Sean fue recogido por una patrulla de policía. Se despidió de su madre.
-Iré a verte en cuanto tu padre regrese de viaje -dijo, acariciando la mejilla de su hijo. El muchacho se alejó un poco, y se resigno al destino. Subió con su mochila al auto, mientras una policía le cerraba la puerta detrás. Hicieron un par de cuadras hasta la casa de Félix. Sean por primera vez vio con detenimiento la casa del sueco. Una vieja casa, con la pintura corroída por la lluvia y el sol, un jardín descuidado, sucio, poco vivo. Vio a Félix salir solo de su casa, mochila al hombro, con su padre detrás gritando alguna grosería seguramente. No había visto demasiado al hombre, pero ya podía hacerse una idea. Ambos chicos, ya dentro del auto, en silencio junto con los dos oficiales, emprendieron un viaje. La música ochentera que ponía el conductor no era nada relajante. El ambiente se sentía tenso a cada minuto que pasaba. Ambos chicos miraban por sus ventanas, solo esperando.
(...)
Llegaron a la puerta del reformatorio. Se podía ver un amplio patio detrás de las rejas. Sean levantó la vista un poco, el sol se escondía detrás una pequeña colina detrás del edificio. Félix empezó a morderse las uñas. Abrieron las puertas principales, y el auto policial pasó. Se observaba un ambiente tranquilo, los chicos jugando al básquet en una cancha alejada de la entrada, un césped bastante bien cuidado y algunos asientos fuera. Los policías bajaron y detrás de ellos Félix y Sean, mochila al hombro. En la recepción los recibió una señora de tez morena, cabello lacio, regordeta.
-McLoughlin y Kjellberg... -dijo, mirando unos archivos por encima de sus pequeños lentes. -Si, aquí mismo están. Pasen por favor. -Toco un interruptor y se hizo un ruido sordo detrás de una puerta. Ambos chicos seguían escoltados por los policías. Entraron a otra habitación, donde había un tipo alto, pálido de mejillas rojas y cabello ondulado.
-Uy, reos nuevos -dijo, divertido.
-Calla la boca -añadió uno de los policías, levantando su puño y riendo.
-Bueno, bueno. Veamos... Mal comportamiento, peleas ilegales y resistencia a la ley. Vaya, si que tienen huevos -extendió a cada uno de los chicos un uniforme color gris. -Oh, no van a necesitar esas mochilas aquí. Saquen lo que necesiten, la ropa se la brindaremos nosotros -ahora extendió un bolso pequeño donde había un jabón, champú, crema dental, y algunos caramelos de menta. Los chicos procedieron a vaciar sus mochilas, sacaron su cepillo de dientes, ropa interior y lo demás lo dejaron en la "guardería". Acomodaron sus cosas y pasaron al baño a cambiarse. En silencio, ambos chicos se desvestían, de espaldas al otro. Sean se dio vuelta un momento, solo para ver las cicatrices que Félix tenía en su cuerpo. No eran recientes, el no se las había provocado. Había sido antes... Se preguntó que le habrá sucedido. Pero el sueco hizo un movimiento brusco, que hizo al irlandés mover su vista rápidamente de nuevo a la pared.
Mientras, el sueco lidiaba con sus propios problemas. Estaba cayendo en la cuenta de que aquello le saldría caro para entrar en la universidad. Tendría que pasar un milagro para poder recibir una carta de alguna aceptándolo. Solo podía pensar en negativo. La había cagado monumentalmente.
(...)
Entraron a una pequeña habitación. Fría, algo oscura. Y que compartirían el resto del año. Sean puso sus cosas en la cama de arriba.
-No la has pedido -bufo Félix, molesto.
-Y tampoco la has ganado. Ya puse mis cosas aquí...
-Escucha -le corto la frase el sueco, Sean se acomodó con una expresión de sorpresa -Si vamos a estar aquí tendremos que ponernos de acuerdo.
-No necesitamos ser amigos.
-No, pero si queremos salir antes deberemos hacer buena letra.
Sean lo medito unos instantes, con su mano derecha debajo de su mentón, mirando al suelo. Luego, alzó la vista.
-De acuerdo -extendió la mano y Félix se la estrecho. Una sonrisa forzada se notó en la cara de ambos. Por ahora, irían a conocer el lugar que sería su hogar unos cuantos meses.
Salieron al pasillo, dónde varios chicos un poco menores que ellos salían y entraban de las habitaciones. Al parecer había muchos grupos distintos, algo así como jerarquías. Sean y Félix andaban juntos, a una distancia razonable. Se asomaron a una ventana a observar el patio. Allí estaban los verdaderos chicos malos. Y no porque estén haciendo pesas, sino porque estaban a punto de joder a uno más pequeño que ellos. Los dos observaron como uno más grande le pegaba una piña en la boca del estómago y caía, escupiendo y retorciéndose, mientras los demás gritaban y alardeaban acerca de lo poderoso que era el más grande. Entonces, el tipo se dio vuelta y miró a ambos muchachos. Pero más a Sean, quien se sintió completamente intimidado, y no pudo mover un solo músculo.
HOLA! perdonen que actualice lento :'c estoy tratando de terminar la historia para poder llenarlos de lof ♥ aunque creo que tiene para rato aun de actualizar :D disfruten
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The Drug in Me is You - Jelix [Español]
FanfictieJELIX ||Español|| SEPTIPIE Sean y Felix son enemigos desde que tienen uso de razón. Pero un giro inesperado hace que ambos se den cuenta de que no son tan diferentes, y que juntos pueden hacer grandes cosas...