s.1

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Sobre una pequeña sonrisa, pequeños ojos y una gran alegría.

Nana era la chica más linda de la clase, su cabello castaño caía sobre sus hombros, pestañas largas que hacían sus ojos verse pequeños, su sonrisa era sutil, nunca reía alto y siempre se veía inalcanzable. Nana fue el primer amor de Doyoung pero como casi todos los primeros amores, este amor quedo guardado en una caja de recuerdos viejos, aunque ellos fueron todos los años de secundaria juntos nunca se hicieron amigos, nunca se sentaron juntos en clase, de vez en cuando intercambiaban saludos, a veces Nana le convidaba golosinas porque llevaba montones, alguna vez Nana le preguntaba alguna respuesta en algún examen, pequeñas cosas, eso fue el primero amor de Doyoung, una pequeña cosa que debería ser vergonzosa de contar.

Doyoung ahora tiene 20 años, un trabajo a tiempo parcial en una cafetería, estudia arquitectura y vive solo en un pequeño departamento que le queda cerca de ambos lugares, un departamento que sus padres le ayudan a pagar porque los fondos que consigue por si mismo no son suficientes.

Nana es un recuerdo que aparece de vez en cuando, normalmente cuando revisa entre sus libros viejos y ve su nombre en la esquina de alguna hoja.

Una noche agotadora, luego de un día lleno de clientes en la cafetería, Doyoung esta sentado en el piso terminando una maqueta para la clase del siguiente día, sus ojos se cierran y siente sus hombros pesados.

Y entonces el timbre sonó.

Al abrir la puerta su corazón se acelera, se siente desorientado y sin entender. Una mujer cargando un niño en sus brazos con una pequeña sonrisa, aunque tenga el cabello sobre los hombros, de color negro, sin maquillaje ni perlas, con ropas holgadas que pasan desapercibidas y se vea terriblemente agotada. Doyoung sabe quien es porque él ha estado pensando en ella, porque él recuerda cada pequeña cosa de ella.

- ¿Nana?- el niño comienza a quejarse y ella lo acuna en sus brazos calmándolo aún sonriendo.

- ¿puedo pasar?

- si, si, adelante.- Doyoung abre la puerta exageradamente, su departamento esta un poco desordenado pero no lo suficiente como para avergonzarse. Ella entra y Doyoung la guía hasta el sillón donde suele tomar algunas siestas, el niño parece haber vuelto a dormirse, sus cabellos son negros igual a los de ella ahora.- ¿es tuyo?- se aventura a preguntar y ella comienza a llorar, no hay sonidos de sufrimiento como en las novelas, sus lagrimas caen en silencio y quizás su rostro agotado se debe a eso, a que ha estado llorando mucho.

Es un largo momento en silencio, la maqueta en la que debería estar trabajando queda olvidada en una esquina, junto a los pegamentos esparcidos al igual que otros materiales. Doyoung se olvido por completo del mundo nuevamente por la presencia de Nana, preparando cafés en la cocina mientras ella sigue sentada, quizás buscando las palabras para comenzar a hablar. Luego de dejarle una taza azul sobre la mesa ratonera, ella suspira, como dispuesta a decir por qué estaba ahí, considerando que ellos nunca fueron cercanos.

- debes estar muy confundido.- Doyoung encogió los hombros mientras sus cejas se elevaban, haciéndola sonreír.- sé que es absurdo, de hecho, es una completa locura pero no tengo a nadie más a quien recurrir, estoy en problemas.

Doyoung lo supuso, no es cómo si no fuera muy obvio.

- ¿en qué crees que puedo ayudarte?

- en todo.- ahora ella volvió a dejar caer sus lagrimas, como si fuera difícil decir por qué estaba ahí pidiéndole ayuda como si fuera igual a las veces que le pidió respuestas en los exámenes.- no quiero causarte problemas, en serio pero si yo pudiera dejar a mi hijo con algunos de mis amigos, lo haría, lo juro pero ellos conocen a todos a mi al rededor, ellos saben de cada persona en la que confió, no tengo a quien pedirle ayuda y entonces yo te vi en la cafetería en donde trabajas, necesito este favor más que ninguno en el mundo.

S.U.P.S -JOHNDO-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora