( Hale & Argent)

354 46 10
                                    

El auto era una excelente compensación, por las molestias. No era mi Camaro negro, pero estaba cerca. La velocidad era lo único que podía disfrutar en estos días, no pude dejar de hacer unas cuantas maniobras peligrosas, antes de dirigirme a Cabecerias, Brasil. Llevaba varios días en la ciudad, cuando descubrí que me seguían.

A pesar de haber trabajado en la completa clandestinidad por mucho tiempo, parecía que el sigilo habitual no era suficiente. Sabía que me estaban siguiendo, quiero decir además de ser uno de los hombres más buscados por la Interpol. Lo extraño es que ningún humano normal, podría mantener una mínima posibilidad de seguirme el rastro; claro que no contaba con que, el humano que me seguía era todo menos normal.

Había llegado a convertir ese viejo depósito de carga en un escondite provisional, donde guardaba ropa y suministros necesarios para una huida o un viaje de emergencia. Estaba rondando la zona, porque podía sentir la presencia vigilante. Sus ojos en mí a prudente distancia, no podía olerlo pero no era una novedad. Aun así podía escuchar sus pasos siguiéndome con sigilo.

Me adentre en el lugar decidido a tenderle una emboscada. Camine por entre las casas de concreto y aluminio, voltee al sentir su presencia a mis espaldas, pero se mantenía fuera de mi radar. Era noche cerrada, por lo que la oscuridad, cubría mis pasos y la luna estaba en lo alto, actuando como mi guía. Mientras seguía caminando lentamente, sin perder de vista lo que había a mi espalda, logre captar su olor y a pesar del tiempo logre reconocerlo. Por lo que me detuve y espere.

Escuche sus pasos vacilantes entrar al callejón oscuro, vigilando cualquier sombra. Se detuvo en la entrada de donde me encontraba, en un instante lo tome por la chaqueta y lo empuje contra la pared. Él dejo escapar un grito de sorpresa, pero dejó escapar el aliento, tranquilamente, como si no me temiera; pero era pura fachada, solo había un humano en este mundo que no olía a miedo cerca de mí y no era él. -Derek. -dijo a modo de saludo, Chris Argent.

-Podrías haber llamado -le digo con desdén, mientras todavía lo sujeto de la chaqueta amenazadoramente. Ambos estábamos en buenos términos. -No tienes, celular. -me informo haciéndome un gesto de paz, con las manos. Tenía razón, no tenía motivos para cargar un celular. No tenía a nadie a quien llamar o viceversa; pero no era algo que compartiría con un cazador.

-Probablemente debería conseguir uno -dije como si me lo estuviera pensando y lo solté lentamente. Chirs me informo de la situación en Beacon Hills, habían pasado demasiadas coas en mi ausencia; la parte más difícil de oír fue lo sucedido con los jinetes y la cacería salvaje, había estado a punto de perder mi ancla y yo ni siquiera lo sabía. Ciertamente la situación que ahora enfrentaban era difícil y critica pero nada que los chicos no pudieran manejar. Conduje a Chris para que me acompañara a la bóveda que tenía aquí en Brasil.

-¿Hay otra bóveda? -me cuestiono mientras yo metía la llave en el candado de los terrenos pertenecientes a mi familia. -Más de un Hale, más de una bóveda -le conteste simplemente mientras abría la reja que nos deja pasar al depósito. Mientras caminábamos por el sendero entre los árboles, Chris trataba de convencerme de volver. -Entiendo la necesidad de mantener los pies alejados del fuego. -dice sin nada de tacto -Pero tampoco creo que quieras ver a Beacon Hill's ardiendo. -asegura disuasoriamente.

Mueve su lámpara enfocando delante de sus pies, yo no la necesito pero la neblina que se arrastra entre los arboles seguramente dificultaba su visión. La luna es suficiente para mostrarme a mí el camino. -¿Me estas pidiendo que vuelva? -lo cuestiono después de un momento y continuo caminando unos pasos por delante de él. Realmente me gustaría volver, pero no sé si sería lo correcto.

-¿Qué tal admitiendo con gran dificultad, que te necesitamos? -dice seriamente mientras me alcanza, pero no suena como una súplica. -Eso suena más a un Argent. -le aseguro intencionalmente pero él no pica el anzuelo y no claudica. -Y proteger a Beacon Hill's, suena más a un Hale. -dice seriamente, haciéndome recordar el juramento de mis padres de proteger la pequeña ciudad, del norte de California.

Al final del caminoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora