EPÍLOGO.

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La tristeza fue un sentimiento que llenó el aire de todos los reinos durante un largo tiempo. Lentamente cada habitante fue enterándose de lo sucedido con el Dios Darius, y de sus acciones durante su estancia en la tierra. 

La confianza de los seres a los Dioses se debilitó tanto, que muchos dejaron de creer en ellos. Con el tiempo decidieron no venerarlos ni respetarlos más. Tanta fue la falta de fé, que Eustace, Siro y Adara, no vieron necesario perder más tiempo en el Kioadá, y bajaron a la tierra a vivir junto a sus familias, como reyes, pero nunca más como Dioses. 

Por otro lado, Aeneas, el único que optó por quedarse en el Kioadá, lo hizo para siempre. Se prohibió a sí mismo bajar del cielo, ni atender los llamados de su familia o pueblo, por más que fuera necesario. Desde su templo, prometió tratar de ayudar a los mortales, sin tener que mostrar su presencia humana una vez más. 

La noticia de no volver a ver a su padre de nuevo, afectó al príncipe y a las princesas como nunca. La parte del reino Amnense, que aún creía en la divinidad de su Dios, lloró y pidió por él, por varios meses. Para Johannah, fue el perder al amor de su vida y el padre de sus hijos, cosa que la destruyó, hasta enfermar.

Harry siempre estimó las palabras sabias de Aeneas, y a pesar de las pocas oportunidades que tuvo de mantener una conversación con el Dios, adquirió un gran cariño por su divinidad. Observar a su príncipe tan afligido, rompía su corazón día tras día, hasta el punto en el que los dos se sumieron en una profunda depresión, al gual que el resto de los que se encontraban en el palacio.

El castillo no llegaba a ser siquiera la sombra de vigorosidad del que era antes. Todos mantenían sus rostros gachos y pálidos. Las bolsas bajo sus ojos mostraban el fuerte insomnio y las incontables lágrimas que habían derramado, la felicidad formó cosa del pasado. 

 Un día, el ángel simplemente huyó al pueblo, creyendo que la mejor decisión era volver a vivir con su madre adoptiva, su hermana y el pequeño licántropo que considera su hermano menor. 

Su llegada fue realmente sorpresiva. Gemma no sabía como explicar todo lo que había acontecido hasta ese momento, mucho menos el hecho de que Anne había muerto, hace ya bastante tiempo. 

Los reinos vecinos, también pasaron por momentos difíciles, pero lo sobrellevaron con bastante agilidad, ya que contaban con reyes que trabajaron rápidamente incorporando leyes, para ganar el respeto de sus habitantes. 

Niall, no tardó en enterarse de la posición en la que se encontraba Amnes, su economía por el suelo y altos casos de muertes por enfermedades que no podían ser curadas con facilidad en ese lugar. 

Así que viajó hasta allí, y en su travesía lo acompañaron, Zayn y Liam. 

Cruzaron la frontera sin problema, ya que ni los elfos guardianes o guerreros, custodiaban el reino. 

Al llegar al castillo, se encontraron con su desolada y deplorable condición, por lo que decidieron quedarse a ayudar. 

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Meses  después - 24 de diciembre. 

-Louis, no puedes simplemente ir a buscarlo de esta forma.-Liam  corre detrás de su amigo que se encuentra acomodando la silla de su caballo en la entrada del palacio.

-¿Por qué no podría? él es mi ángel.-Louis sube a su caballo e ignora las palabras de su amigo. 

-Él debe decidir cuando volver, tú mismo lo dijiste, ¿por qué de repente eres así?-Suelta el castaño, sosteniendo la mano de Louis con fuerza. 

-Le dí suficiente tiempo para volver, y no lo ha hecho. Yo iré por él.-Termina diciendo, deshaciéndose del agarre de Liam y emprendiendo camino con rapidez. 

ÁNGEL - LARRY STYLINSON.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora