39 ~ Montaña Rusa

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Guillermo cayó rendido pocos minutos después de su reencuentro con Samuel, por lo que qué pasó entre ese momento y la actualidad, donde volvía a despertar, era completamente incierto. Lo único que sabía a ciencia cierta, o al menos por lo que llegaba a deducir por las palabras de su nueva acompañante, era que Jessica había pasado la noche junto a él una vez que el morado anunció de su vuelta a la consciencia, siendo esta con la que se encontró en lugar del elemental cuando volvió a abrir los ojos. Se le hacía extraño no ver los ojos morados del mayor en la habitación siendo que esa había sido una de las primeras imágenes que le habían otorgado sus ojos una vez se abrieron por primera vez, pero estaba tranquilo de que fuese su amiga la que estuviese a su lado y que esta tuviese tanto cuidado a la hora de revisarlo; sentía que si el cuidado era así, entonces lo sería para el morado, y eso lo reconfortaba de cierta forma.

-Entonces... ¿él está bien?- preguntó luego de un par de ejercicios y comprobaciones superficiales por parte de la enfermera.

-Sí, tranquilo- la joven sonrió mientras anotaba los avances por parte de su compañero –De hecho, lo llevaron a quinesiología hace algunas de horas, por lo que no tardará mucho en volver.

Pero lo que ella no sabía, o al menos no se lo habían informado de momento, era que Samuel no volvería junto al ex compañero y que ya se encontraba en su habitación de toda la vida luego de que Luzu le diera de alta por su increíble y notable destreza en quinesiología. Le había llevado casi cuatro horas y varios pinchazos y análisis, pero finalmente había logrado convencer al doctor de su perfecto estado y conseguido su tan ansiada salida del hospital. No recordaba la última vez que había disfrutado tanto de su cama pero estaba casi seguro de que esta superaba por creces a todas las anteriores; su cuerpo se hundía con descaro sobre el colchón y lo mismo pasaba con su cabeza en la almohada, por lo que el bienestar y la tranquilidad pronto abordaron todos y cada uno de sus músculos. Quizás ahora que estaba completamente solo y sin la presión de que alguien pudiese llegar a entrar en la habitación para revisarlo podría recuperar las horas de sueño que no había podido conciliar durante la noche por culpa de Guillermo y los incesantes pensamientos que este le traía a la cabeza cada que lo veía.

-Sabes lo mucho que te amo, ¿verdad?

O quizás no podría siquiera cerrar los ojos.

La voz del ex entrenador sonó tan fuerte en sus oídos que incluso lograron hacerlo brincar de la cama del susto, logrando que toda esa tranquilidad que comenzaba a sentir se viese suplantada por la tensión y el nerviosismo de un momento al otro. A pesar de lo pequeña que resultaba ser la cama, Samuel creía poder ver y sentir el cuerpo del menor recostado a su lado, casi con la cabeza apoyada sobre su pecho y con las piernas cruzadas con las suyas, llenando la habitación de una sensación extraña pero en cierta forma reconfortante.

-Lo dices todo el tiempo- escuchó su propia voz pronunciar aquellas palabras -creo que se me hace difícil olvidarlo.

Como si de un cruel complot por parte de su mente se tratase, aquel recuerdo terminó de instaurarse frente a sus ojos, volviéndose imposible el simplemente ignorar aquellas imágenes tan cargadas de sentimientos para él. Creía recordar que aquel día, en el que cumplían un mes de noviazgo con el nuevo verde, había pasado toda la tarde junto a Guillermo sin importarles mucho las obligaciones ni las tareas que tenían, por lo que se habían salteado absolutamente todo para estar juntos a cada momento y sin ninguna interrupción.

-¿Crees que Borja me echará después de esto?- el recuerdo de Guillermo había cambiado su expresión a una más bien divertida.

-No, y si lo hiciera me iría contigo, chiqui.

Tierra y otros elementos [Wigetta]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora