22 ~ Cristalino

530 102 44
                                    

El ambiente se tensó de un instante al otro, dejando a un ceñudo Samuel fulminando con la mirada al menor frente a él y a un Guillermo impactado por lo que significaba que el libro negro de sus antepasados estuviese en manos del morado.

¿Había salido justo a tiempo como para inventar alguna excusa o todo su plan de encubrimiento se había ido por la borda?

-¿De dónde sacaste eso?- fue lo único que atinó el profesional a preguntar por el nerviosismo, aunque se arrepintió completamente de hacerlo por lo brusco que había sido el cambio de expresión en el mayor.

Si existía una forma más fuerte de fruncir el ceño que la que llevaba el morado ahora, Guillermo no quería verla jamás. Los músculos de sus brazos también se tensaron y el cuero que cubría el libro sonó por la fuerza que ejercían las grandes manos del contrario contra el, provocando que el menor tragara con fuerza.

-¿No crees que eso es algo que debería preguntarte yo a ti, heredero?

Las palabras de Samuel sonaron tan llenas de asco y repudio, tan secas y ariscas, que el entrenador entendió que no había forma de seguir ocultando lo evidente. Lo había leído, o por lo menos las palabras suficientes como para saber sobre una parte importante de su herencia no deseada.

Guillermo se acercó con firmeza al contrario, decidido a quitarle el artilugio negro de las manos, pero cuando estuvo a punto de hacerlo Samuel tomó su muñeca más cercana y la elevó, evitando así que siquiera rosase el libro.

-¿De dónde lo sacaste?- volvió a preguntar con los dientes apretados, consciente de la fuerza que estaban ejerciendo sus dedos contra la piel contraria.

Pero sin embargo, y cegado por el enojo que recorría sus entrañas, Samuel no recordó que, al igual que Guillermo, el ocultaba cosas, cosas que quedaban al descubierto por la posición y la poca distancia entre los dos. Pocos fueron los segundos que Guillermo tardó en notar lo diferente en Samuel y dar vuelta la situación, liberando su muñeca de un tirón y tomando la derecha del más grande para girarla y dejar al descubierto el lado interno del brazo; las marcas, casi todas de distintos colores al natural, brillaban frente a los ojos del profesional, casi burlándose de su rostro desconcertado y enojado.

¿Tanto había descuidado su relación con Samuel que no había notado ese cambio en él?

-¿Qué hiciste?- preguntó alarmado el profesional, apretando también el agarre en su muñeca pero sin llegar a ejercer la fuerza que antes aplicaba el morado en la suya.

-¿No vas a contestarme lo que te pregunté?- liberó su muñeca en un movimiento y lo confrontó con la mirada.

-¿¡Qué hiciste!?- esta vez Guillermo gritó, alterando aún más al morado.

-¿Qué cojones importa eso ahora?- el elemental elevó la mano que sostenía el libro y lo sacudió de un lado al otro –¡Tienes un libro maligno!

-¿Desde cuándo tienes las marcas así?- preguntó el profesional ignorando las anteriores palabras del contrario, mostrándose nervioso y preocupado tras cada palabra. El morado, por su parte, solo se limitó a negar -¡Samuel!

-¡Contesta la maldita pregunta!

-Oh, Dios- Guillermo llevó ambas manos a su cabello, jalándolo fuertemente mientras se alejaba –Oh, por Dios. ¿Cómo es posible que no me dijeras algo así, Samuel?- sus ojos se llenaron de lágrimas -¡Esto no tiene marcha atrás ahora!

-Dices todo eso porque lo leíste aquí, ¿verdad?- el morado rió algo histérico –Me ocultaste un libro maligno para que no descubriera que pasa con las piedras.

Tierra y otros elementos [Wigetta]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora