu peso?

-Tuve una revelación –dijo, mirando a la tenue luz que iluminaba el cuarto, haciendo que las pupilas de sus ojos celestes se contrajera. Me reí.

-¿Ah, si? Pues me encantaría escucharla.

-Pues... -se sentó un poco mas alejado de donde yo estaba. –No somos tan diferentes como creíamos, ¿verdad? –asiento. -¿Por qué somos... enemigos?

Mi corazón se acelero un poco. Y sentí que se paraba al mismo tiempo. Note que empezó a morder sus uñas.

-Y-Yo... realmente no lo se, Félix –era la verdad. –Yo también me he lo preguntado...

-Entonces... ¿amigos? ¿Compañeros? ¿Algo?

-Me salvaste el orto... -el sueco rió por mi expresión, y me observó, atento a mi respuesta final. –Amigos. -no hubo una pizca de duda ante esa decisión. Nos sonreímos, satisfechos.

The Drug in Me is You - Jelix [Español]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora