(Caminos cruzados)

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Había convencido a Scott y Malia de no decirle nada a Stiles sobre lo que está pasando aquí. No podíamos arriesgarnos a perderlo, como la última vez, fue la excusa que les di. No podía arriesgarme a perderlo, era la verdad, era verdad que tenía miedo de decirle a Stiles sobre el miedo, los lobos, los cazadores y el perro del infierno. Tenía miedo de contarle todo sobre esté nuevo lío sobrenatural y el caos que estaba desatando y que él se presentara inmediatamente en Beacon Hill's. Era verdad, pero no era mi única razón para mantenerlo lejos; no sabía si se debía a su ausencia, a mis hormonas o alguna extraña conexión que yo seguía manteniendo pero me negaba a prestarle la debida atención.

Sin embargo no podía negarlo por más tiempo. No había dejado de notar las miradas heridas que recibía de Jordán una vez que empecé mi noviazgo con Stiles. Cuando llego a la ciudad hace meses y yo me ofrecí voluntariamente a ayudarle a descubrir que criatura sobrenatural era, nunca pensé que hubiera alguien que me gustara de una manera diferente a la usual. Pero Jordán era diferente a los demás, todo un caballero, amable, gentil y respetuoso.

Sin embargo la tensión sexual entre nosotros, que sentía cuando me enseñaba técnicas de autodefensa personal, desapareció y se suavizo convirtiéndose en algo suave y cálido dentro de mi interior. Aun así, no hice nada por llevar nuestra relación más allá de amigos, temerosa de perderlo por una simple atracción. Las cosas se volvieron más y más complicadas con mi secuestro y la aparición de los doctores del pavor, y la cacería salvaje.

Después de que Stiles me salvara la vida. Lo catalogue como mi héroe y así quise verlo. En el momento en que desapareció sabía que había perdido alguien muy especial para mí; alguien que era una mezcla de hermano y mejor amigo, incluso algo más. Tras recuperarlo y el beso que nos dimos, decidí darle una oportunidad a ese niño alegre de ojos castaños que había estado enamorado de mí por más de diez años, pero que nunca quise ver. Sin embargo algo había cambiado en él a raíz del Nogitsune, no era la misma persona; me di cuenta que no lo amaba, lo quería pero nunca como él a mí. En su ausencia no podía dejar de notar, el tirón que siempre me mantenía alrededor de Jordán Parrish. No sabía porque pero siempre recurría a él, cuando necesitaba centrarme, conversar o simplemente cuando necesitaba una persona que me entendiera y estuviera a mi lado.

-¿Es eso? ¿El sonido que oíste? -me pregunta mirando seriamente, mientras yo me concentro en el sonido de la tarjeta que se desliza para abrir la celda. -No, es otra cosa. -le digo totalmente segura y algo cansada. Había estado escuchando este sonido que me tiene obsesionada, por que claramente podría ayudarnos con el infierno que ahí. Él hace un gesto de entendimiento y regresamos a la parte delantera donde se encuentran las oficinas del Sheriff.

-Podría ser cualquier tipo de instalación pública. -sugiere Jordán mientras camina delante de mí, guiándome hacia su escritorio. -Un hospital, una estación de Bomberos o ...-dice volteándome a ver mientras se recarga en su escritorio. Sus palabras conjuran un recuerdo en mi mente, primero este lugar en el que me veo rodeada de telarañas, donde escuche por primera vez este sonido como de una cerradura que se activa y una puerta. Entonces recuerdo porque ese sonido se me hace tan familiar, me veo a mi misma en ese maldito lugar, ese maldito lugar que todavía ronda en mis peores pesadillas, Eichen House. -O en un psiquiátrico. -digo seriamente, mirando a Jordán fijamente.

-Oh. -se queja él cerrando los ojos con desaprobación. -No lo digas. -me suplica suavemente. Pero debo decirlo, porque es ahí donde debo ir. -Eichen House. -digo atragantándome pues siempre tendré temor a ese lugar, Jordán me ve como si quisiera abrazarme y consolarme... pero no lo hace. -¿El lector de tarjetas en la puerta? -dice en cambio evitando mi mirada, y por un momento siento la desilusión en mí recorrerme, antes de que me carcoma el remordimiento; porque no debería desear una cosa así, pero lo deseo. -Es la unidad de aislamiento -le confirmo con un nudo en la garganta y los ojos llorosos.

Al final del caminoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora