Lost... and Found (Perdido... y encontrado)

Perdido (4)

Sam dijo que Missouri Moseley, la psíquica de años atrás, lo había llamado para que le ayudaran. Y su hermano envió a Jody. Ni de joda. Él iría a ayudar. No se quedaría allí encerrado, con toda esa rabia y tristeza.

Llegó al lugar, en el Impala. Hacía un tiempo que no las veía. Se sentía un poco feliz de verlas, vivas.

-Dean Winchester.

-Missouri. Jody.

Se acercó.

-No estoy seguro de a quién abrazar primero.

Abrazó a la psíquica, con fuerza. Ella lo miró con compasión.

-Oh, cariño. Siento tus perdidas.

Ella lo había sentido. Genial.

-Típico de la psíquica, ir directa al grano ¿no? –había soltado por el enojo y luego abrazó a Jody.

Missouri le pidió que cuidara a su hijo y su nieta. Decidida. Él estaba seguro de que algo podría ocurrirle si se quedaba en la escena del crimen.

-Iré en unos momentos. –le dijo a Jody, y volvió al salón para despedirse.

La psíquica volteó a verlo.

-Querido... -dijo ella y se acercó, tomándole las manos. –Estás... muy mal.

-Lo sé. –dijo entre enojado y triste. –Yo...

-Piensa en el futuro y en cómo lidiaras con todo. Sigue adelante. Acepta, pero también cuestiona. –puso una de sus manos en el corazón de Dean. –Toma decisiones con fuerza y tranquilidad, ya verás que... pronto encontraras lo que querías.

Dean la miró sin saber qué decir.

-Y ahora... ¡Necesito que vayas a proteger a mi familia, Dean Winchester!

-Sí señora.

Se paró firme y ella quitó sus manos.

-Gracias. –dijo Dean en voz baja y volvió a la compañía de Jody para buscar a la familia de Missouri. La psíquica sabía que sucedería y rogaba... que Dean pudiera ser feliz.

Patience era psíquica. Había hecho un gran trabajo ayudándolos con sus poderes. Era una chica atlética y capaz, podría ser una buena cazadora... sin embargo, era solo una adolescente. Asistía al instituto, tenía un padre y una vida. No podía cambiar su vida rotundamente y, de la nada, comenzar a perder personas importantes para ella, como su abuela Missouri. Únicamente porque podía ver el futuro y ser atacada por monstruos que iban tras ella por cualquier motivo. Si su padre decía que lo dejara, debía hacerlo. Era un caso aislado. Quizás...

-La tiene. –dijo, ante la mirada impresionada de Jody. –Esta vida... cazar monstruos... no tiene nada de divertido. Solo hay miedo, dolor y muerte. Así que si tienes la oportunidad de normalidad, cógela.

Había hablado lo que sentía (en parte) y se había ido a esperar en el Impala. Porque Jody también quería dejar su punto de vista. Escuchó algo sobre Claire y sobre pelear contra uno mismo y no hacer feliz a los demás.

-Jody, tienes la razón. –pensó.

Luego de unas horas, llegó al búnker. De nuevo debía enfrentar las cosas.

Allí estaba Sam.

-¿Cómo está el crío? ¿Ya se ha ido al lado oscuro? –preguntó.

-Nop. –Sam dio media vuelta en la silla, para mirarlo. –Aunque está hecho un desastre.

¿Un desastre?

-¿Me lo dices o me lo cuentas?

-No, Dean, está hecho un desastre por tu culpa.

Lo miró, a su vez que Sam golpeó una de las fichas de la mesa.

-Dean... Dijiste que le matarías.

-No fue exactamente así. –dio vuelta el rostro. Estaba enojándose de nuevo, estaba cansado con todo.

-¿Cómo fue entonces?

-Le dije la verdad. Mira... -estaba realmente enojado. -Crees que puedes usar a este monstruo, pero sé cómo termina y termina mal.

-Yo no.

-¿Qué?

-Yo-no-terminé-mal. –dijo Sam. –Cuando yo era el "monstruo", cuando estaba bebiendo sangre de demonio. -su hermano se paró.

Eso era pasado.

-Venga ya. Eso es algo totalmente diferente.

-¿En serio? Porque podrías haberme matado. Papá te dijo que me mataras, pero no lo hiciste.

Sam aún recordaba aquellas situaciones. Quería defender al nephilim como fuera.

-Me salvaste. Así que ayúdame a salvarlo.

No podía perdonarlo. Por su culpa habían muerto todos.

Rowena, Crowley, Kelly, su madre y...

-Merecías ser salvado. Él no. –dijo fuerte, tratando de alejar sus pensamientos.

-Sí, el también, Dean. –dijo Sam, perdiendo la paciencia. –Por supuesto que sí.

-Mira, sé qué piensas usarlo... -se acercó a él, sin resistirse a gritar, incluso si el chico lo oía. –Como una especie de abridor de latas interdimensional, y me parece bien. ¡Pero no actúes como si te importara, porque solo te importa lo que puede hacer por ti!

Sam lo miraba con los ojos abiertos, triste, con lastima. Hacía un tiempo que no peleaban.

-Así que si quieres fingir, está bien. ¿Pero yo? Apenas puedo mirar al chico. ¡Porque cuando lo hago, sólo veo a las personas que hemos perdido!

-Mamá eligió arriesgarse con Lucifer. Eso no es culpa de Jack.

-¿Y qué me dices de Cas?

-¿Qué pasa con Cas?

¿Qué... qué le pasaba con Cas?

-Le manipuló. Le hizo promesas. Dijo "Paraíso en la Tierra" y Cas se lo tragó. ¿Y sabes lo que consiguió?

No podía más.

-¡QUE LO MATARAN! Puede que tú estés dispuesto a olvidar eso, ¡PERO YO NO!

Dicho esto, se dio la vuelta para irse. Escuchó pisadas y se fue corriendo al pasillo, pero no había nadie. Quizás el chico... Jack lo había escuchado...

Era mejor así.